Guido Karl Anton List nace en 1848 en Viena, y ambos, tiempo y lugar, son relevantes para entender su posterior desarrollo. En 1866, tras la derrota de Austria por los prusianos, y la consiguiente finalización de la Confederación Germánica, la población germano-parlante de Austria comienza a sentirse aislada y amenazada por las etnias eslavas y latinas que integran la parte occidental del Imperio de los Habsburgo (1). En estas circunstancias surgen movimientos pangermanistas que, envueltos en una nube de ideología völkisch, aspirarán al Anschluss, a la incorporación al imperio de Bismarck de las provincias austriacas que previamente habían estado integradas en la Confederación.
Los padres de List son católicos y provienen de una estirpe de comerciantes. El joven Guido es incorporado al negocio familiar, que practica con desgana. Enseguida se manifiestan en él sus verdaderas aficiones, principalmente el folklore germánico. Según relatará posteriormente, este interés se despierta a los catorce años, cuando, al ser llevado por sus padres a conocer las criptas de la catedral de San Esteban, llega a la conclusión de que está ante los restos de un antiguo templo a Odín (Wotan). Es en ese momento cuando decide abandonar el catolicismo y volver al paganismo germánico ancestral.
La naturaleza desempeña un papel importante en el relato de List, que la percibe como contraposición a una modernidad en la que no se siente a gusto, y, sobre todo, desde una perspectiva telúrica. Para él la tierra y el espíritu de los que la habitan están íntimamente relacionados, de modo que, en contacto con aquélla, uno puede acceder al alma de sus moradores ancestrales. En una ocasión en los Alpes, durante el solsticio de verano y en medio de una tormenta, List abandona el refugio en el que pernocta para dormir al raso, lo que le provoca vigorosas sensaciones. En otra, convence a unos amigos para que lo acompañes a visitar las ruinas de la villa romana de Carnuntum donde accede telúricamente a una visión de la población en pleno apogeo, con sus edificios intactos y sus habitantes pululando por las calles. También presencia la batalla entre romanos y germanos, que marcará la expulsión de aquéllos. La visita concluye con un ritual propiciatorio: el entierro, bajo la Puerta Pagana de Carnuntum, de ocho botellas de vino, presumiblemente vacías, formando una esvástica.
En 1877 muere el padre de Guido, que se ve obligado a centrarse en el negocio. No dura mucho en él, y un año más tarde malvive ejerciendo de periodista y escribiendo. En 1888 publica “Carnuntum”, una novela en dos volúmenes cuya tesis central consiste en que los pueblos germánicos constituyen una unidad, desde las antiguas tribus hasta la actualidad, artificialmente interrumpida, primero por la invasión romana y posteriormente por el cristianismo. “Carnuntum”atrae enseguida la atención de los grupos pangermanistas, muy necesitados de símbolos y mitología, y el nombre de List comienza a destacar en ellos. A partir de ese momento comienza a colaborar regularmente con la “Revista de la Alemania del Este”, donde, entre contenidos fuertemente antisemitas, habla del folklore germánico y expone su particular versión del wotanismo. Además, comienza a dar conferencias y a participar en encuentros nacionalistas.
En 1902 se produce un punto de inflexión en el pensamiento de List. Después de una operación de cataratas que lo deja inmovilizado y ciego en una cama durante semanas, List llega a la conclusión de haber descifrado las runas (2), el lenguaje primigenio de los arios. No sólo eso: también ha conseguido acceder a su significado oculto. Por su bagaje emocional e intelectual List está perfectamente preparado para creer, tanto en la existencia de conocimientos encriptados en las runas, como en la posibilidad de acceder milagrosamente a ellos mediante al sufrimiento. ¿Acaso el propio Wotan no tuvo que herirse con una lanza, y permanecer colgado de un pino durante nueve días sin comer ni beber, para acceder a toda el saber oculto del mundo? Pues el más modesto sufrimiento provocado por unas cataratas bien puede servir para desentrañar el misterioso significado de las runas. El año siguiente List envía un grueso volumen con sus averiguaciones a la Academia Imperial de Ciencias en Viena, que no estima necesario responder. El desdén de la Academia enfurece a los adeptos de List y en diciembre de 1904 consiguen que sea elevada en el Parlamento una interpelación al Ministro de Cultura y Educación. Paralelamente se promueve la creación de la “Compañía Guido von List”, destinada a la divulgación de los descubrimientos de List sobre la cultura germánica. En el manifiesto fundacional se incluye la firma de cincuenta personalidades austriacas y alemanas, incluyendo no sólo al inefable Lanz von Liebenfels, sino también al antisemita alcalde de Viena Kart Lüger.
Gracias a los fondos proporcionados por la Compañía, List se lanza a publicar sus obras bajo la denominación “Guido List Bücherei” (Biblioteca Guido List). Entre 1906 y 1911, la GLB publica seis libros. El primero es, por supuesto, “El secreto de las runas”. En “Los nombres de las tribus germánicas y su interpretación”, List detalla cuáles son las culturas que deben su florecimiento a la inmigración aria (para resumir, todas). Además, List amplía su campo de conocimiento y se enfrasca en el estudio de la doctrina teosófica de Madame Blavatsky, que defiende que las razas actuales provienen de una migración desde la Atlántida. En “La escritura ideográfica de los germanos” List intenta compatibilizar a este concepto con la mitología germánica afirmando que los atlantes son, en realidad, parientes del gigante Bergelmir del que habla Snorri Sturluson en las Edda. En “El protolenguaje de los ariogermanos” parece defender que ciertos restos megalíticos encontrados en Austria indican que la Atlántida se situó, precisamente, allí.
Entretanto, a partir de lo que parece una descuidada lectura de “Germania” de Tácito (3), List ha llegado a la conclusión de que los antiguos germanos estaban gobernados por una casta de sabios–sacerdotes, los Armanes, cuya sabiduría derivaba del acceso privilegiado al conocimiento oculto. Esta sabiduría secreta se ha mantenido a lo largo del tiempo por cripto-armanes. Por ejemplo, los templarios, que en este escenario no podían faltar. List llega a esta conclusión al superponer una esvástica dextrógira sobre una levógira y obtener así una Cruz De Malta, el símbolo de los monjes guerreros. Además, List ha comenzado a encontrar runas ocultas en todos los lados, y especialmente en los escudos de armas de la aristocracia germánica (4). En ese momento Guido List incorpora el aristocrático “von” a su apellido.
De este modo List comienza a distinguir en su religión germánica de un ámbito exotérico, el wotanismo, accesible a todo el público, y un ámbito esotérico, el armanismo, solo accesible a los Iniciados. En el solsticio de verano de 1911 nace la Hohen Armanen Order (Alta Orden de los Armanes). Los Armanes son, obviamente, la casta superior de la sociedad, pero su camino no es sencillo. Comienza siendo un novicio que debe pasar siete años estudiando Teosofismo y las Edda. Si sobrevive pasa a ser considerado un Hermano, que debe profundizar en los estudios de las runas. Pasados siete años, si demuestra capacidad suficiente, alcanza el grado de Iniciado y accede al conocimiento oculto. Éste es tan secreto que no puede expresarse, y List alude a él con la palabra “Arehisosur” (cuya única ventaja evidente es que dispone de las cinco vocales) flanqueada por dos esvásticas.
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(1) En 1910 los germano-parlantes de Austria constituían un 35% de la población, seguidos por los checos (23%), polacos (18%), rutenos y ucranianos (13%). El resto se repartía entre eslovenos, serbo-croatas, italianos y rumanos.
(2) Las runas, un conjunto de 18 símbolos, parecen constituir un alfabeto rudimentario empleado a partir del siglo I. De origen incierto, que algunos sitúan en los etruscos, en el siglo XV fueron utilizadas por los nacientes estados nacionales del norte de Europa en un intento de equilibrar su pobre tradición cultural frente al legado grecorromano. De este modo, se llegó a afirmar que los nórdicos habían dominado el arte de la escritura desde los tiempos del Diluvio, extendiéndose posteriormente al sur.
(3) Tácito habla de tres tribus germánicas los Ingaevones, los Hermiones y los Istaevones, cuyos nombres corresponden a los tres hijos del semidios Mannus. Sin embargo, List afirmará que los nombres no hacen referencia a tres tribus, sino a tres castas dentro de la sociedad germánica, los guerreros, los sacerdotes y los campesinos. A partir de ahí convertirá Herminones en “Armanes”. BEN GUNN podrá explicarlo mucho mejor.
(4) A estas alturas, la capacidad interpretativa de List ha alcanzado el virtuosismo. Por ejemplo, al contemplar el grabado “El nigromante” traduce tranquilamente el extraño disco que se le aparece al protagonista: “Anhelo la salvación, sabiduría y ley de la iluminación armanista, porque los mandamientos celestiales se extraen de la oscuridad, y Dios bendice desde la luz”. Esta interpretación continúa siendo algo ambigua.
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Imágenes:
1.- Guido von List.
2.- Armanes confraternizando en la Puerta Pagana de Carnuntum.
3.- El Secreto de las Runas (GLB 1)
4.- Madame Blavatsky.
5.- Disposición armánica de las runas.
6.- “El alquimista”, de Rembrandt.
Comentarios
Saludos.
enhorabuena por su serie.
Mire, su frase sobre las labores interpretativas del protagonista me recuerda precisamente las críticas de los psicológos americanos ya desde los primeros escritos al psicoanálisis de Freud. (Vienés y contemporáneo, nació en el 56).
Y esto me hace pensar en lo que dicen Nicholas Nassim Taleb o Duncan J. Watts: el irresistible atractivo no a los datos sino a la interpretación, a la historia: si non e vero, e ben trovato
La tradición psicológica americana, profundamente empirista, se echaba las manos a la cabeza con la tradición "interpretativa" europea. Al final se impusieron en la ciencia ya que podían mostrar o no evidencias. Sin embargo no lo consiguieron en la cultura, o más bien los "memes psicológicos". Freud pervive (incluso en textos universitarios españoles) a pesar de estar profundamente desacreditado.
Un abrazo.
Mr. PSYKOACTIVE, muy interesante, como de costumbre.
ARTURO, yo también creo que el origen del ariosofismo está en esas 8 botellas de vino heroicamente vaciadas.
GORKATAPLINES, pues todavía nos queda algún personaje singular en la recamara. Y le estoy dando vueltas a empezar después con Sabino, como sugirió Ben Gunn.
Saludos a todos. Es un placer verlos por aquí.
No le quepa duda, Navarth.
Toditos iguales: el mismo ‘bucle melancólico’.
Sigo prendido y prendado de su serie. Y agradecido.
Hay poco que explicar, además. De un individuo como Guido von List, que considera cada una de sus ocurrencias una verdad revelada no cabe esperar muchas virguerías eruditas. Que yo sepa, la palabra "armanes" y el carácter sacerdotal de los Hermiones son invenciones suyas. No hay nada en la Germania que autorice sus interpretaciones. Supongo que los estremecimientos más o menos telúricos que experimentaba al reflexionar sobre estas cosas le convencieron de que había hecho descubrimientos históricos de capital importancia.
Presumo que intenta usted animarme a comentar algo sobre el libro de Krebs que mencioné en mi último correo. Es una obra de divulgación, de lectura fácil, que relata una historia muy, muy interesante. Con la decadencia del Imperio Romano, la Germania deja de leerse y de copiarse y cae en el olvido, hasta que en el s. XV se descubre un ejemplar en un monasterio alemán. Entonces, Alemania estaba dividida en una multitud de principados mal avenidos, con un Emperador sin apenas autoridad como única figura aglutinadora. Culturalmente era un yermo, que suscitaba el desdén y la rechifla de los humanistas italianos. Comprensiblemente, los estudiosos alemanes se entusiasmaron con la Germania y se aplicaron con ahínco a torturar el texto para que dijese lo que ellos querían que dijese. Así, Conrad Celtis en el s. XVI aclaró que donde se leía humanis quoque hostiis ("con sacrificios humanos") debía entenderse huius quoque hostiis ("con sus sacrificios") , una enmienda sin sentido que no se ajustaba al contexto, pero que disipaba cualquier sospecha de que los germanos hubiesen incurrido en ritos execrables. Unos años más tarde, Philipp Clüver "descubrió" que el dios Tuisto, antepasado mítico de todos los germanos, se llamaba en realidad Teuto, nombre que él vinculó con el término griego theos, lo que le permitió afirmar que los antiguos germanos eran monoteístas. Luego vendrían más manipulaciones hermenéuticas igualmente creativas, con una intervención estelar de Montesquieu, que avivó el interés de los déspotas ilustrados alemanes por Tácito al incluir sus reflexiones sobre la Germania en El espíritu de las leyes. Es sorprendente ver como cada estudioso, cada lector, usa la Germania (una obra literariamente soberbia, de un rigor histórico y etnográfico más que dudoso) como una pantalla en blanco sobre la que proyecta sus teorías favoritas. O, directamente, sus fantasías compensatorias.
Bueno, lo dejo. Puede usted añadir si quiere la obra de Krebs a la lista de recomendaciones. Le recuerdo los datos:
Autor: Christopher B. Krebs
Título: A Most Dangerous Book. Tacitus´s Germania from the Roman Empire to the Third Reich.
Y, ahora sí, cierro ataque de incontinencia grafómana (sorry again)