El consejero -malísima traducción de The counselor- cuenta la historia de un abogado -ésta habría sido una
mejor traducción- conectado por su trabajo con el mundo de la droga que,
agobiado por apuros económicos, decide entrar directamente en él y fletar un
cargamento. Este es el paso que lo conducirá a un mundo de pesadilla, porque
sus habitantes no se limitan a ser hijos de puta amorales, crueles y sin
escrúpulos (digamos los repugnantes mafiosos que pululan por Los Soprano). Son
seres inconcebiblemente sádicos que asesinan a sus víctimas con mecanismos que
parecen diseñados por Fu-Manchu, decretan castigos crueles mientras recitan a
Machado, y organizan snuff-movies en las que violan y decapitan -no siempre en
este orden- a bellas jóvenes. El protagonista entra en ese mundo y (¡atención
spoiler!) será castigado por ello. La película tiene, pues, formato de cuento.
El niño se salta las reglas y, como castigo, acaba en las garras de un ser
improbable y desaforado, la bruja, lo que sirve de ejemplo para los demás
niños. El problema es que a los niños les da igual que en sus cuentos salgan
ogros que se comen la cabeza de sus víctimas (ellos se descojonan), pero a los
adultos nos deja hechos polvo porque nos lo tomamos en serio. Además la
película es de Ridley Scott, y no encaja en las habitualmente dedicadas a las
desenfadadas exhibiciones sádicas, distinguibles porque las protagonistas
suelen huir despavoridas sin sujetador. No es la primera vez, sin embargo, que
Ridley Scott altera los procesos estomacales de los espectadores con una
exhibición de sadismo. Recordemos Hannibal, en la que, a la vez que presentaba
Florencia tan bella como raras veces se ha visto en cine, mostraba a Ray Liotta
con el cráneo destapado mientras era alimentado por Lecter con sus propios
sesos. O al multimillonario Mason Verger (Gary Oldman), desagradablemente
desfigurado y mutilado tras su encuentro con el psiquiatra antropófago.
Hannibal por cierto también tenía formato de cuento: Lecter solo se comía a los
malos. Niños, sed buenos, comeos la sopa, y no os metáis en el mundo de la
droga ni de los psiquiatras.
Aparte de esto, Scott ha tenido el discutible mérito de reunir a un cierto número de actores que habitualmente lo hacen bien y conseguir que lo hagan mal. El único que consigue crear un personaje -es decir, alguien al que el espectador consigue atribuir cierta sustancia más allá de una mera colección de frases y tics- es Brad Pitt. Michael Fassbender, Javier Bardem y Penélope Cruz abruman al espectador con diálogos estúpidos sorprendentemente largos. Estos dos últimos, además, se han blanqueado en exceso los dientes, que en el caso del rostro teñido de Bardem (es que es un narco mejicano) destacan como en aquellas discotecas que empleaban luz blanca. Por su parte Cameron Díaz aporta a su pesar la nota cómica masturbándose contra el parabrisas de un Ferrari en impecable posición de ballet. No tengo nada más que añadir.
Imagen: Gracias a Don Belosti (ver comentarios a la entrada) me entero de que el energúmeno de las tijeras no es Struwwelpeter y no es un personaje de los cuentos infantiles de Wilhelm Busch. Es un personaje de Hoffman, un malvado sastre (el personaje, no Hoffman) que corta los dedos a Gaspar por su afición a chuparse los pulgares. Excesivo, sin duda.
Comentarios
No sabe como le agradezco su crítica. Porque, aunque tengo clarísimo que de los hermanos Scott, el bueno era Tony, y que Ridley es bastante cursi, la verdad es que me encanta Gladiator ( reconozco que cursi es a ratos, pero Russell Crowe está impresionante en ella, la escena de antes de la batalla con el "strength and honour" me hace dar saltos en la silla, y Richard Harris, Oliver Reed, y Joaquín Phenix están también colosal)
Así que, estaba dándole vueltas a si comprárme la película de El Consejero en DVD o no hacerlo.
Y ya , con lo que le he leído, he decidido que no.
Muchas gracias
me gusta mucho más la crítica de cine que el cine.
Ya me pasaba con los toros.
Esta peli tampoco la veré, pero en este caso, con fundamento.
Para que las cosas encajen, aclaremos que el guión es de Corman McCarthy, el escritor de éxito que algunos pretenden que está renovando el género negro, pero que, psé, le pones al lado de Jim Thompson y parece que está al nivel de silabeo (Además, qué manía de alterar la estructura canónica de la novela sin poner guiones di diálogo, joer...).
La verdad es que después de ver la peli, el México de "Sed de Mal" (o el de "Grupo Salvaje", para el caso) parece Disneyworld comparado con este. ¡Qué yu-yu, por favor!
Carlota, en este caso cualquier crítica es mejor que la película (por lo menos, es más corta).
Lindo G., lo del bolito y la explicación previa encasquetada sin venir a cuento es para nota. Lo cierto es que la película te deja mal cuerpo.
Abrazos.
Su debut, "El ansia", tenía algo de morbazo, sobre todo en la secuencia lésbica (con música de fondo del "dueto de las flores" de Lakmé) entre una esplendorosa DNV y una tersa SS. Bowie sale poco y no canta nada, lo que, en cierto aspecto, es algo a agradecer.
Pero su segunda, "Top Gun", era para lorrar a lágrima viva. ¡Pobre Kelly McGillis! Tenía que haberse quedado con los amish.
Una de las últimas, el "remake" de «Pelham 123», debería haberse titulado «Pelmah 123». ¿Qué falta hacía? Y Travolta, en el papel que antaño interpretó Robert Shaw, estaba de hostiarlo.
La mejor película de Tony, de lejos, es "El último boy scout", con momentos memorables, como el de la frase: "¿Me das fuego...? Y si me tocas, te mato".
Verlo ici:
http://youtu.be/MIEFTxANLos
"Llorar", por supuesto. Consecuencia de la dilatación de pupila a la que he sido sometido haca nada, en mi revisión anual de faros.
Pero en vista de las maravillas que todos decían de ella, me la compré en DVD, y la volví a ver.
Y me disgustó algo menos, aunque me pareció cursi con ganas... ( Y conseguir con aquellos recitados, que resultara cursi el Rutger Hauer de la época , ya era mucho conseguir ).
Y reconozco que tengo" Los duelistas" en casa, porque Keith Carradine me pone muchísimo, ( aunque no tanto como Russell Crowe, el de la voz cavernaria ), pero esa, aunque me gusta, me parece cursi cursi. cursi.
Pues eso. Que tenía "el consejero" en el carrito, en espera, por si me acababa decidiendo a comprarlo, y lo he borrado.
Pero he disfrutado con las críticas, la suya y la de Don Lindo, Pero ni siquiera la curiosidad por lo del "bolito" me va a hacer encargarla.
Eso sí, si un día tonto veo que la ponen en el Canal+, puede que le dé una opción.
Se ha olvidado usted de "True Romance ".
Que a mí, con esa película, me sobra para considerar que era El hermano Scott bueno...
Tanto como para tener en DVD las dos versiones: la americana, con la escena del cigarrillo, y la del helicóptero sin cortar, aunque con los diálogos subidos de tono censurados, y la europea, con las escenas de mayor violencia cortadas, pero en cambio, con lo de "los putos niños cantores de Viena", o lo de "salir echando leches..."
No era malo, el Tony, no... pero estuvo un poco "tocado" por su oficio publicitario. Su hermano, en cambio, nutriéndose de Conrad, de Philip K. Dick... ¡no me diga! (Eso sí, a la próxima "versión del director" de Blade Runner, me mosquearé asaz)
Y ¿ que me dice de Val Kilmer haciendo de ¿fantasma? de Elvis ?
- Lo siento tío, no es nada personal.
- Eso crees tú: anoche me follé a tu mujer.
- ¿Y cómo sabes que era mi mujer?
- Me dijo que su marido era un chulo hijo de puta con sombrero.
¡ Que gozada !
Aunque no he visto la peli, ni pienso verla si no viene ella a mí, su crítica me parece soberbia.
Estoy de acuerdo con los que dan por buena la peor película o la peor novela, a condición de que generen críticas tan divertidas como la presente.
Mi comentario va por la figura del Struwwelpeter y su pie. Y aquí me sale el enciclopedista pedante profesional que fui muchos años para ganarme la vida.
El libro y las ilustraciones son de Heinrich Hoffmann (1845), no de Wilhelm Busch, que a la sazón sólo tenía 13 años, más para personaje del libro que para autor.
Hoffmann (no confundirle con E. T. A. Hoffmann, son otros cuentos) fue un psiquiatra de los de entonces, conocedor de la psicología de los dementes tan bueno o tan malo como cualquier colega actual, con loable tendencia a comparar rasgos de la psicología demencial y la infantil. No diré lo mismo (tampoco lo contrario) de la aplicación pedagógica, que yo diría basada en ‘El discurso del método’ de Descartes. Dado que el pensamiento infantil es mecanicista, y no distingue bien entre lo natural y lo convencional, sepa bien el niño que cualquier transgresión de las normas ‘naturales’ será castigada inexorablemente por la ‘Naturaleza’. Después de todo, era también la psicología de los manicomios más avanzados de la época.
El niño del cuento concreto se llamaba Gaspar, y no se mordía las uñas, sino que se chupaba los pulgares. No era ningún ‘pobre niño’, sino un cabroncete que, apercibido por su mamá que le dejaba solo en casa, en cuanto ella hubo cerrado la puerta se puso a mamarse el dedo con avidez. Y claro, como le había advertido la buena señora, vino el Sastre con su enormes tijeras del oficio y le cercenó ambos objetos de deseo ilícito. Etc. Porque en el siguiente cuento, el Gaspar se niega a comer la sopa, con lo que adelgaza, y adelgaza, y en ese estoicismo muere de inanición.
En mi obligada pedantería, también frunzo el ceño (sic) porque la redacción del pie de figura sugiere que el señor de las tijeras se llama Struwwelpeter, como personaje de cuento. Es el nombre-título de la colección y del nada modélico niño que figura en portada: una criatura enemiga del aseo personal, con piojera silvestre y uñas de mandarín chino.
Por lo demás, estoy con usted en que estas historias a los niños les descojonan, tanto como les aterrorizan. El destinatario de estos cuentos era el propio hijo del autor, criatura de tres añitos, como regalo de Navidad. La noche más divertida de su vida para padre e hijo, es de suponer. Contar historias similares a adultos, sin guiño preparatorio, es como usted dice, estúpido.
Enhorabuena, con u. f. a.
Perdón: "pedagogía de los manicomios", quise decir.
Yo me he criado con esos cuentos ( el del niño de la sopa, el de Hans-Guck-in -die-Luft, un niño que siempre miraba al cielo, el de la niña de las cerillas, el Zappelphilip, el de los equilibrios con la silla..) y estaba convencida de que eran de Wilhelm Busch, gracias por deshacer mi error. Los que sí eran de WB eran Max und Moritz que eran como Zipi y Zape pero bastante más cabroncetes y sádicos. Mr. Navarth y yo hemos comentado muchas veces que hoy se sobreprotege a los niños porque ni yo ni mis hermanos tenemos problemas psicológicos por haber leído de pequeños esas historias tan violentas. Ni siquiera recuerdo que nos impresionaran mucho....
UFAALD (a los dos)
Bruni