El Mundo. «La grieta artística de la Tate Modern provoca 10 heridos y cuatro querellas (...) Doris Salcedo (Bogotá, 1958) la presentó como “el agujero que hay entre la humanidad y la falta de humanidad”. Revestida de una retórica ampulosa y sofisticada, la colombiana justificó la instalación como el símbolo de siglos de colonialismo, pero también como un grito contra el racismo y como la metáfora de la invisibilidad de los inmigrantes en las sociedades occidentales».
Ambicioso e impactante. Por desgracia el público, en su tosquedad, ha demostrado no estar a la altura de la artista. «La gente se dedica a hacer fotos estúpidas. Un chico cogió por los pies a su novia y le metió la cabeza dentro».
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