Una súbita e incontenible epidemia convierte a los humanos
en zombis rabiosos. A continuación la cosa empeora: la ONU se hace cargo de la
situación. Es un buen recurso por parte del director: imaginarse a la humanidad
dependiendo de, digamos, Kofi Annan, para evitar su extinción sobrecoge al
espectador y lo deja pegado a la butaca. Resulta que Naciones Unidas ha
conseguido hacerse con un portaaeronaves, y mientras las ciudades se colapsan
está reuniendo en él a todos los cerebros mundiales capaces de hacer frente a
la crisis. Son dos: un joven estudiante de Harvard, que muere a los cinco
minutos de su primera aparición, y Brad Pitt, que es “investigador de las
Naciones Unidas” (no hace falta decir más). Pitt va recibiendo instrucciones
más bien vagas para averiguar de dónde ha surgido la epidemia (como por
ejemplo, el primer caso ha surgido en la India: vete allí) De este modo pasa
por Corea del Sur, donde, por no apagar el móvil, consigue que sea diezmado un
grupo de operaciones especiales que había sobrevivido hasta ese momento, y por
Israel. Los israelitas se habían enterado antes que nadie de la epidemia y se
habían atrincherado construyendo gigantescos muros alrededor de las ciudades.
En uno de los momentos más cómicos de la película los zombis que rodean
Jerusalén, al escuchar a un grupo de refugiados que cantan algo parecido al
“alabaré, alabaré”, se ven abocados a tal grado de paroxismo que consiguen
asaltar las murallas.
Mientras tanto Brad Pitt ha dejado a su mujer e hijas en el
portaaeronaves de la ONU. Su posición es precaria porque las plazas a bordo son
limitadas y están reservadas para los altos dignatarios de la organización (un
suponer, Bibiana Aído) Una pequeña digresión: Angelina Jolie debe de haber
establecido ciertas condiciones para la participación de Pitt en la película,
porque su mujer en ésta es la poco estimulante actriz que se pasa toda la serie
The killing con cara de
estreñimiento, y la compañera israelita que lo acompaña en sus andanzas resulta
extrañamente parecida a un precog [1] recién salido de la piscina.
Desde Jerusalén Brad Pitt toma un avión comercial con
destino a Cardiff, donde hay un centro investigador de la OMS (aparentemente él
y el guionista ya se han olvidado de la India). El caso es que a mitad de vuelo
un perro transmite la rabia-zombi a los pasajeros. Brad Pitt soluciona el
incidente arrojando una granada en mitad del avión, que mata a los zombis,
derriba el aparato y le causa a él un rasguño en la mejilla.
A partir de ese momento he sido incapaz de continuar viendo
la película. Agradeceré por tanto que, para variar, sea algún lector el que me
destripe el final.
Suyo afectísimo.
[1] Oh, vamos, este es un blog (también) de cine. Ver Minority report.
Comentarios
Claro que me parece genial que lo haga, si lo comenta.
Un abrazo agradecido.
Lo de poner a Brad Pitt de científico ya es de risa. Aunque claro, si es un "científico de los del IPCC", ya no me extraña tanto. Yo, al hombre, cada vez que lo veo, me acuerdo del anuncio aquél de Dodotis "sequito sequito"..
No pensaba ver la película, pero ahora me voy a tener que volver mica buscando alguna crítica que me destripe el final.
¡ Cuidiao que tié usté maladiea !
La verdad es que nada más ver el encabezamiento, con el zzzzzz, he soltado la carcajada y me he estado riendo todo el rato mientras le leía.
Muchas gracias
También me pasó con Independence Day, que me pareció una farsa muy superior a Mars Attack. La escena en la que el director consigue que mientras cientos de mujeres y niños mueren abrasados el espectador mantenga toda su empatía concentrada en un perrito es gore progre y magistral.
Y esta nueva película tiene también toda la pinta de pertenecer a ese género de contadas obras maestras que han accedido a la categoría de farsas a pesar de las intenciones del director. Son de las que mejor retratan nuestros tiempos y no pienso perdérmela.
Viejecita, he tenido que mirar lo que es el IPCC, y coincide bastante bien con el papel atribuido a Pitt.
Benja, es curioso que menciones lo de la empatía. En toda la película, lo más abrumador es la absoluta carencia de ella por parte del protagonista, incluso de las bajas que él mismo causa por su estupidez.