La carretera que lleva de Fort William a Mallaig ofrece al viajero algunos de los paisajes más bonitos de las highlands, y contiene dos hitos de la insurrección de los jacobitas. Fue en Loch nan Uamh donde, el 25 de julio de 1745, desembarcó el príncipe Carlos Eduardo. Era nieto de Jacobo II Estuardo, que había sido depuesto en la ‘revolución gloriosa' de 1688. Veinticinco días y treinta kilómetros más allá, en Glennfinan, Carlos, más conocido por Bonnie Prince Charlie, alzó solemnemente el estandarte de los Estuardo ante los clanes. A partir de ahí, el vistoso ejército de las highlands emprendió un camino de ida y vuelta hacia el sur que culminaría con su derrota, el 16 de abril del siguiente año, en Culloden.
Ahora en Glennfinan hay un monumento conmemorativo de la aventura jacobita, y al pasar por allí pudimos ver que había un gran número de coches estacionados. Sin embargo, sorprendentemente, sus ocupantes parecían dirigirse, no hacia el sur de la carretera, donde se encuentra el memorial de Bonnie Prince Charlie, sino hacia el norte. Al parar comprobamos que una pequeña multitud se había reunido ya en un montículo, donde sus integrantes permanecían mirando con reverencia hacia un viaducto lejano. Era curioso observar además que, para acceder a la resbaladiza loma donde se encontraban los asistentes, había que atravesar previamente una cerca de alambre de espino, lo que no había desanimado a los peregrinos, ciudadanos británicos de edad avanzada que parecían haber abandonado su circunspección habitual. Interrogamos a uno de ellos mientras esperaba pacientemente su turno para deslizarse por debajo de la alambrada, y nos desveló el misterio. El viaducto que todos contemplaban con tanto interés era el mismo por el que circula el tren mágico que lleva a Harry Potter a la escuela de Hogwarts. Además, en unos minutos pasaría el tren, no exactamente el de Potter, pero al menos uno antiguo de vapor que organiza diariamente excursiones a Mallaig. Efectivamente, no tuvimos que esperar mucho para contemplar una locomotora que atravesaba orgullosamente el viaducto, pitando y expeliendo una gran nube blanca. Mientras tanto, al otro lado de la carretera, Bonnie Prince Charlie contemplaba pensativo la escena.
Comentarios
La épica es lo que tiene. Está libre de lastres, a diferencia de la Historia.
Quienes hemos vivido en tierras conquistadas por la épica nacionalista hemos aprendido a desconfiar de sus bondades.
Sí... Mejor Harry Potter.
Bienvenidos de vuelta.
Yo también desconfío de la épica. En el caso de los highlanders, éstos ignoraban que fueran románticos hasta que llegó Walter Scott. Saludos.