Las distintas sectas gnósticas de los primeros siglos de la Cristiandad creían que el mundo no había sido creado por un dios bondadoso y sabio, sino por un demiurgo inferior de naturaleza maligna. Existía, sí, ese dios bueno, que presidía un panteón luminoso conocido como el Pleroma, pero permanecía desconocido para el común de los mortales. La divinidad suprema gobernaba el Pleroma asistido por los Eones, que eran sucesivas emanaciones suyas de naturaleza masculina o femenina. A partir de aquí, las diferentes sectas difieren en algunos aspectos. Para algunas, dentro del Pleroma también existía el mal, como una característica estructural más. Para otras, el mal se generó por la soberbia de un Eón femenino, pues en las sectas gnósticas predominaba una visión misógina del mundo. En cualquier caso, al emerger el mal surgió una nueva generación de seres, los Arcontes o demiurgos, que pretendieron ser como el Dios primordial y se rebelaron contra él. Su líder, Ialdabaoth, consumó la rebelión creando la materia y el cosmos, un lugar de tinieblas en el cuál el mundo representa la última mazmorra. Ialdabaoth creó entonces al hombre y lo encerró en ella. El hombre permanece allí, diríamos, narcotizado y completamente inconsciente del mundo de luz que es el Pleroma. Pero en el transcurso del conflicto entre los Arcontes y la divinidad suprema, parte de la luz del Pleroma se perdió en el mundo, y, sin saberlo, algunos hombres fueron desde entonces portadores de ella. Únicamente faltaba que un enviado especial, un profeta, despertara a los elegidos, les proporcionara el conocimiento (gnosis), y les hiciera saber cuál era su verdadera misión. Que no era otra que reintegrar la luz al Pleroma en el momento en que las tinieblas, y con ellas el mundo, fueran abolidas por el Dios supremo. A partir de ese momento, los elegidos gnósticos vivirían felices en el Pleroma. Los no elegidos, obviamente, no: serían destruidos con el mundo.
Hans Jonas distingue dos grandes corrientes en el gnosticismo: la iraní y la sirio-egipcia. A la primera pertenecen el mandeísmo y el maniqueísmo. A la segunda, los maestros Valentín y Basílides. Existen abundantes documentos de esta segunda escuela, gracias al descubrimiento de los manuscritos de Nag Hammadi, una colección de códices cuidadosamente guardados en vasijas selladas y escondidas en una cueva, que fueron descubiertos en 1945. Brevemente (y de forma nada sistemática, me temo) comentaré algunos de las escuelas, así como algunos de los textos.
____________
1) Posiblemente el primer predicador gnóstico de cierto relieve fue Simón el Mago, y tal vez por eso sus enseñanzas son las menos elaboradas. Era samaritano, contemporáneo de los apóstoles, y fue considerado posteriormente por los cristianos como el padre de todas las herejías. Se le conocen, al menos, tres encuentros directos con los apóstoles. Uno con Simón Pedro, al que ofreció dinero si le transmitía el poder de realizar milagros (de ahí viene la ‘simonía’, que consiste en la adquisición de beneficios espirituales mediante bienes materiales). Y dos con Felipe, que primero lo bautizó y más adelante lo escuchó predicar que era “el poder de Dios, llamado el Grande”. Porque Simón, a diferencia de otros maestros gnósticos, no se presentaba como un mero profeta, sino como Dios.
Según Simón, en el principio había un Dios supremo del que en su momento, emanaron dos principios, uno masculino y otro femenino. De éstos, únicamente el femenino, llamado Ennoia o Sofía, tenía capacidad para engendrar nuevos seres, lo que la llenaba de presunción por considerarse igual que el dios primigenio. Pero no era así: sus creaciones eran torpes remedos del original, de modo que cada estirpe se separaba progresivamente del dios verdadero. Y así hasta llegar a los hombres, algunos de los cuáles, no obstante, retenían una parte de la luz divina. Simón el Mago afirmaba ser el Dios supremo, que había descendido al mundo para rescatar a estos hombres en general y al último avatar de Ennoia en particular, una prostituta de Tiro llamada Helena que, tras ser rescatada, lo acompañaba en todos sus actos terrenales.
______________
2) En el “Tratado Tripartito” y “Sobre el origen del mundo”, dos de los textos gnósticos de Nag Hammadi, también se imputa a Sofía el origen del desastre. Ocurrió que, en su presuntuoso intento de emular a Dios, “la luz que primeramente existió”, se puso a emanar Arcontes sin ton ni son, entre ellos al demiurgo Ialdabaoth.
En ambos textos la descripción de la creación del mundo es una parodia del Génesis cristiano. Ialdabaoth, que equivale a Yahvé/Jehová, separa el mundo de las aguas y engendra a Sabaoth, la versión gnóstica de Cristo. Pero, a diferencia de su equivalente cristiano, Sabaoth detesta a su progenitor: “Sabaoth odió a su padre, la oscuridad, ya su madre, el abismo”. Esto es así porque había sido iluminado por Pistis, un Eón masculino contemporáneo (si tal término es aplicable a los Eones) de Sofía, que se encargó de revelarle la verdadera naturaleza de las cosas y el carácter maligno de su padre Ialdabaoth.
Tanto el “Tratado Tripartito” y “Sobre el origen del mundo” coinciden en que la humanidad representa el escalón inferior de la creación: no se puede caer más bajo. Pero también están de acuerdo en que hay unos pocos elegidos. El Tratado se refiere a ellos como “la raza espiritual” o “los pneumaticos”, pues el pneuma (el espíritu) es la chispa de luz divina que brilla en ellos. Frente a ellos se encuentran ”la raza material” o “hylicos”, que tal vez podría traducirse por “ilusos”, pues son los que permanecen engañados por el espejismo del mundo material. Estos están condenados a ser destruidos con el mundo cuando el Pleroma vuelva a tomar las riendas.
Recapitulemos. Estamos intentando vislumbrar el componente emocional de las gentes que se adherían a ese tipo de sectas, porque tal vez nos permita establecer comparaciones con los de aquellos que actualmente se sienten atraídos por ciertas ideologías actuales*. En este sentido se pregunta Bertonneau: “¿Qué es lo que atraía a la gente a relatos de este tipo?. Una sensación combinada de alienación del mundo y superioridad frente a él es una respuesta ineludible; pero resumiéndolo en una sola palabra uno podría decir, sencillamente, resentimiento.”
Es significativo, además, observar cómo el gnosticismo necesita una doctrina para definirse contra ella. Es una religión a la contra, podríamos decir, que se define como el negativo virtuoso de una realidad detestable. Por eso la creación gnóstica es un reflejo del génesis de la religión dominante. Esta característica también puede observarse en la utilización gnóstica de símbolos y mitos tradicionales, pero subvirtiéndolos completamente e intercambiando los papeles del bien y el mal. Este es el caso de la serpiente del paraíso terrenal, que en la versión gnóstica no representa el papel corruptor de la humanidad, sino el de desbaratadora de los designios de Ialdabaoth al proporcionar la revelación a los elegidos. De manera similar, los gnósticos se sentían atraídos por la figura de Caín, condenado por rebelarse contra el demiurgo, e incluso una de sus sectas, los Cainítas, tomaron de él su nombre.
* Ver 'Los nuevos gnósticos (1)'
(continuará)
___________
Imágenes:
1. Eón con cabeza de león.
2. Códices de Nag Hammadi.
3. Simón el Mago siendo llevado a los infiernos. Miniatura en un códice (cristiano, obviamente).
Comentarios
Es verdad, según nos alejamos del principio creador, nos vamos degradando más.
Como siempre un placer.
Debería entrar en twitter para que pudiera leerle más gente.
Un abrazo.
Un afectuoso saludo
Monsieur
Gracias Monsieur.
Un abrazo.
"El Misterio de Belicena Villca"
Descargar gratis:
http://www.quintadominica.com.ar/misterio.htm