tag:blogger.com,1999:blog-27723950149980128132024-03-17T20:03:25.013-07:00Navarth** Todo parece indicar que Navarth es Fernando Navarro, former MP de Ciudadanos por Baleares en la XI y XII Legislaturanavarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.comBlogger688125tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-25733484316965703282024-03-14T04:05:00.000-07:002024-03-15T01:42:30.173-07:00VIERNES DE SEXO 10: EL FOLLADOR FURTIVO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil98i6yXlK5MyBF7cTISB5ViPy6caIzpsuYvL1oRb2iLnZlmIrZyOZ1oKkfiFMvxG_Pd8qjmgpWvMbuJS1ruHs7Hb8ub0HgdqniTAW7HFgv0TKaoREwPHRyazebQt3-MPi7P3tWBuPxQ1JW9S8v-BNEtW0s-dprwzki9krjumCEstizOWvvsqDywdFUpD6/s301/combatiente%20.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="301" data-original-width="297" height="301" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEil98i6yXlK5MyBF7cTISB5ViPy6caIzpsuYvL1oRb2iLnZlmIrZyOZ1oKkfiFMvxG_Pd8qjmgpWvMbuJS1ruHs7Hb8ub0HgdqniTAW7HFgv0TKaoREwPHRyazebQt3-MPi7P3tWBuPxQ1JW9S8v-BNEtW0s-dprwzki9krjumCEstizOWvvsqDywdFUpD6/s1600/combatiente%20.jpg" width="297" /></a></div><br /><div>Hoy les traigo los hábitos sexuales del <b>combatiente</b> (<i>Calidris pugnax</i>), un pájaro originario de Finlandia que luce un vistoso plumaje superior que recuerda un poco a Mildred Roper con una estola de visión. Este plumaje –ya lo habrán sospechado a estas alturas- cumple una función similar a la cola del pavo real: atraer a las hembras. Y los que desarrollan un plumaje más vistoso, que son los de mayor estatus, más agresivos y con más altos niveles de testosterona, parecen atraerlas más. Exactamente igual que en los humanos. Puesto que el plumaje se transmite genéticamente, también habrán sospechado que está correlacionado con alguna ventaja genética: la hembra que se encapricha del combatiente emplumado está, inconscientemente, escogiendo buenos genes.</div><div><br /></div><div>Pero lo curioso es que, dentro de su competición intrasexual por las hembras, los combatientes machos han desarrollado tres estrategias de apareamiento que se corresponden con tres tipos de plumaje. El biólogo <b>David Lank</b> explica que la mayoría de los que triunfan (el 85%) lo hacen empleando la táctica normal de presumir por el plumaje y ser más chulos; llamémoslo combatiente alfa. Sin embargo hay un 14% que triunfa con una estrategia distinta, la del <i><b>wingman</b></i>, el colega que asiste al protagonista en sus empeños amorosos. El wingman tiene un estatus inferior al del combatiente alfa, y luce un pelazo menos espectacular. Sin embargo está siempre cerca de él, y de este modo consigue alguna de las migajas. Fíjense que esto también ocurre en los humanos. Podemos encontrarlo en la literatura y en concreto es la trama de Pearl Harbor: Josh Harnett, wingman en todos los sentidos de Ben Affleck, aprovecha para birlarle la novia en cuanto este último es derribado (nada menos que Kate Beckinsale). Pero lo verdaderamente curioso es que hay un 1% que triunfa empleando una estrategia completamente distinta. Se trata de machos despeluchados, con un bajo nivel de testosterona y un estatus decididamente inferior. Estos machos desarrollan una apariencia similar a la de las hembras e imitan sus movimientos, que aprovechan para merodear indetectados junto a ellas y aprovechar alguna ocasión para proceder a la cópula. Por esa razón son conocidos como «folladores furtivos» (<b><i>sneaky fuckers</i></b>). También se llama a esta estrategia «cleptogamia», que hace referencia a cópulas «robadas».</div><div><br /></div><div>A pesar de que estas tres estrategias, y los plumajes asociados, se transmiten genéticamente, <b>Paula Wright</b> ha querido encontrar estrategias similares en los distintos géneros que recientemente han surgido en los humanos. De este modo defiende que los depredadores sexuales que se declaran transexuales para que los trasladen a cárceles de mujeres están practicando una estrategia, bastante descarada, de <i>sneaky fuckers</i>. ¿Y no sería ese el caso de hombres que se declaran simultáneamente transexuales y lesbianas –estoy pensando en Elizabeth Duval- y que acaban, de este modo, encontrando novia? No es descabellado pensar que alcanzar este éxito les habría resultado más complicado empleando estrategias más convencionales. ¿Y qué decir de los «aliades», esos machos que se apresuran a adherirse ruidosamente a todas las reivindicaciones de las hembras por ridículas que resulten? Entonces, en todos estos casos no se trataría de una expresión de género alternativo sino, sencillamente, de una estrategia de apareamiento heterosexual. Tal vez la estrategia de <i>sneaky fucker</i> sea, sencillamente, la más adecuada al alcance de determinados machos de bajo estatus. "No te la vas a follar", es la burla habitual, algo grosera, que se dirige a los aliades. Pues a lo mejor sí. Disfruten del viernes.</div><div><br /></div><div><br /></div><div><a href="https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9641025/">Fuente de la imagen</a></div><div><br /></div><div><a href="https://paulawright.substack.com/p/ruff-sex-and-sneaky-fukers?utm_source=post-email-title&publication_id=745785&post_id=142442495&utm_campaign=email-post-title&isFreemail=true&r=29jqc6&triedRedirect=true&utm_medium=email">Fuente Paula Wright</a></div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-71502961630870266602024-01-04T00:45:00.000-08:002024-01-04T00:45:44.070-08:00VIERNES DE SEXO (THIS IS THE END, MY FRIEND) <p> </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU7w8dXaO_UsGpql4tkw8BMVDwBuDtNP8pVkJQtbuVPODJo3zQE8GdMOjf7slwuRr-6iO_cJg5heetvwU0BCQAzS5kw1e6y2YvtvdV6n-rmIlqviaNnT7euVkolRNE8oYoHBBPmw1aB6FN6rhvwMQqqKrctal4eEg_n4rFPQ0Kgkhb_B3wEtyS9uCkHyHF/s480/SEI_128023574-95e8.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="270" data-original-width="480" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiU7w8dXaO_UsGpql4tkw8BMVDwBuDtNP8pVkJQtbuVPODJo3zQE8GdMOjf7slwuRr-6iO_cJg5heetvwU0BCQAzS5kw1e6y2YvtvdV6n-rmIlqviaNnT7euVkolRNE8oYoHBBPmw1aB6FN6rhvwMQqqKrctal4eEg_n4rFPQ0Kgkhb_B3wEtyS9uCkHyHF/s320/SEI_128023574-95e8.jpg" width="320" /></a></div><br /><p></p><p>Las dos primeras décadas de este siglo han presenciado cambios notables en la actividad sexual de los hombres. Un estudio de Peter Ueda expone que el porcentaje de estadounidenses entre 18 y 24 años, que reportan no haber mantenido relaciones sexuales en el último año, ha ascendido <b>del 19% al 31%</b>, y otras encuestas indican que -en ese mismo periodo- el porcentaje de hombres que llegan vírgenes a los 30 años ha subido <b>del 8% al 27%</b>. Estas tendencias –que se repiten en otros países- afectan abrumadoramente a hombres de bajo estatus, y no se repiten en mujeres, lo que indica –para empezar- que algunos hombres están follando más. ¿Qué está ocurriendo? Los sospechosos habituales son las redes sociales y el porno, pero no parece que, ni remotamente, la respuesta se encuentre allí. </p><p>Las <b>apps de citas</b> proporcionan datos interesantes. </p><p>- Ordenados en función de su atractivo para el otro sexo, el 20% de los hombres más deseados acapara la atención del 80% de las mujeres. Esto presenta un panorama melancólico para todos excepto ese 20% de hombres de alto estatus, que están en posición de dominio; algo que no ocurre con el 20% de mujeres más atractivas. </p><p>- Según la plataforma <i>OKCupid</i> las mujeres califican al 80% de los hombres como menos atractivos que la media, y este 80% recibe sólo un 30% de respuestas a sus avances. En cambio los hombres afinan mucho más y consideran que sólo un 50% de las mujeres son menos atractivas que la media, y aún este 50% recibe un 40% de respuestas. </p><p>- Como consecuencia de lo anterior, hombres y mujeres se enfrentan a distintos niveles de desigualdad cuando acuden al mercado de emparejamiento. Analizando las app de citas <i>Tinder</i> y <i>Hinge</i> se ha comprobado que las hembras heterosexuales afrontan un índice de Gini de 0,324, mientras que los hombres heterosexuales uno de 0,542 –disculpen, pero no dispongo de datos del mercado de emparejamiento homosexual-. ¿Refleja mucha desigualdad? Si lo comparamos con las desigualdades económicas de los países, el mercado de emparejamiento de las mujeres está en la media, pero el de los hombres refleja más desigualdad que el 95% de las economías mundiales, equivalente al de un país con apartheid. </p><p>De nuevo ¿por qué ocurre esto? A lo largo de estas entradas han podido encontrar bastantes pistas, y en concreto una: las mujeres tienen una marcada preferencia por el estatus, y buscan emparejar hacia arriba. Ocurre que, a lo largo de los últimos 80 años, se han producido enormes avances en el acceso de las mujeres al mercado laboral, y su consiguiente ascenso en recursos ha restringido el número de candidatos atractivos a su disposición. Un 20 % de hombres de alto estatus domina el mercado de emparejamiento, y esto produce una serie de incongruencias y paradojas en nuestros días. Por ejemplo -frente a la supuesta «sororidad» y la «cooperación» que proclaman las nuevas feministas- <b>se desarrolla una feroz competencia intrasexual ente mujeres</b>. Las mujeres se ven obligadas a competir ferozmente entre ellas por el número menguante de machos apetecibles, <b>y lo hacen según las preferencias de los hombres</b>, que son el sexo escaso. Puesto que atractivo y juventud son dos criterios de atracción básicos para ellos, las redes se llenan de mujeres jóvenes que, a la vez que protestan contra la «cosificación» de la mujer, y se quejan de que los hombres somos unos guarros, se exhiben con vestuario menguante en lo que @spermifex denomina «<i>fertility display</i>». De paso, también mandan una señal de asequibilidad, algo que también atrae a los candidatos. «Una expresión novedosa de esta competencia entre mujeres, guiada por las preferencias masculinas, es que cuando (se) reduce la proporción de solteros atractivos, las mujeres publican selfies más sexualizados», dice la antropóloga Monique Borgerhoff. No me interpreten mal: no hay ningún tipo de juicio moral en esto. Pero hay que reconocer que contemplar el esfuerzo inconsciente de compatibilizar biología y moda es apasionante. </p><p>Las estrategias de emparejamiento de ambos sexos varían en función del ratio sexual, es decir, la relación entre el número de hombres y mujeres disponibles -convencionalmente se dice que es alto cuando hay más hombres que mujeres, y bajo cuando ocurre lo contrario-. Sin embargo lo verdaderamente relevante es el ratio sexual percibido, es decir, el número de candidatos disponibles que se percibe que hay, y para las mujeres éste ha descendido dramáticamente. La hipótesis tradicional dice que, ante las respectivas escaseces de sexo opuesto, hombres y mujeres rebajan sus niveles de exigencia, y los elevan cuando hay abundancia. Sin embargo no es esto lo que está ocurriendo. <b>Ante la escasez de hombres, las mujeres son completamente reacias a reducir los estándares, mientras que los hombres, ante el excedente de mujeres, los bajan para conseguir variedad</b>. El resultado es que las mujeres, reacias a copular o formar vínculos con compañeros de menor estatus, optan por «una mayor promiscuidad en detrimento de los emparejamientos estables» (Larsen, 2023). Esto puede ser una estrategia evolutiva desarrollada en entornos de poliginia, destinada a captar machos de alto estatus, pero actualmente los resultados no son simétricos para hombres y mujeres: en los primeros se satisface su deseo de variedad, y en las segundas se frustra su deseo de estabilidad. De nuevo, no intenten ver aquí juicios morales. </p><p>Todo esto provoca la <b>expulsión del mercado del emparejamiento de un número creciente de hombres de bajo estatus</b>. Un estudio (Almås et al., 2020) dice que los hombres noruegos con salarios altos tienen un 90% de probabilidades de tener pareja estable a los 40 años, mientras que para los de bajos salarios la probabilidad se reduce al 40%. Estamos hablando de porcentajes muy elevados de hombres condenados a una situación que provoca grandes frustraciones personales e importantes inestabilidades sociales (vean la entrada anterior). En resumen, el panorama actual parece caracterizarse por un elevado nivel de solteros, una mayor promiscuidad entre hombres de alto estatus y mujeres, y una creciente marginación sexual de los hombres de bajo estatus. En épocas previas una mayor promiscuidad favorecería una mayor natalidad, pero la existencia de métodos anticonceptivos eficaces elimina este efecto: si la mujer no encuentra un hombre aceptable para una relación estable a largo plazo, es improbable que se embarque en la maternidad. </p><p>El descenso de la natalidad <b>es el problema existencial más acuciante de las sociedades occidentales</b>. Es una tendencia que lleva observándose desde hace décadas y que, dada su complejidad, ha sido expulsada de la agenda partidista a favor de causas declarativas mucho más rentables. El caso es que no estamos política, económicamente, ni psicológicamente preparados para adaptarnos a un mundo con poblaciones menguantes, y toda esa cháchara achatarrada del decrecimiento no va a aportar soluciones. Las bajas tasas de natalidad son incompatibles con la pervivencia de nuestras sociedades. Para empezar, la reducción de la población laboral puede determinar la imposibilidad de mantener poblaciones envejecidas. Pero además, la menor natalidad incrementa la inestabilidad global. El experto geopolítico Peter Zeihan sugiere que el declive demográfico de Rusia está detrás de la invasión de Ucrania: las naciones poderosas pueden estar tentadas a crecer a costa de sus vecinos cuando su población declina. La recomendación habitual a este problema suele ser incrementar la inmigración, pero esto no está funcionando por muchos motivos. El primero el matemático: en países nórdicos se triplicó la población inmigrante entre 2000 y 2015 y la tasa de natalidad siguió menguando. Además, estudios recientes parecen demostrar que, en lugar de mejorar las finanzas nacionales, una inmigración masiva socavaría la viabilidad futura de los estados de bienestar occidentales. Y desde la crisis migratoria de 2015 muchos países están cambiando su orientación favorable a una mayor inmigración: el choque cultural es demasiado grande, y provoca grandes inestabilidades. </p><p>Pero si la inmigración no es la respuesta adecuada al descenso de natalidad, habrá que encontrar otras. ¿Cuáles? Algunos autores llegan a recomendar que se relajen las instituciones monógamas en los países occidentales para propiciar un <b>retorno a la poliginia</b>, a la que el sapiens muestra una clara inclinación, y que las actuales condiciones del mercado de emparejamiento han acentuado. Recordemos que la imposición de la monogamia por la Iglesia cristiana, que desde el siglo IV comenzó a disolver los clanes y tribus europeos, ha tenido efectos francamente buenos: según Christakis «contribuyó a la coevolución psicológico-institucional de Occidente que impulsó el surgimiento del mundo moderno». La poliginia tiene serios efectos secundarios: propicia niveles altos de testosterona en la sociedad, que reducen la cooperación intragrupal y favorecen un pensamiento suma cero. Según Mads Larsen, la poliginia subsahariana provoca retraso en el crecimiento económico y una fertilidad insosteniblemente alta, y Tertilt (2005) estimó que poner fin a la poliginia podría aumentar la producción per cápita en África en un 170% y disminuir la fertilidad en un 40%. Pero si la poliginia favorece mayores tasas de natalidad ¿sería la solución para occidente? ¿Sería la receta que África adoptara la monogamia y occidente retornara a la poliginia? Ni idea, pero no me digan que el debate no es interesante. </p><p>Y esta serie de entradas que hoy parece llegar a su fin –no lo garantizo- ¿para qué sirve? ¿No venimos preparados de fábrica para lanzarnos al mercado del emparejamiento? ¿No nos ha programado la evolución con los impulsos, emociones y recompensas sexuales necesarias? Pues sí, pero nuestra existencia es un continuo esfuerzo por armonizar nuestra biología, nuestra cultura y nuestra percepción consciente, o al menos que no chirríen demasiado. Además -al igual que lo que ocurre con el azúcar- esos impulsos que llevamos incorporados pudieron ser adaptativos cuando no nacieron y maladaptativos ahora; es posible que, en un época con sobreestimulación visual -¡ya salió el porno!- y una falsa apariencia de disponibilidad proporcionada por las redes, nos hayamos convertido en monos salidos, más glotones que gastrónomos del erotismo. En todo caso, conocer las reglas del juego nos puede ayudar a jugar mejor las cartas: un primate que, a lo largo de miles de generaciones, recibiera la recompensa adecuada, aprendería a envidar a grande cuando se le repartieran tres reyes, pero no entendería en absoluto el juego. ¿Somos nosotros los primates que no entienden las reglas cuando nos adentramos en el sexo? Pues un poco sí. Conocer las reglas permite que el juego sea más divertido. Y, en todo caso, permite entender mejor las posibilidades a nuestro alcance con las cartas que se nos han repartido, y jugarlas mejor. Pasen un buen viernes</p>VIERNES DE SEXO (THIS IS THE END, MY FRIEND)
Las dos primeras décadas de este siglo han presenciado cambios notables en la actividad sexual de los hombres. Un estudio de Peter Ueda expone que el porcentaje de estadounidenses entre 18 y 24 años, que reportan no haber mantenido relaciones sexuales en el último año, ha ascendido del 19% al 31%, y otras encuestas indican que -en ese mismo periodo- el porcentaje de hombres que llegan vírgenes a los 30 años ha subido del 8% al 27%. Estas tendencias –que se repiten en otros países- afectan abrumadoramente a hombres de bajo estatus, y no se repiten en mujeres, lo que indica –para empezar- que algunos hombres están follando más. ¿Qué está ocurriendo? Los sospechosos habituales son las redes sociales y el porno, pero no parece que, ni remotamente, la respuesta se encuentre allí.
Las apps de citas proporcionan datos interesantes.
Ordenados en función de su atractivo para el otro sexo, el 20% de los hombres más deseados acapara la atención del 80% de las mujeres. Esto presenta un panorama melancólico para todos excepto ese 20% de hombres de alto estatus, que están en posición de dominio; algo que no ocurre con el 20% de mujeres más atractivas.
Según la plataforma OKCupid las mujeres califican al 80% de los hombres como menos atractivos que la media, y este 80% recibe sólo un 30% de respuestas a sus avances. En cambio los hombres afinan mucho más y consideran que sólo un 50% de las mujeres son menos atractivas que la media, y aún este 50% recibe un 40% de respuestas.
Como consecuencia de lo anterior, hombres y mujeres se enfrentan a distintos niveles de desigualdad cuando acuden al mercado de emparejamiento. Analizando las app de citas Tinder y Hinge se ha comprobado que las hembras heterosexuales afrontan un índice de Gini de 0,324, mientras que los hombres heterosexuales uno de 0,542 –disculpen, pero no dispongo de datos del mercado de emparejamiento homosexual-. ¿Refleja mucha desigualdad? Si lo comparamos con las desigualdades económicas de los países, el mercado de emparejamiento de las mujeres está en la media, pero el de los hombres refleja más desigualdad que el 95% de las economías mundiales, equivalente al de un país con apartheid.
De nuevo ¿por qué ocurre esto? A lo largo de estas entradas han podido encontrar bastantes pistas, y en concreto una: las mujeres tienen una marcada preferencia por el estatus, y buscan emparejar hacia arriba. Ocurre que, a lo largo de los últimos 80 años, se han producido enormes avances en el acceso de las mujeres al mercado laboral, y su consiguiente ascenso en recursos ha restringido el número de candidatos atractivos a su disposición. Un 20 % de hombres de alto estatus domina el mercado de emparejamiento, y esto produce una serie de incongruencias y paradojas en nuestros días. Por ejemplo -frente a la supuesta «sororidad» y la «cooperación» que proclaman las nuevas feministas- se desarrolla una feroz competencia intrasexual ente mujeres. Las mujeres se ven obligadas a competir ferozmente entre ellas por el número menguante de machos apetecibles, y lo hacen según las preferencias de los hombres, que son el sexo escaso. Puesto que atractivo y juventud son dos criterios de atracción básicos para ellos, las redes se llenan de mujeres jóvenes que, a la vez que protestan contra la «cosificación» de la mujer, y se quejan de que los hombres somos unos guarros, se exhiben con vestuario menguante en lo que @spermifex denomina «fertility display-. De paso, también mandan una señal de asequibilidad, algo que también atrae a los candidatos. «Una expresión novedosa de esta competencia entre mujeres, guiada por las preferencias masculinas, es que cuando (se) reduce la proporción de solteros atractivos, las mujeres publican selfies más sexualizados», dice la antropóloga Monique Borgerhoff. No me interpreten mal: no hay ningún tipo de juicio moral en esto. Pero hay que reconocer que contemplar el esfuerzo inconsciente de compatibilizar biología y moda es apasionante.
Las estrategias de emparejamiento de ambos sexos varían en función del ratio sexual, es decir, la relación entre el número de hombres y mujeres disponibles -convencionalmente se dice que es alto cuando hay más hombres que mujeres, y bajo cuando ocurre lo contrario-. Sin embargo lo verdaderamente relevante es el ratio sexual percibido, es decir, el número de candidatos disponibles que se percibe que hay, y para las mujeres éste ha descendido dramáticamente. La hipótesis tradicional dice que, ante las respectivas escaseces de sexo opuesto, hombres y mujeres rebajan sus niveles de exigencia, y los elevan cuando hay abundancia. Sin embargo no es esto lo que está ocurriendo. Ante la escasez de hombres, las mujeres son completamente reacias a reducir los estándares, mientras que los hombres, ante el excedente de mujeres, los bajan para conseguir variedad. El resultado es que las mujeres son cada vez más reacias a copular o formar vínculos con compañeros de menor estatus. En cambio, optan por «una mayor promiscuidad en detrimento de los emparejamientos estables» (Larsen, 2023). Esto puede ser una estrategia evolutiva desarrollada en entornos de poliginia, destinada a captar machos de alto estatus, pero actualmente los resultados no son simétricos para hombres y mujeres: en los primeros se satisface su deseo de variedad, y en las segundas se frustra su deseo de estabilidad. De nuevo, no intenten ver aquí juicios morales.
Todo esto provoca la expulsión del mercado del emparejamiento de un número creciente de hombres de bajo estatus. Un estudio (Almås et al., 2020) dice que los hombres noruegos con salarios altos tienen un 90% de probabilidades de tener pareja estable a los 40 años, mientras que para los de bajos salarios la probabilidad se reduce al 40%. Estamos hablando de porcentajes muy elevados de hombres condenados a una situación que provoca grandes frustraciones personales e importantes inestabilidades sociales (vean la entrada anterior). En resumen, el panorama actual parece caracterizarse por un elevado nivel de solteros, una mayor promiscuidad entre hombres de alto estatus y mujeres, y una creciente marginación sexual de los hombres de bajo estatus. En épocas previas una mayor promiscuidad favorecería una mayor natalidad, pero la existencia de métodos anticonceptivos eficaces elimina este efecto: si la mujer no encuentra un hombre aceptable para una relación estable a largo plazo, es improbable que se embarque en la maternidad.
El descenso de la natalidad es el problema existencial más acuciante de las sociedades occidentales. Es una tendencia que lleva observándose desde hace décadas y que, dada su complejidad, ha sido expulsada de la agenda partidista a favor de causas declarativas mucho más rentables. El caso es que no estamos política, económicamente, ni psicológicamente preparados para adaptarnos a un mundo con poblaciones menguantes, y toda esa cháchara achatarrada del decrecimiento no va a aportar soluciones. Las bajas tasas de natalidad son incompatibles con la pervivencia de nuestras sociedades. Para empezar, la reducción de la población laboral puede determinar la imposibilidad de mantener poblaciones envejecidas. Pero además, la menor natalidad incrementa la inestabilidad global. El experto geopolítico Peter Zeihan sugiere que el declive demográfico de Rusia está detrás de la invasión de Ucrania: las naciones poderosas pueden estar tentadas a crecer a costa de sus vecinos cuando su población declina. La recomendación habitual a este problema suele ser incrementar la inmigración, pero esto no está funcionando por muchos motivos. El primero el matemático: en países nórdicos se triplicó la población inmigrante entre 2000 y 2015 y la tasa de natalidad siguió menguando. Además, estudios recientes parecen demostrar que, en lugar de mejorar las finanzas nacionales, una inmigración masiva socavaría la viabilidad futura de los estados de bienestar occidentales. Y desde la crisis migratoria de 2015 muchos países están cambiando su orientación favorable a una mayor inmigración: el choque cultural es demasiado grande, y provoca grandes inestabilidades.
Pero si la inmigración no es la respuesta adecuada al descenso de natalidad, habrá que encontrar otras. ¿Cuáles? Algunos autores llegan a recomendar que se relajen las instituciones monógamas en los países occidentales para propiciar un retorno a la poliginia, a la que el sapiens muestra una clara inclinación, y que las actuales condiciones del mercado de emparejamiento han acentuado. Recordemos que la imposición de la monogamia por la Iglesia cristiana, que desde el siglo IV comenzó a disolver los clanes y tribus europeos, ha tenido efectos francamente buenos: según Christakis «contribuyó a la coevolución psicológico-institucional de Occidente que impulsó el surgimiento del mundo moderno». La poliginia tiene serios efectos secundarios: propicia niveles altos de testosterona en la sociedad, que reducen la cooperación intragrupal y favorecen un pensamiento suma cero. Según Mads Larsen, la poliginia subsahariana provoca retraso en el crecimiento económico y una fertilidad insosteniblemente alta, y Tertilt (2005) estimó que poner fin a la poliginia podría aumentar la producción per cápita en África en un 170% y disminuir la fertilidad en un 40%. Pero si la poliginia favorece mayores tasas de natalidad ¿sería la solución para occidente? ¿Sería la receta que África adoptara la monogamia y occidente retornara a la poliginia? Ni idea, pero no me digan que el debate no es interesante.
Y esta serie de entradas que hoy parecen llegar a su fin –no lo garantizo- ¿para qué sirven? ¿No venimos preparados de fábrica para lanzarnos al mercado del emparejamiento? ¿No nos ha programado la evolución con los impulsos, emociones y recompensas sexuales necesarias? Pues sí, pero nuestra existencia es un continuo esfuerzo por armonizar nuestra biología, nuestra cultura y nuestra percepción consciente, o al menos que no chirríen demasiado. Además -al igual que lo que ocurre con el azúcar- esos impulsos que llevamos incorporados pudieron ser adaptativos cuando no nacieron y maladaptativos ahora; es posible que, en un época con sobreestimulación visual -¡ya salió el porno!- y una falsa apariencia de disponibilidad proporcionada por las redes, nos hayamos convertido en monos salidos, más glotones que gastrónomos del erotismo. En todo caso, conocer las reglas del juego nos puede ayudar a jugar mejor las cartas: un primate que, a lo largo de miles de generaciones, recibiera la recompensa adecuada, aprendería a envidar a grande cuando se le repartieran tres reyes, pero no entendería en absoluto el juego. ¿Somos nosotros los primates que no entienden las reglas cuando nos adentramos en el sexo? Pues un poco sí. Conocer las reglas permite que el juego sea más divertido. Y, en todo caso, permite entender mejor las posibilidades a nuestro alcance con las cartas que se nos han repartido, y jugarlas mejor. Pasen un buen viernes.navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com8tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-46942318680737416302023-12-15T02:46:00.000-08:002023-12-15T05:54:04.351-08:00VIERNES DE SEXO (9) OTRO INTERLUDIO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9Dicm9cJqmDcYQv3coUG6qYuNdZ15G4thxjCHF_lTB_oIccJbhjYiz3NtjbeOyF-uHkxtXItOlrXCdhyPGGreR6uJNhluwcYJ68lUmaPR7blHI0wLDcbs15MYzuJ5sCDTChXM4oWpfqU2isvl6clpz1nMDQ03IdJ3ALRoQPthi02gfJE3sP1_itvWgEUy/s587/20231202%20MONOGAMIA%20HEINRICH.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="404" data-original-width="587" height="220" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg9Dicm9cJqmDcYQv3coUG6qYuNdZ15G4thxjCHF_lTB_oIccJbhjYiz3NtjbeOyF-uHkxtXItOlrXCdhyPGGreR6uJNhluwcYJ68lUmaPR7blHI0wLDcbs15MYzuJ5sCDTChXM4oWpfqU2isvl6clpz1nMDQ03IdJ3ALRoQPthi02gfJE3sP1_itvWgEUy/s320/20231202%20MONOGAMIA%20HEINRICH.jpg" width="320" /></a></div><br /><div>Si usted contempla alguno de esos programas de supervivencia como <i>Aventura en pelotas</i> –y realmente no tiene por qué hacerlo- se dará cuenta de que, súbitamente abandonados a nuestros recursos, estamos mucho más indefensos que el chimpancé más obtuso. Esta es la paradoja: aunque nosotros somos más inteligentes, esa diferencia no justifica la que hay entre una ciudad moderna y un grupo de simios en la jungla. Lo verdaderamente diferencial es nuestra capacidad para transmitir y adquirir un montón de conocimiento. Si usted, lector, es jíbaro conocerá el complicadísimo proceso de elaboración del curare para sus flechas, y si es valenciano sabrá que hay que echar el arroz en cruz en la paella para que la cocción sea uniforme, pero ninguno de los dos habrá llegado a esos conocimientos útiles por sus medios. Nuestra receta como sapiens es que venimos equipados para asimilar la cultura acumulada por los que nos han precedido y, en ocasiones, para enriquecerla. Y la cuestión es esta: si bien la cultura no se transmite genéticamente, es capaz de moldear la psicología de las personas y de condicionar el funcionamiento de sus hormonas. «No hay duda de que la evolución cultural ha encontrado una miríada de rutas biológicas hacia nuestro cerebro y nuestro comportamiento», dice Joseph Heinrich. Hay, entonces, una tercera pata que complementa la selección natural y la sexual: la <b>evolución cultural</b>. El camino para estudiarla promete ser apasionante: mediante ella, el sapiens parece ser la única especie que influye -aunque sea de forma no consciente- en su propia evolución.</div><div><b><br /></b></div><div><b>La monogamia</b></div><div><br /></div><div>«<i>Los señores y principales se quedaban todas las mujeres, de modo que cuando un indio común se quería casar apenas hallaba ninguna</i>». Esta descripción de la sociedad azteca que hace Fray Toribio de Benavente refleja la principal característica de todas las sociedades poligínicas, en las que los machos pueden emparejarse con varias hembras: 1) <b>los machos de alto status acaparan las hembras</b>, y 2) <b>se genera un remanente de machos de bajo estatus con pocas posibilidades de encontrar pareja</b>. El caso es que la poliginia de los aztecas no era rara: los raros somos nosotros y nuestra monogamia. De hecho ningún primate es monógamo, y a juzgar por el comportamiento sexual de chimpancés y bonobos, no parece que el ancestro común que compartimos con ellos –que debía de ser bastante promiscuo- estableciera relaciones estables. Pero desde que divergimos de nuestros primos simios la evolución ha creado una psicología del emparejamiento peculiar, que puede alentar lazos emocionales estables y profundos en la pareja como para estimular, entre otras cosas, que los hombres inviertan en los hijos. Aun así, en el estudio más extenso llevado a cabo sobre el asunto el 90% de las poblaciones de cazadores recolectores contaba con uniones poligínicas. Ojo –como ustedes ya pueden sospechar- la poliginia no es una preferencia exclusiva de los machos: las hembras, si se dispone de esa posibilidad, pueden preferir la poliginia a la monogamia, compartir con otras un macho de alto estatus antes que disfrutar en exclusiva de uno de menor nivel; todo depende del nivel de diferencia. Lo que no se da prácticamente nunca –aunque moleste al feminismo woke- es la poliandria, es decir, varios hombres compartiendo una mujer –organización, clamaba el chiste-.</div><div><br /></div><div>En resumen, parece existir una fuerte tendencia a la poliginia en el sapiens. Entonces ¿por qué está extendida la monogamia? La explicación está en la exitosa expansión de la Iglesia cristiana, con sus peculiares prescripciones sobre la familia. Según Heinrich, la monogamia genera un abanico de efectos sociales y psicológicos que proporcionan a las sociedades una ventaja competitiva sobre otros grupos. En cierto modo la monogamia explica el éxito de la civilización occidental –ahora en retroceso-, y la subsiguiente expansión de las sociedades europeas por todo el mundo –también-. Esto es evolución cultural.</div><div><br /></div><div><b>El problema matemático de la poliginia. </b></div><div><b><br /></b></div><div>El problema principal del emparejamiento poligínico es que produce una gran bolsa de hombres solteros de bajo estatus con pocas perspectivas de casarse e incluso acceder a cópulas. Y, en respuesta, su psicología desencadena una fiera competición intragrupal que puede desembocar en violencia. No tienen nada que perder desde el punto de vista evolutivo, y por eso son propensos a estrategias descabelladas.</div><div><br /></div><div>Vean, en la imagen que encabeza estas líneas, el caso que plantea Heinrich. El bueno de <b>Samu</b>, macho de bajo estatus, tiene una remota probabilidad de un 1% de acceder a cópulas y perpetuar sus genes. Si mata y roba a su rico vecino comerciante incrementará drásticamente sus posibilidades de emparejamiento, pero -la policía del poblado es efectiva- sabe que hay un 90% de probabilidades de que lo cojan y lo ejecuten. ¿Qué hacer? Incluso con una probabilidad tan alta de ser pillado, sus posibilidades de perpetuar sus genes se han multiplicado por 10. La selección natural, me temo, ha afinado la psicología masculina para hacer estos cálculos de forma no consciente; en circunstancias como las previstas los hombres sin posibilidad de emparejamiento tienen una mayor predisposición a lanzar el dado y cometer el crimen. Tremendo ¿eh?</div><div><br /></div><div>No solo eso. En las sociedades poligínicas los machos de alto estatus como <b>Atila</b> tienen muchos más estímulos para competir y adquirir recursos y estatus adicional para, de este modo, ir acumulando hembras. Lo hacen a costa de invertir menos esfuerzos en la familia original, y por eso la monogamia, aunque también restringe la posibilidad de elección de las mujeres, hace que en promedio ellas y sus hijos tengan más posibilidades de prosperar en el largo plazo.</div><div><br /></div><div>La cultura altera la psicología, pero también el funcionamiento de las hormonas, y éstas a su vez interfieren en la psicología. Los testículos del hombre producen testosterona, una hormona relacionada con competencia con otros machos y, en general, con la agresividad. Está presente en otros mamíferos, y también en aves. Muchas especies –como el gorrión- forman parejas estables monógamas en cada estación –son monógamos fijos discontinuos, podríamos decir-, defienden el territorio y colaboran con la crianza de los polluelos. El caso es que sus niveles de testosterona responden a las distintas situaciones en cada época del año. En la fase de apareamiento, en que tienen que competir con otros machos, los niveles van subiendo hasta que la hembra comienza a ovular, momento en que la vigilancia debe ser máxima porque está en su momento de mayor fertilidad. Pero en el momento en que la hembra queda embarazada la testosterona se desploma y el macho se prepara para alimentar y cuidar a las crías. De hecho si se manipula al gorrión para que siga produciendo testosterona continúa todo chulito pelando y buscando hembras, a la vez que descuida el cuidado de la prole.</div><div><br /></div><div>Pues en los machos humanos funciona igual: cuando se casan descienden los niveles de testosterona, y cuando se separan vuelven a ascender. Los padres con un menor nivel de testosterona cuidan más de sus hijos, e incluso están preparados para percibir y soportar sus llantos. Parece como si existiera un <i>tradeoff</i> entre el tiempo que uno dedica a buscar otras hembras y combatir adversarios –como el testosterónico Don Juan en el viernes de sexo nº 7- con el necesario para atender a la familia. Pues bien, las normas de la monogamia EIRD manipulan esos diales. Al casado, le impiden que tenga más hembras: al soltero le posibilitan que las tenga. La política china del hijo único representa otro buen ejemplo de los efectos de la cultura. Como sus familias son patrilineales, y se necesitaban hijos varones para mantenerla, se procedió a la eliminación selectiva de millones de nasciturus femeninos. En 2009 ya había un sobrante de 30 millones de varones, y los índices de criminalidad se dispararon. Porque niveles más altos de testosterona alientan el comportamiento criminal en hombres de bajo estatus.</div><div><br /></div><div>Es decir la política de la iglesia del matrimonio monógamo contribuyó a domesticar a los hombres haciéndolos menos violentos, menos competitivos y más cooperadores. La evolución cultural domesticó la tendencia natural –aunque esa tendencia no ha desaparecido, claro-. Un tal Herlihy se plantea que fue la primera piedra en el camino a la igualdad, tanto entre los hombres como entre los sexos. Recuerda a un relato de Asimov en el que un agente espacio-temporal cambiaba un pequeño detalle en el pasado provocando tremendas consecuencias en el futuro. Solo que la Iglesia lo hizo sin querer.</div><div><br /></div><div>Ah, no vean en esta entrada alguna especie de juicio moral hacia el matrimonio monógamo: se trata, en todo caso, de un análisis de evaluación de políticas públicas, deformación profesional derivada de haberme dedicado a ello en el pasado (y sí, para ser un «viernes de sexo» no es de los más estimulantes). Pasen buena tarde.</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-3128055514436937512023-12-08T00:28:00.000-08:002023-12-08T00:28:16.660-08:00GRISÚ EN EL CAMPUS<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><a href="https://www.mallorcadiario.com/grisu-en-el-campus-fernando-navarro">Publicado en Mallorca Diario 08/12/2023</a><o:p></o:p></span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">Lo de las «</span><strong style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">microagresiones</strong><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">» lo inventó un chino-americano. El vuelo iba vacío, la azafata le pidió amablemente cambiarse de lado para equilibrar el aparato, y al profesor Derald Wing Sue le pareció percibir un tufillo racista. Ante las protestas airadas del picajoso oriental, la azafata jugó mal sus cartas: decidió responder serenamente, en términos estrictamente profesionales, en lugar de invocar su condición de mujer y devolverle la acusación. Porque la «microagresión» es una baza que sólo pueden usar los colectivos a los que previamente se ha asignado la condición de explotados -entre los que están determinadas etnias y las mujeres, pero no el personal de cabina-. En 2014 la Universidad de California ya disponía de una guía con 52 frases triviales que podían ser consideradas «microagresiones», entre las que se incluían</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">«¿de dónde eres?</em><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">» y «</span><em style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">creo que la persona más cualificada debería obtener el trabajo</em><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">». En todo caso ¿por qué aplicar un término tan fuerte – agresión- a un hecho que se encuentra entre una falta de tacto del que lo ejecuta y un exceso de susceptibilidad del que lo padece? Porque se trataba de poner de manifiesto que, aunque parezcan actos irrelevantes, las «microagresiones» son síntomas de la existencia de una violencia «</span><strong style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">estructural</strong><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">» en la sociedad occidental, un dogma de la sofocante ideología woke que inundaba los campus. En paralelo se desarrollaron otras innovaciones. En 2015 la Universidad de Brown, ante la inminencia de un debate sobre la «cultura de la violación», preparó un novedoso «</span><strong style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">espacio seguro</strong><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">», una habitación -con almohadones, música relajante, galletitas, cuadernos para colorear, plastilina y un vídeo de perritos juguetones- en la que alumnos perturbados por las opiniones vertidas pudieran recuperarse. Y la cosa siguió escalando. En otoño de 2015 el campus de Yale se incendió por las protestas de estudiantes afroamericanos. Pretendían que, para el Halloween que se avecinaba, se fijasen reglas que impidiesen la «</span><strong style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">apropiación cultural</strong><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">»: ponerse un sombrero mejicano sin ser mejicano, o vestirse de Pocahontas sin ser indio -podían, presumiblemente, continuar los disfraces de Drácula al no ser los vampiros transilvanos un colectivo oprimido-. En fin, este era el ambiente neurótico de las universidades norteamericanas; interactuar normalmente en ellas era como pasear por un campo de minas.</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px; min-height: 5px;">La noche del pasado 7 de octubre, treinta grupos de estudiantes de Harvard publicaron una carta abierta afirmando que Israel era «completamente responsable» de la masacre que acababa de sufrir. Antes incluso de que Israel iniciara su respuesta, se expandieron por los campus manifestaciones a favor de la causa palestina en las que se animaba a desatar la Yihad contra los judíos, empujarlos al mar, y acabar con ellos de una vez. En las imágenes puede verse a estudiantes judíos que lloran al ser increpados y acosados, pero estas macroagresiones encontraron una simpatía bastante limitada. Este martes las presidentas de Harvard, Pennsylvania y el MIT tuvieron que acudir a una comisión del Congreso, donde se les hizo la siguiente pregunta: «La llamada al genocidio de judíos ¿viola el código de conducta de su universidad, o sus normas relativas al acoso?». «Depende del contexto», contestaron tranquilamente las presidentas de las hipersensibilizadas universidades. Es obvio que Claudine Gay, presidenta de Harvard, no habría reaccionado con la misma frialdad si el genocidio propuesto hubiera sido de negros o de mujeres, porque ella reúne -de forma «interseccional», en terminología woke- ambas condiciones. Porque lo que las presidentas expresaron el martes fue lo siguiente: los judíos no son un grupo a proteger, así que insultarlos o amenazarlos no es tan grave; en el caso de los judíos, todo depende del contexto. Adiós a los fundamentos de la moral occidental, al imperativo categórico kantiano, y al «velo de la ignorancia» de Rawls.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px; min-height: 5px;">En resumen, uno puede ser expulsado de las universidades por un piropo inoportuno, o por el uso indebido de pronombres, pero, si se incita al genocidio, dependerá del grupo para el que se recomiende. En fin, que las presidentas de Harvard, Penn y el MIT han sido los canarios en la mina de carbón que han alertado de la toxicidad mortal del wokismo. Esperemos que la comparecencia del martes haya supuesto el principio del fin de esa ideología tribal e insidiosa, que divide de forma maniquea la sociedad entre víctimas y verdugos, explotados y explotadores, y aplica normas morales diferentes para cada grupo.</p>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-39435827532019073332023-12-08T00:24:00.000-08:002023-12-08T00:24:41.076-08:00DEMOCRACIA MANCHÚ<p><span style="font-family: "Calibri","sans-serif"; font-size: 12.0pt; line-height: 115%; mso-ansi-language: ES; mso-ascii-theme-font: minor-latin; mso-bidi-font-family: "Times New Roman"; mso-bidi-language: AR-SA; mso-bidi-theme-font: minor-bidi; mso-fareast-font-family: Calibri; mso-fareast-language: EN-US; mso-fareast-theme-font: minor-latin; mso-hansi-theme-font: minor-latin;"><a href="https://www.mallorcadiario.com/democracia-manchu-fernando-navarro">Publicado en Mallorca Diario 01/12/2023</a></span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">El psicólogo</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;"> </span><strong style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">Leon Festinger</strong><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;"> </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">desarrolló la teoría de la</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;"> </span><strong style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">disonancia cognitiva</strong><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;"> </span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">a partir de experimentos tan pintorescos como este: póngase un anuncio en prensa para contratar personal, encárguese a los candidatos los trabajos más horrorosamente aburridos que se pueda imaginar, y ofrézcase al terminar un dinero adicional si aceptan mentir a los siguientes candidatos contándoles que el trabajo ha sido interesantísimo. El caso es que entre los que aceptaban el soborno y mentían –aquí está la gracia- se producían dos reacciones diferenciadas: si les habían dado una cantidad significativa asumían que habían mentido y santas pascuas, pero si la recompensa había sido magra se convencían de que el trabajo no había sido, en realidad, tan aburrido. Festinger lo formuló así: la concurrencia simultánea de creencias y conductas irreconciliables pueden llevar al individuo «al reajuste de las creencias para acomodarlas a la conducta, en vez de cambiar la conducta de acuerdo con las propias creencias». En el experimento, las creencias «mentir está mal» y «yo no soy un cutre» chocaban con la conducta «estoy mintiendo por una miseria», así que –en lugar de dejar de mentir y renunciar al dinero- resultaba más sencillo hacer ajustes en la parte más débil, que siempre es la realidad: no he mentido porque realmente el trabajo no era tan aburrido. Curiosamente esto mismo practicaron los chinos en la guerra de Corea. Ofrecían a los prisioneros norteamericanos pequeños suplementos en sus raciones de arroz si escribían comentarios reconociendo errores de Estados Unidos o aciertos del comunismo, y cuando eran liberados ya se habían convencido de que lo escrito era cierto. El desconcierto ante las súbitas conversiones, y el temor a que los chinos hubieran desarrollado diabólicas técnicas de lavado de cerebro, indujo cierta paranoia en la sociedad norteamericana, y a John Frankenheimer a rodar</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">The manchurian candidate</em><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">.</span></p><p align="JUSTIFY" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px; min-height: 5px;">El ajuste de disonancia es, entonces, un intento tramposo de eludir el esfuerzo que cuesta mantener unas creencias. Como resultado de ese ajuste, una conducta dictada por la comodidad puede acabar determinando inadvertidamente las creencias, convirtiendo a la realidad en plastilina en el proceso. Funciona un poco como la nave espacial de <em style="box-sizing: border-box;">Futurama</em> que, gracias a los niblonianos, en vez de desplazarse, reordenaba el universo a su alrededor. Fíjense que es exactamente lo que han hecho los ministros y diputados manchurianos del PSOE que, como el afán de poder los ha llevado a un lejano confín de la galaxia política –desde el que, por cierto, todo lo que contemplan les parece ultraderecha-, pretenden que ese extremo aberrante sea la nueva normalidad. Y por eso ahora estamos hartos de ver a personas inteligentes y formadas, también en nuestros círculos más próximos, deformando la realidad para no renunciar a su inversión identitaria en el PSOE a pesar del extravagante lugar al que lo ha llevado Sánchez. Los que hace seis años se habrían escandalizado ante la mera posibilidad de pactar con los herederos de los terroristas, o de rescatar de la justicia a golpistas, están ahora tan tranquilos en esa situación excéntrica, poniendo cara de que aquí no ha pasado nada e intentando disimular lo despeinados que han quedado con los bandazos.</p><p align="JUSTIFY" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px; min-height: 5px;">Los <em style="box-sizing: border-box;">spin-doctors</em> –los niblonianos de los partidos- llaman al ajuste de disonancia «<strong style="box-sizing: border-box;">mover la ventana de Overton</strong>», y les va estupendamente: saben que, si se mueven pasito a pasito, el sectarismo de los votantes los puede arrastrar hasta las posiciones que dicte la conveniencia personal de sus líderes. Todo ello sin que los votantes perciban el desplazamiento, por lo que se adaptarán con naturalidad a la nueva situación. Porque el ajuste de disonancia es, en realidad, una maldición: proporciona confort a corto plazo al que lo practica, pero no deja indemne su inteligencia. Tampoco su dignidad, porque lo lleva a normalizar vivir en el mal olor. En resumen, conviene estar permanentemente en alerta ante la acción insidiosa de este mecanismo porque, como resumía Gabriel Marcel, «quien no vive como piensa, acaba pensando como vive».</p>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-65417489074468114592023-12-08T00:22:00.000-08:002023-12-08T00:22:10.354-08:00¡QUE VIENEN LOS GRISES!<p class="MsoNormal"><span style="font-size: 12.0pt; line-height: 115%;"><a href="https://www.mallorcadiario.com/que-vienen-los-grises-fernando-navarro">Publicado en Mallorca Diario 24/11/2023</a><o:p></o:p></span></p><p><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">Los que, al lanzarse al mercado laboral, preparan un currículo saben que deben presentar de forma atractiva sus méritos académicos y profesionales. Saben, también, que no tiene mucho sentido presentar los de los antecesores: las virtudes del abuelo, director de una multinacional, difícilmente persuadirán a las empresas para que contraten al nieto, mochilero eterno en Tailandia. Sin embargo en política esto no es exactamente así: es perfectamente posible vestir una hoja de servicios vacía con los méritos de los padres, siempre que sean de izquierdas. Es más, es perfectamente admisible que los datos sean falsos. Pachi López, incierto portavoz del PSOE en el Congreso, solía detallar en su historial que sus padres eran trabajadores y activistas – cierto, al parecer- y que él mismo había ingresado en el PSOE en la clandestinidad, confiando en que nadie hiciera números y descubriera que se afilió cuando Franco llevaba dos años muerto. También, para enfatizar un presunto sentido de la solidaridad heredado, contaba que su abuelo rescató a los marineros del</span><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">Bismarck</em><span style="background-color: white; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px;">, al que en su historia confundía con un portaaviones y cuyo hundimiento situaba –errando en unas 5.400 millas náuticas- en el Río de la Plata. ¿Era todo falso? Pues sí, pero como diría el propio Pachi ¿a usted qué más le da?</span></p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px; min-height: 5px;">Un valor muy cotizado dentro del currículo de izquierdas fue, durante mucho tiempo, haber corrido delante de los grises, algo que se convirtió en símbolo de la resistencia contra el dictador. Y es que los jóvenes, para bien y para mal, suelen ser la vanguardia de las convulsiones políticas. En la Rusia del siglo XIX -como ejemplo del segundo caso- fueron los que pavimentaron el camino a la revolución bolchevique. Fueron los primeros populistas: creían que había que retornar al pueblo y redescubrir el alma rusa en los campesinos – a los que no habían visto en su vida- para purificar una sociedad corrompida. Lo más curioso es que generaron un intenso complejo de culpa en la sociedad que pretendían purificar, y así cuando en enero de 1878 la activista Vera Zasulich entró en el despacho del jefe de policía de San Petersburgo, y le descerrajó un tiro, fue inmediatamente absuelta -hay que decir que Vera Zasulich además de colérica era mona, como la depuesta Ministra de Igualdad, y eso también ayuda-. Luego los que realmente se animaron a encontrarse con el pueblo no descubrieron el alma rusa por ningún lado, pero en todo caso el activismo juvenil cumplió perfectamente su función principal: el apareamiento. Los estudiantes que protestaban disfrazados de cavernícolas en la universidad de Kazan no consiguieron avances perceptibles en la sociedad rusa, pero sí en su vida sexual y sentimental. Y es que el psicólogo evolucionista <strong style="box-sizing: border-box;">Geoffrey Miller</strong> considera que el activismo político en las universidades es, sencillamente, un mecanismo de señalización sexual. Una pancarta, un poster del Che Guevara, o una pegatina son manifestaciones similares a la cola del pavo real, y cumplen una función idéntica a la de ésta. «Desabrochad vuestros cerebros y vuestras braguetas», proclamaban significativamente en el mayo francés. En fin.</p><p style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px; min-height: 5px;"><a name="Bookmark" style="box-sizing: border-box; color: #892833; text-decoration-line: underline; transition: color 0.3s ease 0s;"></a>Pues hoy, en España, muchos jóvenes están de nuevo en las calles, manifestándose contra el intento de trasladar el socialismo del siglo XXI al continente europeo. Así que en este caso tienen razón en todo, en la estrategia de apareamiento y en los motivos políticos exhibidos: no se puede comparar su austera defensa de la igualdad y el estado derecho con inanes propuestas como «bajo los adoquines está la playa». Y algunos empresarios, que son los primeros en detectar los mercados emergentes, ya andan repartiendo hamburguesas y pizzas a los manifestantes. Y mientras tanto Sánchez, que va a lo suyo, ha nombrado Ministra de Infancia y Juventud -¿infancia y juventud?- a la que el mismo día 7 de octubre justificaba la masacre de Hamas. En fin, que los que corrían delante de los grises por las calles grises, añorando los colores de Abbey Road, tenían razón, y sin duda la tienen los que ahora salen a la calle. Y esta es la suprema ironía para los socialistas: ahora los grises son ellos.</p>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-90786659113476082122023-12-08T00:16:00.000-08:002023-12-08T00:19:00.675-08:00DE TORTOSA A VLADIVOSTOK<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div><p class="MsoNormal"><a href="https://www.mallorcadiario.com/de-tortosa-a-vladivostok" style="font-size: 12pt;">Publicado en Mallorca Diario 17/11/2023</a></p><div class="texto" id="textoNoticia" style="background-color: white; box-sizing: border-box; color: #222222; font-family: exo, sans-serif; font-size: 18.08px; line-height: 1.6em; margin: auto auto 0px;"><p style="box-sizing: border-box; min-height: 5px;"><strong style="box-sizing: border-box; font-size: 18.08px;">Anne Applebaum</strong><span style="font-size: 18.08px;"> </span><span style="font-size: 18.08px;">es periodista y escritora. Tiene un currículo bastante impresionante que incluye una licenciatura en Yale, títulos en la</span><span style="font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; font-size: 18.08px;">London School of Economics</em><span style="font-size: 18.08px;"> </span><span style="font-size: 18.08px;">y el</span><span style="font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; font-size: 18.08px;">St. Antony's College</em><span style="font-size: 18.08px;"> </span><span style="font-size: 18.08px;">de Oxford; ha trabajado en</span><span style="font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; font-size: 18.08px;">The Economist</em><span style="font-size: 18.08px;"> </span><span style="font-size: 18.08px;">y</span><span style="font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; font-size: 18.08px;">The Spectator</em><span style="font-size: 18.08px;">, ha sido miembro del consejo editorial del</span><span style="font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; font-size: 18.08px;">Washington Post</em><span style="font-size: 18.08px;">, y ahora está en</span><span style="font-size: 18.08px;"> </span><em style="box-sizing: border-box; font-size: 18.08px;">The Atlantic</em><span style="font-size: 18.08px;">. Ah, y ganó un Pulitzer en 2004 con una historia del Gulag. En toda su trayectoria se ha caracterizado por ser una ferviente defensora de la democracia liberal, esa que –algunos parecen olvidar- requiere la existencia de leyes generales, abstractas e iguales para todos, y donde el poder –con el fin de controlarlo eficazmente e impedir su abuso- es dividido en parcelas independientes que se contrapesan recíprocamente. Digo todo eso para que entiendan que no es una señora que pasaba por ahí la que el pasado martes denunciaba en tuiter</span><span style="font-size: 18.08px;"> </span><strong style="box-sizing: border-box; font-size: 18.08px;">el peligro que supone la amnistía de Sánchez</strong><span style="font-size: 18.08px;">. Tal vez esto suponga un amargo consuelo a Sánchez: España puede adquirir súbitamente más relevancia en el exterior que la que auguraba su última intervención en el aparcamiento de la Casa Blanca.</span></p><p style="box-sizing: border-box; min-height: 5px;">El caso es que la denuncia de Applebaum se centraba en uno de los aspectos inquietantes del proyecto de amnistía: servirá para hacer desaparecer las investigaciones sobre los tentáculos de Putin en el Procés. Todo esto puede sonar algo cómico -una pintoresca trama que junta apellidos catalanes con rusos, Josep Lluís Alay con Dmitrenko-, pero es muy real. Obviamente a Putin no le interesan las quimeras del nacionalismo catalán, pero las suyas confluyen con éste. A falta de Prat de la Riba dispone de <strong style="box-sizing: border-box;">Ivan Ilyin</strong>, y sus enseñanzas lo han convencido de que Rusia es algo singular: nada menos que la encargada de ayudar a Dios en su lucha contra el mal. Esta entidad providencial se ha ido manifestando a través de sucesivos avatares: el primero la Rus de Kiev; el siguiente, la Rusia zarista; el tercero, la Unión Soviética. Y aunque parezcan opuestos hay una continuidad entre todos ellos. Por ejemplo –siempre según Ilyin y Putin- es bien sabido que los monjes liquidados por los bolcheviques en el 17 elevaron posteriormente desde el Cielo sus plegarias para contribuir a la victoria soviética en el 45; con ello demostraron no ser rencorosos. El último avatar será Eurasia, un imperio destinado a gobernar «<strong style="box-sizing: border-box;">desde Lisboa a Vladivostok</strong>»; porque la Unión Europea, que es parte del mal, está condenada a fragmentarse y desaparecer. Entiendo que todo esto les parezca ridículo, pero para Putin es muy real. En todo caso es fácil de visualizar su confluencia de intereses con el Procés: éste último puede servir para desestabilizar Europa, y contribuir a su fragmentación.</p><p style="box-sizing: border-box; min-height: 5px;">La proposición de ley de amnistía insiste machaconamente en el concepto de «interés general», a pesar de que todos sabemos que éste surgió súbitamente ante la necesidad de 7 votos para mantenerse en el poder. Así que precisamente eso, la necesidad de Sánchez, es lo que realmente identifica la propuesta con el interés general. En 1922 alguien defendió que el «soberano» es aquél que tiene la capacidad de saltarse el estado de derecho en nombre del «interés general», que es exactamente lo que hace este proyecto. Esa definición proviene de la <em style="box-sizing: border-box;">Teología Política</em> de <strong style="box-sizing: border-box;">Carl Schmitt</strong>, que por cierto fascinaba a Ilyin y con esto parece cerrarse un círculo. Pero que estemos saliendo de la órbita de las democracias liberales, para adentrarnos en regímenes más ajustados a lo prescrito por Schmitt, debería alarmarnos profundamente. Eso sí, con las inyecciones de dinero que Sánchez ha pactado para Cataluña, serán las <em style="box-sizing: border-box;">Rodalies</em> las que lleguen a Vladivostok.</p></div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-7564876243230301582023-11-10T03:49:00.008-08:002023-11-10T04:47:11.755-08:00VIERNES DE SEXO (8): INTERLUDIO<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLzG1qQ77b_I533yEyt9gAewpzoQNPzLz6VeLxzBvarjN-iE7L07_X82xD-fjZAbFaPI_ld7OkNnpxfEGSpS9T0o-pFrzpVXQalGWmVURFWmaxPH7G9W0nBz0i66GpuAlxUoN-BzSSblsIalXXfigWNabvs4K-MI6kpK6vdOQMBzvegrHtRCTYus4Ql4WI/s626/mujer-traje-carnaval-plumas-pavo-real-bailando-show_131087-1442.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="626" data-original-width="417" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgLzG1qQ77b_I533yEyt9gAewpzoQNPzLz6VeLxzBvarjN-iE7L07_X82xD-fjZAbFaPI_ld7OkNnpxfEGSpS9T0o-pFrzpVXQalGWmVURFWmaxPH7G9W0nBz0i66GpuAlxUoN-BzSSblsIalXXfigWNabvs4K-MI6kpK6vdOQMBzvegrHtRCTYus4Ql4WI/s320/mujer-traje-carnaval-plumas-pavo-real-bailando-show_131087-1442.jpg" width="213" /></a></div><br /><div>BREVE HISTORIA DE LA SELECCIÓN SEXUAL</div><div><br /></div><div>Cuentan que a <b>Darwin</b> lo obsesionaban los pavos reales. Acababa de desarrollar la teoría de la selección natural, y ahí estaba ese bicho presumido desafiándola. ¿Qué hace con esa cola tan aparatosa capaz, simultáneamente, de llamar la atención de los depredadores y de dificultar la huida? ¿Puede haber algo menos biológicamente adaptado? ¿Cómo es posible que no se haya extinguido este merluzo? Resulta que a la teoría de la selección -supervivencia de los genes del más apto- le faltaba una pata muy importante, la selección sexual -supervivencia de los genes del que consigue reproducirse-, y el propio Darwin comenzó a esbozarla en <i><b>El origen del hombre</b></i>, el segundo de sus grandes libros. Resulta que el pavo real -que finalmente no era tan tonto- había desarrollado una táctica, llamativa pero eficaz, para atraer a las hembras. Entonces la razón última de la cola está en que atrae a las pavas: el pavo real macho se limita a responder a los gustos de la hembra, que es la que selecciona.</div><div><br /></div><div>Como era previsible la sociedad victoriana enarcó las cejas ante el impacto de esta nueva revelación. ¿Cómo que las mujeres eligen? ¿Es que los hombres somos meros objetos que desfilan a la espera de ser elegidos? Descubrir que nuestros primos son, literalmente, chimpancés ya había sido bastante malo -«esperemos que no sea cierto, y si lo es, que no se entere nadie», dicen que dijo la mujer del obispo de Worcester-. También fue molesta la posibilidad de aceptar que no éramos el diseño de un Creador, sino el producto ciego de las fuerzas evolutivas. Pero aceptar que este proceso no era exactamente ciego, sino impulsado por los impulsos de primates copuladores resultaba francamente inasumible. Uno de los principales críticos de la selección sexual fue <b>Alfred Wallace</b>, que había descubierto la selección natural a la vez que Darwin, y los biólogos se apresuraron a aceptar sus razones. Por todo esto la selección sexual quedó arrumbada durante algunas décadas, y la investigación se centró más bien en seguir el camino abierto por los experimentos genéticos de <b>Mendel</b>.</div><div><br /></div><div>Hay que decir que los austeros victorianos tenían parte de razón porque en los humanos los machos también escogen, aunque con distintos criterios que las hembras. Cuando ellos observaban que las mujeres eran más monas, y más preocupadas por su aspecto que ellos, acertaban: cuando buscan pareja los machos valoran la apariencia física mucho más que las hembras. Como dice el profesor de antropología David Puts, mientras que los cuerpos de las mujeres son, en gran medida, producto de los gustos de emparejamiento de los hombres, los cuerpos de los hombres son, en gran medida, producto de la competencia entre machos. En otras palabras, <b>el cuerpo femenino representa la cola de un pavo real, y el cuerpo masculino un gran par de cuernos</b>. Glups.</div><div><br /></div><div>Volviendo a los pavos, en 1915 el matemático <b>Ronald Fisher</b> 1915 publicó un estudio en el que se hacía estas preguntas: «<i>¿por qué las hembras tienen estas preferencias?; ¿qué utilidad tiene para la especie que escojan lo que parece un ornamento inútil</i>». Porque para Darwin las preferencias femeninas existían, pero eran misteriosas; para Fischer «<i>los gustos de los organismos, como los órganos y facultades, deben ser considerados como el producto del cambio evolutivo, gobernado por las <b>ventajas relativas que esos gustos confieren</b></i>». Es decir, no basta con que a la hembra del pavo la atraiga su vistosa cola: es preciso que esa elección proporcione, aunque sea de manera no consciente o indirecta, alguna ventaja evolutiva. Por eso Fischer defendió que el gusto por determinados ornamentos evolucionó porque eran indicadores de aptitud biológica (<i>fitness</i>), salud y energía. Una hembra podía haber desarrollado una legítima preferencia por los pavos alicaídos y desmochados, pero el subsiguiente apareamiento no le habría proporcionado ninguna ventaja. En cambio la que, por lo que fuera, desarrolló una preferencia por una cola vistosa transmitió a sus descendientes, junto con ese gusto, unos buenos genes –sin ser ella consciente, claro-; con el tiempo, los genes de la segunda hembra predominarían. Si usted es mujer, recuerden las ventajas evolutivas de estos caprichos sexuales femeninos, y así tal vez consideren con mayor benevolencia la aversión de los hombres hacia la ptosis mamaria.</div><div><br /></div><div>Pero de nuevo la teoría de la selección sexual encontró detractores, esta vez encabezados por <b>Julian Huxley</b>. Las décadas centrales del siglo XX estuvieron, además, dominadas por el conductismo de Skinner, según el cual los humanos somos unos robots provistos de una mínima dotación de instintos básicos, una tabula rasa perfectamente programable por la asociación de estímulos con recompensas y castigos. Y de los pavos para qué hablar: ¿cómo van a tener capacidad para tener preferencias unos bichos, si hasta es discutible que los hombres la tengan? Y cuando esta visión fue finalmente superada, en cuestión de sexo los psicólogos ya no se acordaban de Darwin sino de Freud. La sexualidad humana se había separado de la animal, por lo que una teoría de la selección sexual aplicable a ambos sonaba perfectamente absurda. De nuevo la ideología interfirió en la ciencia: lo de los pavos era inaceptable porque el izquierdismo dominante tendía a ver los ornamentos como un despreciable producto, no biológico, sino burgués. Porque, como podemos contemplar actualmente, los fríos científicos son muy vulnerables a las modas ideológicas de turno.</div><div><br /></div><div>En 1975 el biólogo <b>Amotz Zahavi</b> desarrollo una extraña teoría, el «<b>principio del hándicap</b>», que Richard Dawkins recogería un año después en El gen egoísta. Este principio retomaba el indicador de aptitud biológica de Fischer, pero de forma bastante contraintuitiva. Según Zahavi es precisamente el despilfarro, el alto coste de recursos necesarios para mantener un complicado ornamento como el del pavo lo que lo convierte en un indicador fiable de fitness: sólo los que están sobrados pueden permitirse tal despilfarro. Los pavos menos saludables, sencillamente no pueden permitírselo. Y ahora apliquen este principio a los humanos y entenderán por qué los hombres se compran coches por encima de sus posibilidades: despilfarran en «inútiles» indicadores de estatus, y las mujeres lo interpretan correctamente como fiables indicadores de riqueza.</div><div><br /></div><div>En fin luego llegó <b>Robert Trivers</b> y enunció lo de la inversión parental. Y últimamente <b>Geoffrey Miller</b> intenta demostrar que la selección sexual está detrás incluso del surgimiento del lenguaje, la inteligencia, el arte y la moral, y aporta razones, a veces muy sólidas, y generalmente muy divertidas. La selección sexual ha vuelto plenamente, y lo ha hecho para quedarse, pero su exilio durante un siglo ha sido costoso para la ciencia. Por ejemplo, en economía impidió entender por qué el cliente racional demostraba tanta avidez por el lujo y la exhibición de consumo. Y, en sociología, por qué los hombres compiten entre sí por el poder y la riqueza, mucho más que las mujeres; sí amigos, los hombres buscan el poder porque es lo que atrae a las mujeres. Aún ahora hay una parte de las ciencias sociales que , abducida por las ideología woke, se mantiene en un oscurantismo refractario a la biología.</div><div><br /></div><div>Como han podido ir viendo en estas entradas todo este asunto de la selección, no sólo es fascinante, sino que es el camino más prometedor para acceder a un mayor conocimiento de nosotros mismos, incluyendo áreas que cabría pensar tan alejadas de la biología como la moral. También es de una exquisita complejidad: aún queda por entender cabalmente el papel de la <b>evolución cultural</b> y la memética, y nuestro propio papel como seres más o menos conscientes y elaboradores de teorías. En realidad -aprovecho para decirlo- el mayor peligro que existe al buscar las raíces evolutivas de nuestro comportamiento está en el apresuramiento. En creer que uno ha encontrado la llave mágica que va a abrir fácilmente todas las puertas y a proporcionar todas las respuestas. Es ese momento, en el que uno se descubre aplicando un análisis evolutivo a todos los episodios de su existencia, cuando uno puede convertirse en el cuñado de Darwin dedicado a pontificar desde la barra de un bar. Paso a paso, amigos. Pasen un buen viernes.</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-7443359871137425872023-11-03T07:47:00.001-07:002023-11-03T11:26:54.213-07:00VIERNES DE SEXO (7)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwJ16h3ALbAx-NgWJP-VcZfPvep4vfGzwTkvpBKWv7QTL8vmrejvx37KoWKvqDrthOW1XjvgTS9fGFyY9pIFAvpK3BoHWph9soHcOyN9WAe3SLFCerW_aHLq4Xr0uE3oxJnxBjWfbKslrvDL7eNursAPpZ5VcbTX7Dq3d8uw7GgaLIERm5sKoVJy3jOl0m/s270/Tenorio_1922.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="226" data-original-width="270" height="226" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhwJ16h3ALbAx-NgWJP-VcZfPvep4vfGzwTkvpBKWv7QTL8vmrejvx37KoWKvqDrthOW1XjvgTS9fGFyY9pIFAvpK3BoHWph9soHcOyN9WAe3SLFCerW_aHLq4Xr0uE3oxJnxBjWfbKslrvDL7eNursAPpZ5VcbTX7Dq3d8uw7GgaLIERm5sKoVJy3jOl0m/s1600/Tenorio_1922.jpg" width="270" /></a></div><br /><div><i>Don Juan:</i></div><div><i>Del mismo modo arregladas</i></div><div><i>mis cuentas traigo en el mío:</i></div><div><i>en dos líneas separadas</i></div><div><i>los muertos en desafío</i></div><div><i>y las mujeres burladas.</i></div><div><br /></div><div>Después de leer estas entradas, ustedes están en condiciones de entender cabalmente qué representa esta escena. Don Juan Tenorio y Don Luis Mejía, alardean de los machos que han despachado respectivamente (competición intrasexual, derivada del principio de inversión parental de Robert Trivers) y presumen de hembras con las que han conseguipo aparearse. Son 32 machos muertos y 72 cópulas, lo que demuestra, de paso, que el sapiens puede ser muy destructivo con sus congéneres. Observaran que Don Juan dice «burladas», lo que permite sospechar que ha fingido amor –un fiable indicador de compromiso y predisposición de emparejamiento a largo plazo cuando es de verdad- a cambio de las cópulas. Es decir, Don Juan relata una sucesión de conflictos en los que una de las partes (él) buscaba emparejamientos a corto plazo mientras que las otras pretendían un compromiso a largo plazo, y ha salvado las discrepancias de intereses mediante la mentira.</div><div><br /></div><div>«<i>Cada uno de nosotros desciende de innumerables generaciones de hombres que mintieron, engañaron, sedujeron, intimidaron o mataron para llegar a tener relaciones sexuales</i>», dice Paul Seabright en The war of sexes -«y de innumerables generaciones de mujeres que encandilaron, sedujeron, mintieron o manipularon para obtener privilegios económicos a cambio del acceso a sus cuerpos», añade-. Esta afirmación, algo grosera, quiere decir que en toda relación de emparejamiento hay margen para el conflicto: cuando una persona entra en un bar buscando una aventura ocasional, y encuentra a otra que está buscando el amor de su vida, sus objetivos no pueden satisfacerse simultáneamente. Y ya hemos visto que las preferencias y predisposiciones de cada sexo –derivadas de las ventajas genéticas que han proporcionado a cada uno- no coinciden exactamente. El conflicto sexual es costoso: cuando alguien no logra sus objetivos obtiene frustración y sufre costes, como mínimo de oportunidad. Parece que estamos ante uno de esos juegos en los que el equilibrio de Nash que se alcanza no coincide con el óptimo de Pareto. A cambio, hay pocas cosas tan divertidas como ese juego, sin el que la literatura habría sido mucho más pobre.</div><div><br /></div><div>Fíjense en este dato. El promedio de parejas que tienen los hombres homosexuales es <i>superior</i> al de los hombres heterosexuales, pero el promedio de parejas que mantienen las mujeres homosexuales es <i>inferior</i> al de las mujeres heterosexuales. ¿De dónde sale esta asimetría? Como consecuencia de la mayor rentabilidad genética obtenida a lo largo de innumerables generaciones en cópulas puntuales, los hombres -en promedio, con los correspondientes solapamientos- experimentan un mayor deseo sexual, se excitan más fácilmente con estímulos visuales, tienen más fantasías sexuales, piensan en sexo el doble que las mujeres a lo largo del día… y tienen un mayor deseo de variedad sexual. Entonces la asimetría podría explicarse sencillamente por esto: puesto que los miembros de una pareja homosexual tienen gustos más parecidos entre sí, pueden alcanzar un óptimo más cercano a sus preferencias que los de las parejas heterosexuales, que tienen que transaccionar entre ellos.</div><div><br /></div><div>Digo esto porque ya habrán podido llegar a una conclusión fundamental: el mind-reading, intentar adivinar lo que piensa el otro a partir de nuestra propia experiencia, ponerse en los zapatos del otro para analizar cómo nos sentiríamos en su lugar, empatizar con los que nos relacionamos, <b>es muy recomendable y funciona muy bien… excepto en el mercado del emparejamiento</b>. En realidad intentar adivinar las preferencias del sexo opuesto extrapolando las propias es una de las principales fuentes de conflicto sexual. Porque no sólo tenemos distintas preferencias: también padecemos distintos sesgos. Recuerden que los hombres tendemos a sobreestimar el interés que hemos despertado en una mujer concreta (sesgo del patoso). Pues bien, las mujeres padecen un sesgo de signo contrario por el que sistemáticamente infravaloran el interés que despiertan en el sexo opuesto. Con estos mimbres el campo para que los hombres hagamos el ridículo es enorme y resbaladizo. Nosotros debemos acostumbrarnos a aplicar rutinariamente un factor corrector a nuestras expectativas, pero ustedes tengan paciencia y compasión mientras tanto.</div><div><br /></div><div>Los psicólogos, consultores matrimoniales y abuelas suelen recomendar rutinariamente a las parejas que exploren sus aficiones comunes, pero en materia de emparejamiento -como recuerda <b>Bill Maher</b>- «<i>las suyas nos aburren y a ellas les repugnan las nuestras</i>». No es casual que el porno sea una mercancía de consumo mayoritariamente masculino, mientras que las consumidoras de novelas y películas románticas sean sobre todo mujeres (que sí, que a mí me gustó <i>Love actually</i> y usted, señora, valoró la penúltima interpretación de Rocco Sifreddi, pero las cifras son las que son). No siempre, claro, pero es frecuente que exista un campo intermedio entre las preferencias de ambos sexos que se cubre con la fantasía, el malentendido o la mentira. Cuando la web de citas <b>Ashley Madison</b> –una web de encuentros sexuales entre personas casadas de alto poder adquisitivo- fue hackeada, y se filtraron los nombres de los usuarios, se destapó algo mucho más interesante: el 99% de los perfiles femeninos eran falsos. Se habían creado para dar la impresión de que un montón de mujeres casadas atractivas estaban usando la red. En concreto, frente a casi 20 millones de hombres que usaban activamente la red, sólo había 1.492 mujeres que hacían lo propio.</div><div><br /></div><div>En algún momento de estas entradas hablaremos de evolución cultural, de memes y de modas, pero les adelanto que su influjo es también muy potente. Los jóvenes de mi generación se iniciaron en los misterios del sexo con ayuda de prestigiosas publicaciones -como Playboy y Penthouse- que nos convencieron de que las mujeres experimentaban una atracción sexual irrefrenable hacia los hombres -independientemente de su aspecto físico e incluso de su poder adquisitivo- y de que siempre estaban dispuestas a organizar orgías. Esto nos llevó a algunas perplejidades al interactuar con mujeres que no habían accedido a esas fuentes de conocimiento. Luego esas mismas mujeres se informaron a su vez por otras fuentes como Cosmopolitan de que a los hombres nos encantan las sesiones eróticas larguísimas con velitas y -más sorprendente aún- que a ellas el encanta el sexo anal. En fin, disculpen esta digresión.</div><div><br /></div><div>Déjenme terminar con esto: todos somos iguales, pero no somos iguales. Somos iguales en derechos y obligaciones –este es un pilar de la civilización occidental- pero diferimos profundamente entre nosotros; menos mal. De modo similar, no deben existir diferencias legales entre hombres y mujeres, pero la estadística desvela ciertas diferencias entre ambos sexos. Y aquí de nuevo las teorías de género se equivocan estrepitosamente: pretenden que estas diferencias estadísticas no existen y, cuando las observan, las atribuyen a la acción de las fuerzas del patriarcado, empeñado en construir roles para mantener la dominación sobre la mujer; entonces, para corregir la influencia –ficticia- del patriarcado, crean desigualdades –reales- ante la ley, y erosionan así un pilar de nuestras democracias liberales. Pasen una buena noche. </div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-91891042032505672312023-11-02T03:07:00.002-07:002023-11-02T05:32:32.640-07:00LA MORAL FOTOELÉCTRICA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlkrUvXW3KaOj7VjUq8-6CAlgolcJD5BfFrYJDjrV76nO30e5tclOeHODb3DhL1P0JqvotEYW0TyiPpEqD_GwduHg94zdgsXm8WNQdsZHOfcM06v_VV_pmehzoAMvTYTonMEME5CD_sNGE1gfcCs2tKuwyhL8ZGJY9uRThDEFQNeuYQUoO45zpr3xOGYS7/s300/descarga%20(17).jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjlkrUvXW3KaOj7VjUq8-6CAlgolcJD5BfFrYJDjrV76nO30e5tclOeHODb3DhL1P0JqvotEYW0TyiPpEqD_GwduHg94zdgsXm8WNQdsZHOfcM06v_VV_pmehzoAMvTYTonMEME5CD_sNGE1gfcCs2tKuwyhL8ZGJY9uRThDEFQNeuYQUoO45zpr3xOGYS7/s1600/descarga%20(17).jpeg" width="300" /></a></div><br /><div>Anuncian en la radio una alarma compatible con mascotas: sólo se activa en presencia de personas, aunque sea el hijo que llega borracho, pero permanece inerte cuando pasa por delante de ella el perrito, aunque se esté cagando en la alfombra persa, o proceda a comerse la tesis doctoral. Es decir, la alarma discrimina según los actores y no según las acciones, y esto puede funcionar muy bien para preservar la seguridad de un hogar. Pero observen que <b>la alarma moral de una parte significativa de la izquierda funciona exactamente igual</b>, y esto es francamente disfuncional.</div><div><br /></div><div>Esto se ha intensificado por la asimilación inadvertida de los dogmas <i>woke</i> por la izquierda, entre ellos la aplicación inmediata del esquema víctima-verdugo a todas las situaciones. Por eso <b>el pasado 7 de octubre su alarma moral permaneció desactivada ante las atrocidades perpetradas por las «víctimas»</b>. Permaneció perfectamente muda cuando mil quinientos «verdugos» -mujeres, hombres, ancianos y bebés- eran torturados y/o asesinados. La alarma de las «feministas» se mantuvo silente ante la visión de mujeres exhibidas como trofeos, con cuerpos descoyuntados o sangre en los pantalones delatando las violaciones sufridas. Y entonces, transcurridas unas pocas horas, la alarma moral se activó y movió a la izquierda hasta la calle, para acompañar a las «víctimas» mientras coreaban -«desde el río hasta el mar…»- su voluntad de aniquilar a los «verdugos». Observen que <b>la alarma, que había permanecido ciega ante la realidad, se activó ante una mera posibilidad</b>: la de que los «verdugos» planearan responder a la masacre perpetrada por las «víctimas».</div><div><br /></div><div>Es decir, este algoritmo moral sólo activa la indignación de la izquierda cuando actores predefinidos desempeñan papeles previamente asignados. Podríamos decir, entonces, que <b>la izquierda sufre un «sesgo de encasillamiento»</b>: sólo ve en la pantalla a Lee Van Cleef cuando hace de malo, y a Henry Fonda cuando hace de bueno. Tal vez por eso cuando la izquierda –los «buenos»- indulta delincuentes, pone a violadores en libertad, o permite que menores tuteladas sufran abusos, su paisaje moral sólo muestra <i>tumbleweed</i>, esos matojos rodantes que suelen cruzar un paraje desértico. Obviamente ese paisaje habría sido mucho más animado si esos papeles hubieran sido desempeñados por la derecha, es decir, los «malos».</div><div><br /></div><div>¿Doble rasero? ¿Doble moral? Sí, claro, ese es uno de los efectos. Para también envilecimiento moral. Porque obsérvese que el problema del encasillamiento provoca la <b>indiferencia ante las malas acciones de los «buenos» en la realidad</b>, pero permite una <b>enorme indignación ante las malas acciones de los «malos» en la fantasía</b> -el relato- que la propia izquierda construye. Y es por eso, queridos niños, por lo que <b>la izquierda asiste con indiferencia a la destrucción de la democracia por la izquierda: porque al menos no gobierna la derecha.</b></div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-26141070628116730332023-10-26T04:30:00.003-07:002023-10-26T08:41:05.535-07:00ISRAEL Y EL DILEMA DEL TRANVÍA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4MJayxhdMBvLi_9kR9sajtTgBegzqN0qINkD1j5du5d8s50Vq27SNUVY5LvqBgFfz6QP_b1iHiBI6PnLwmG4g92DSaVrhsaO3koJvg9fmp_em-XThrpBLBEW1TdCZaopZUMA5B6-Z-JXre8btZmUXr9JnsD8jsAOeWyMtTIdO58zA9syF5WxiFadSe3cy/s1200/1200px-Trolley_Problem.svg.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="410" data-original-width="1200" height="109" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg4MJayxhdMBvLi_9kR9sajtTgBegzqN0qINkD1j5du5d8s50Vq27SNUVY5LvqBgFfz6QP_b1iHiBI6PnLwmG4g92DSaVrhsaO3koJvg9fmp_em-XThrpBLBEW1TdCZaopZUMA5B6-Z-JXre8btZmUXr9JnsD8jsAOeWyMtTIdO58zA9syF5WxiFadSe3cy/s320/1200px-Trolley_Problem.svg.png" width="320" /></a></div><div><br /></div>
Seguro que han visto mil veces el dilema: un tranvía circula sin frenos por una vía en la que hay tres personas despistadas. Sin embargo usted, que por alguna razón misteriosa maneja un cambio de agujas, puede desviarlo a otra vía donde también hay una persona despistada, pero sólo una. ¿Qué hacer? Este es el dilema favorito de los utilitaristas: si en una vía hay 3, y lo desvío a otra donde hay 1, ahorro 2. Perfecto, dilema moral resuelto y a otra cosa. Es una forma de cálculo satisfactoria para los totalitarios. Primero porque elude ciertos juicios morales previos (¿por qué circula el tranvía?; ¿por qué están ahí las personas?) pero sobre todo porque convierte a los humanos en números, que son más fáciles de manejar (¿qué importan unos millones de muertos actuales cuando está en juego la felicidad de todo el mundo en el futuro?) No es de extrañar que esta doctrina moral fuera desarrollada, con su mejor intención, por Jeremy Bentham, que al parecer sufría serias deficiencias en su respuesta <div><div><br /></div><div>Porque los humanos no funcionamos así (y cuando funcionamos así, hay que preocuparse). Lo del tranvía es un dilema perfectamente falso porque la respuesta verdadera de «¿a quién salvaría usted?» es «depende de quién estuviera en las vías». En el mundo real el guardagujas echaría un vistazo antes de tomar su decisión, y no se trata únicamente de que salvaría (obviamente) a su hijo en detrimento de tres desconocidos, sino de posibilidades mucho más triviales. Tengo claro que si el guardagujas fuera hombre, en una de las vías hubiera una mujer atractiva, y en la otra tres gordinflones aleatorios, el destino de éstos estaría sellado en el 90% de los casos (y el 90% de las mujeres haría que el tren pasara por encima de la primera). A partir de ahí unos y otras racionalizarían su decisión, aportando razones que, a pesar de su apariencia más o menos lógica, no habrían sido las que los llevaron a tomar sus respectivas decisiones. Y aquí las mujeres -«¡es que era una frente a tres!»- lo tendrían más fácil para encontrar esas razones ex post. Pero los hombres tendrían que retorcer mucho más la realidad y los argumentos para justificar su decisión, y de este modo en el proceso –esto es importante- se volverían más estúpidos. Peor aún: se volverían más viles.</div><div><br /></div><div>Y es que la razón no evolucionó para buscar la verdad, sino como abogado defensor de su titular ante la tribu. Como una herramienta para que pudiera presentarse como alguien de confianza ante sus vecinos. Por eso en un dilema moral lo determinante no suele ser la justicia de la situación –algo que enjuiciamos con nuestros módulos morales y nuestra razón- sino la posición desde donde señalizar la virtud ante los vecinos -que detectamos con nuestras antenas de pertenencia-. Obviamente las antenas de éstos, que también quieren quedar bien, están funcionando a la misma velocidad, de modo que la posición correcta se determina mediante un torbellino caótico dominado por el «relato» y la moda. Y la paradoja entonces es ésta: la señalización virtuosa puede situar a la persona en posiciones profundamente inmorales (o, si lo prefieren, la pertenencia puede asfixiar la moral).</div><div><br /></div><div>La <b>matanza del 7 de octubre</b> provocó en España una onda expansiva de horror, y la indiferencia de una parte de la sociedad generó una siniestra réplica. Nunca más nos preguntaremos cómo en la civilizada Alemania se contempló con indiferencia el destino de los judíos. A los mismos que el beso eufórico de un patoso, o los cánticos gamberros de unos estudiantes provocaron enorme indignación, no mereció ni un alzamiento de cejas la visión de mujeres secuestradas en directo, presuntamente violadas, o directamente asesinadas –sus cuerpos descoyuntados exhibidos como trofeos-. Ya habían tomado partido, y a las pocas horas empezaban a echar la culpa a las víctimas. Un potente relato había arrasado la compasión, y ayer Yascha Mounk hacía un esfuerzo forense para diseccionarlo. Tal vez en la imagen del malvado judío frente al pobre palestino –el guion no suele ser más sofisticado- no hay exactamente antisemitismo sino odio a occidente, cuyos valores Israel representa.</div><div><br /></div><div>La lección, entonces, es que todos nosotros podemos estar tomando posición en función de preferencias o prejuicios no siempre detectados. Y si estos prejuicios –este relato- es lo suficientemente fuerte, podemos vernos arrastrados hasta la cochambre moral e intelectual. Podemos llegar a retorcer la realidad hasta que hechos horrorosos resulten justificables: bastará con culpar a la víctima y distorsionarla hasta convertirla en un monstruo. ¿Cómo creen que se originaron las caricaturas de <i>Der Stürmer</i>?</div><div><br /></div><div>Este dilema del tranvía ha comenzado con Hamas invadiendo una vía con el fin de atropellar a 1.500 personas, y a partir de ahí se han abierto nuevas bifurcaciones. Una –la que parece exigir una parte del mundo- supone que Israel se abstenga de intervenir y permita que el tranvía siga circulando y atropellando personas a su conveniencia. La otra es intentar desactivar a Hamas derivándola a una vía muerta: en este caso, sin duda habrá espectadores arrollados. De este dilema no se va a emerger con una solución moralmente inmaculada, y es preciso exigir a Israel que intente evitar las víctimas inocentes, que en todo caso añadirán un nuevo horror. Pero no debemos olvidar un hecho elemental: conociendo todas las vías, ramales y bifurcaciones, y las personas que hay en cada uno de ellos, <b>el tranvía de la destrucción lo ha puesto en marcha Hamas</b>. Yo, como verán, también he tomado partido.</div></div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-61924324294139447602023-10-25T04:21:00.007-07:002023-11-03T07:23:49.829-07:00VIERNES DE SEXO (6)<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHRoe-Q2jgIb1j6bw_JWty2OsKQQEb5EMAvLrBErpekzTDXrxrrHQ1OPJGFukvQmNnfGhjKXOUT9z5qGikN1RtkiNDlVzwB_bYbwJalU2rQXWCz6Ph2v1x6GieIgD6sr9NW1wS5bXqnYF8_5VZjG218jM9SLJeVWwtyPUF8xoBqtE0A0DwQ9Lyw5qf4lkn/s1396/71juAztj6oL.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="953" data-original-width="1396" height="218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiHRoe-Q2jgIb1j6bw_JWty2OsKQQEb5EMAvLrBErpekzTDXrxrrHQ1OPJGFukvQmNnfGhjKXOUT9z5qGikN1RtkiNDlVzwB_bYbwJalU2rQXWCz6Ph2v1x6GieIgD6sr9NW1wS5bXqnYF8_5VZjG218jM9SLJeVWwtyPUF8xoBqtE0A0DwQ9Lyw5qf4lkn/s320/71juAztj6oL.jpg" width="320" /></a></div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><br /></div></div>«<b><i>Te da carrete, pero no se compromete contigo: te mantiene cerca por si acaso, como una vieja lata de fabada en la despensa</i></b>». Con estas sabias palabras Robin desvela a Ted (<i>Cómo conocí a vuestra madre</i>) su lamentable condición de «<b>pareja de repuesto</b>» de Tiffany. No está en la misma situación que el pagafantas, que proporciona regalos a la hembra sin llegar a acceder a la cópula, aunque a veces estas categorías se solapan. El <i>backup mate</i> es la rueda de repuesto que permite continuar sin problemas el viaje tras un súbito pinchazo. El impacto para las hembras ancestrales de accidentes como que su pareja estable abandonara el mundo en las fauces de un pterodactilo –si es que ambas espacies coexistieron- era enorme, así que habría resultado sorprendente que no hubieran desarrollado estrategias de aseguramiento contra tal contingencia. No es de extrañar entonces que <b>David Buss y Joshua Dauntley</b> descubrieran que, incluso en relaciones estables perfectamente felices, las mujeres mantienen rutinariamente parejas de repuesto. Sí, esto afecta más a mujeres: preguntados ambos sexos resultó que las mujeres se enfadan el doble que los hombres cuando ese amigo íntimo de toda la vida –te digo que no es más que un amigo, cariño, no digas tonterías- se enamora de otra mujer, y se cabrean como monas cuando ese amigo se embarca en una relación a largo plazo con otra; es como descubrir de repente que te han cancelado la póliza de seguro. Estas parejas de repuesto se mantienen a veces conscientemente, pero más frecuentemente de forma inconsciente.<div><br /></div><div>Observo que en estas entradas algo desordenadas hemos pasado por alto las <b>ventajas evolutivas que las relaciones estables a largo plazo ofrecen a los machos</b>. Hemos visto los beneficios obvios que estas relaciones proporcionan a las hembras, y secundariamente las que éstas obtienen de las relaciones puntuales a corto plazo. También hemos visto las evidentes ventajas de estas últimas para machos. Sin embargo es obvio que hombres y mujeres se embarcan tanto en emparejamientos a corto plazo y a largo plazo. ¿Por qué los hombres no se limitan al corto plazo? ¿Cuáles han sido las ventajas evolutivas para ellos del largo plazo? Para empezar, los que muestran seriedad y capacidad de compromiso hacia ellas y sus crías atraen más a las hembras que los inconsistentes que van de flor en flor. Y, <b>dado que ellas son más selectivas, el campo de actuación de los machos comprometidos se amplía notablemente</b>. La ampliación no es sólo cuantitativa sino sobre todo cualitativa: las hembras que pueden ser más selectivas son, precisamente, las más atractivas y con mayor valor de emparejamiento. Es decir, ellas ponen las normas y ellas deben sujetarse a esas condiciones o al menos fingirlo; siempre se trata de una negociación entre dos partes, claro, cuyo resultado depende de la fuerza de negociación de ambas partes, es decir, de sus respectivos valores de emparejamiento.</div><div><br /></div><div>La riqueza y recursos del candidato son fácilmente detectables, pero su capacidad de compromiso y su aptitud para un emparejamiento a largo plazo no lo son a primera vista, y se pueden fingir bastante fácilmente. Un indicador fiable es el <b>amor</b>, y por eso es más frecuente que las mujeres requieran la presencia de este sentimiento en las relaciones sexuales que los hombres, para los que pueden estar completamente desprovistas de cualquier envoltura emocional. Las modernas ideologías de género creen que el amor es una invención cultural reciente: una de las trampas del machismo para definir roles y mantener el poder de los hombres sobre las mujeres. Esta creencia es errónea. El amor no es una invención del patriarcado occidental, sino una emoción que se encuentra en todas las culturas, desde los zulúes hasta los inuits. Les ahorraré cuáles son las regiones del cerebro que se activan cuando se evoca el ser querido, y que tipo de sustancias se segregan -la <b>dopamina</b> está presente, como cuando sus tuits reciben un like -. Por cierto, las circunstancias conjuntas de que a) las mujeres valoran la presencia de indicios de amor al consentir relaciones sexuales, y b) absorben peor el alcohol –que a su vez estimula endorfinas- hace que sean vulnerables a lo que los científicos denominan <b>sesgo del Prosecco</b> –los científicos consumen, al parecer, bebidas poco habituales- que hace que a veces tomen malas decisiones de las que luego se arrepienten (recuerden el <b>Walk of shame</b> de <i>Cómo conocí a vuestra madre</i> y del capítulo 2 de estas entradas). «Sola y borracha quiero llegar a casa» no parece ser un eslogan prometedor.
Sobre la evaluación automática de la capacidad de compromiso por parte de las mujeres, muchos experimentos han demostrado que éstas se sienten más atraídas por hombres que hacen carantoñas a niños y cosas así. Entonces una buena idea para Tinder puede ser colgar, junto a la foto con el Maserati que no es suyo, otras jugando con niños -tampoco exagere o inducirá a error y la policía acabará llamando a su puerta-. Si es mujer no se moleste en usar estas añagazas en las webs de citas porque de nuevo las preferencias no son simétricas: los hombres no conceden un plus de atractivo a aquellas que muestran dedicar atención a los niños.</div><div><br /></div><div>Otro claro beneficio para el macho de las relaciones estables es que con la exclusividad (teórica) de acceso sexual <b>aumenta la certeza de paternidad:</b> nada hay que añadir a esto. Y otra importante ventaja es que una familia estable <b>aumenta la probabilidad de supervivencia de los hijos</b>: estudios realizados en actuales tribus bastante parecidas a los antiguos cazadores-recolectores indican que la mortalidad de hijos criados sin padre es un 10% superior. Y aunque sobrevivan tienen menos posibilidades de éxito al verse privados de sus enseñanzas. Incluso hoy, la ausencia del padre incrementa el riesgo de fracaso escolar. Y es el momento de hacerse una pregunta: ¿por qué narices a nuestros ancestros les preocupaba si sus hijos vivían y prosperaban?</div><div><br /></div><div>A principios de los 60 el estudiante <b>William D. Hamilton</b> (quédense con este nombre porque es uno de los grandes) preparaba su doctorado sobre lo que llamó «<b>Teoría de la aptitud inclusiva</b> (<i>inclusive fitness</i>)». Se dice que la tesis estaba tan llena de matemáticas que sus profesores no entendieron ni papa y la rechazaron, pero cuando fue finalmente publicada supuso una completa revolución de la biología. Hamilton defendía que el concepto clásico de aptitud –la capacidad de un individuo para sobrevivir y reproducirse- era demasiado estrecho para entender la evolución, y que había que tener en cuenta el impacto que sus acciones tenían en la capacidad de supervivencia y reproducción de otros. Imaginemos un ancestro al que una mutación proporcionase un gen que lo predispusiera a ser más cariñoso hacia sus hijos, e incluso a sacrificarse por ellos. ¿Cómo pudo prosperar este gen, si reducía las posibilidades de supervivencia de su portador, en comparación con las de otro que no lo tuviera? Pues porque las probabilidades de supervivencia de los hijos se acrecientan con la capacidad de sacrificio del padre, y cada uno de ellos tiene un 50% de probabilidad de portar ese mismo gen cariñoso. Si el saldo es favorable –si el riesgo para la supervivencia de sus genes que asume el progenitor abnegado al enfrentarse a un tigre dientes de sable, es inferior al aumento de las probabilidades de supervivencia de sus descendientes, ponderado por las probabilidades de éstos que lleven ese mismo gen- el cariño puede acabar imponiéndose en el acervo génico. Y así fue: todos nosotros descendemos de ese extravagante primate abnegado al que sus contemporáneos miraban con desdén. Esto, por cierto, ayuda a explicar parcialmente el <b>enigma del altruismo</b>, al menos con los genéticamente emparentados –para los que no están emparejados, la respuesta parece que hay que buscarla en la evolución cultural-. Y también explica el <b>nepotismo</b>: piensen -si esto les consuela al contemplar cómo enchufa tranquilamente a su hijo- que Tezanos es también un primate cariñoso. En resumen, lo que Hamilton había conseguido era alejar el foco del análisis evolutivo del individuo concreto para centrarlo en sus genes. Esto es lo que unos años más tarde <b>Richard Dawkins</b>, mejor divulgador, plasmaría en <b><i>El gen egoísta</i></b>.</div><div><br /></div><div>Finalicemos las ventajas que el emparejamiento a largo plazo proporciona a los hombres con ésta: los hombres casados viven más que los solteros (o, como malévolamente insinúan éstos, se les hace la vida más larga) Especialmente si se casan con mujeres más jóvenes, según dicen algunos estudios. En resumen, <b>los humanos pueden practicar –o al menos intentar- ambas estrategias de emparejamiento, a corto plazo y a largo plazo</b>. Y otra peculiaridad es que, embarcados en estas últimas, los machos humanos –a diferencia de sus primos primates- <b>dedican también tiempo y esfuerzos al cuidado de sus crías</b>, aunque no tanto como las hembras. Es debido, entre otras cosas, al alto coste de crear un nuevo sapiens, pero tiene una consecuencia fundamental. Según la <b>teoría de la inversión parental </b><b>de Robert Trivers</b> –otro de los grandes; está en el capítulo 2 de esta serie- el sexo que invierte más en sus descendientes es más selectivo, y los miembros del que invierte menos compiten entre sí por ser elegidos. Como los machos también invierten en el cuidado de sus descendientes resulta que en los humanos, a) <b>ambos sexos son selectivos dentro de la estrategia de emparejamiento a largo plazo</b> –no así en el corto plazo, al menos los hombres- y b) <b>las hembras humanas también compiten entre sí</b>, aunque en un campo distinto que los machos. Si bien éstos compiten en fortaleza física –para aporrearse entre ellos- y <b>por el estatus y la adquisición de recursos</b> –porque es lo que demandan las hembras- éstas lo hacen sobre todo <b>en apariencia física</b> –porque es lo que demandan ellos-. Esto último explica, además, una perplejidad evolutiva: por qué los hombres, a diferencia de los pavos reales, no son el sexo más vistoso de su especie (y, de paso, por qué hay mas CEOs machos que hembras). Fíjense la cantidad de asuntos para la reflexión –o para mi propia lapidación- que les he dejado. Pasen una buena tarde.</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-19088476998547635342023-10-19T04:27:00.007-07:002023-10-20T01:42:34.864-07:00VIERNES DE SEXO (5)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-34OqpI9nztGh3vlfoV-z7Li1ZdPkmmOAOSzz4-W1ieeih8z54lG3b0WFcP6GuyKMJGB354cTG5ZcHNbVzgExEPCEYx8V6iO8SH-5xSrI0_eahWWQUemi2htIVF1nH4ovOqMeXHdBuGphYLJpM157YN7lhFrvmCWynZF9qHxpjFMT_n3KZsIB_sYt9mSm/s608/f608x342-18388_48111_0.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="342" data-original-width="608" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj-34OqpI9nztGh3vlfoV-z7Li1ZdPkmmOAOSzz4-W1ieeih8z54lG3b0WFcP6GuyKMJGB354cTG5ZcHNbVzgExEPCEYx8V6iO8SH-5xSrI0_eahWWQUemi2htIVF1nH4ovOqMeXHdBuGphYLJpM157YN7lhFrvmCWynZF9qHxpjFMT_n3KZsIB_sYt9mSm/s320/f608x342-18388_48111_0.jpg" width="320" /></a></div><div><br /></div>
Supongo que ustedes ya sospechan que el inicio de una relación estable no acaba con la «guerra de sexos». La fórmula «fueron felices y comieron perdices» meramente indica que el cortejo -bastante largo en los humanos- ha finalizado con éxito, pero nada dice de lo que viene a continuación. Como recuerda <b>David Buss, </b> la única manera de que el conflicto intersexual desapareciera una vez embarcados en una relación a largo plazo sería 1) que se evaporaran por completo la posibilidad de infidelidad y de cambio de emparejamiento –quizás por vivir en una isla desierta-, 2) que los miembros de la pareja tuvieran descendencia conjunta, sin interferencias de hijos de sólo uno de los miembros, y 3) que ambos muriesen simultáneamente para evitar que la pareja superviviente derivara los recursos destinados a los hijos comunes hacia los de una nueva pareja. La concurrencia de todas estas circunstancias es improbable -y quizás poco recomendable- así que es previsible que, puesto que el conflicto se mantiene, y no es simétrico en ambas partes, se hayan desarrollado adaptaciones evolutivas en hombres y mujeres para combatirlo.<div><br /></div><div>Embarcados en una relación a largo plazo nuestros ancestros se enfrentaron, en tiempo evolutivo, a algunos desafíos adaptativos. Básicamente la <b>infidelidad</b> (esto para los machos) y la <b>finalización de la relación</b> (esto para ambos aunque con distintos efectos: para la hembra suponía la pérdida de un suministrador de recursos; para el macho la frustración de una inversión). Y los riesgos que podían llevar a alguno de esos desenlaces indeseados eran la ruptura de equilibrio del valor de emparejamiento y la presencia de rivales.</div><div><br /></div><div>¿Qué es esto del «<b>valor de emparejamiento</b>»? Pues que cada uno acude al «<b>mercado del emparejamiento</b>» con un mayor o menor poder adquisitivo, derivado precisamente de las preferencias de la pareja contraria que, como han podido ver en estas entradas, son en gran parte fruto de la evolución (oh, vamos, me tienen que leer más). A cada uno se le han repartido mejores o peores cartas, podríamos decir: si usted es rico y guapo –en este orden- acude a los lances amorosos como si llevara tres reyes y un pito en el mus, y si es pobre y feúcho debe asumir que lleva la jugada del Tío Perete (es posible que aun así triunfe, y eso dirá mucho en favor de su habilidad con los naipes). Lo recomendable en una relación a largo plazo es que el valor de emparejamiento de los participantes esté equilibrado porque, aunque ninguno sea consciente de ello, <b>en todo momento se encuentran monitorizando la situación</b>. Y circunstancias sobrevenidas pueden alterar el equilibrio hacia un lado u otro: uno puede perder el trabajo y así su capacidad de generar recursos, o ponerse cachas en el gimnasio e incrementar su atractivo físico. El caso es que, cuando se produce el desequilibrio, la posibilidad de infidelidad o cambio de pareja comienza a resultar más atractiva a la pareja con mayor valor de emparejamiento. Piensen en el conocido caso de los políticos que, cuando la riqueza y la fama los alcanza, proceden al recambio de las tres ces: coche, casa y compañera. ¿Es injusto? ¿Hacen el ridículo? La respuesta a ambas preguntas suele ser afirmativa.</div><div><br /></div><div>Como el peligro es real, y lo que está en juego es importante, se han desarrollado unas peculiaridades psicológicas adaptadas a la gestión de conflictos. Y los celos, considerados antaño patológicos, son la emoción adaptativa más relevante para la vigilancia y retención de pareja. Adaptativo no quiere decir moralmente bueno: <b>los celos son la principal causa de violencia contra la pareja</b>, como veremos. Los celos alertan de posibles rivales y de pistas de una posible infidelidad, proporcionando la motivación para actuar contra las amenazas y previniendo las potencialmente catastróficas consecuencias de una ruptura. Además, aunque no haya rivales a la vista, ni señales de infidelidad, los celos pueden activarse por <b>variaciones en el valor de emparejamiento</b> que comprometen el equilibrio de la relación.</div><div><br /></div><div>Los costes del abandono o infidelidad no eran simétricos para machos y hembras ancestrales. Dado que no hay certeza de paternidad, el hombre arriesgaba invertir recursos en los hijos de un rival, y esto los genes no lo perdonan. Piensen que un alegre homínido despreocupado ante las infidelidades de su pareja, que seguro que era más simpático que otro más celoso, no ha dejado sus genes; nosotros llevamos los del segundo. Dirán: si la emoción de los celos nace para prevenir una infidelidad que pudiera resultar en que la propia pareja concibiese el hijo de un rival ¿desaparecería si el riesgo desaparece? Unos psicólogos malévolos plantearon esta cuestión a un número de hombres -«¿cómo reaccionaría si su pareja, que lo ama y toma anticonceptivos, tuviera una relación sexual con otra persona sin ulteriores complicaciones sentimentales ni de ningún otro tipo?»- y los entrevistados emitieron humo por las orejas al imaginar tal contingencia. Porque mecanismos psicológicos que fueron adaptativos en el tiempo evolutivo en que se desarrollaron pueden ser inadecuados hoy –contamos con eficaces anticonceptivos- pero no por ello dejan de funcionar. Recuerden siempre que el gusto actual por el azúcar es francamente maladaptativo, pero cuando pasan por la pastelería se les van los ojos.</div><div><br /></div><div>Por su parte el riesgo principal de las hembras ancestrales estaba en que su pareja se encaprichara de otra más mona y dejara de prestarles asistencia, recursos y seguridad. En consecuencia los psicólogos predicen que se preocuparan más, y tendrán más celos, de la infidelidad emocional –se ha enamorado de otra- que de la sexual: la primera puede ser preludio de un abandono, mientras que el mayor riesgo de la segunda es una enfermedad sexual. Es decir, <b>la infidelidad chincha a los dos, hombres y mujeres, pero de manera diferente</b>. Cuando en un estudio se preguntó a los participantes qué les molestaba más, a) imaginar a su pareja manteniendo relaciones sexuales o b) enamorándose de otro, la mayoría de hombres (60%) respondió a) y la mayoría de mujeres (85%) respondió b). Esta diferencia de perspectivas también afecta a lo que más preocupa en un posible rival: al hombre le molesta que sea más rico, con más estatus o más triunfador, y a la mujer que tenga más atractivo físico.</div><div><br /></div><div>Entender cómo funcionan los celos es muy importante porque es el principal desencadenante de violencia -y la primera causa de homicidio- de hombres contra mujeres. Es, obviamente, una violencia dirigida contra sus parejas, por lo que el lema «<i>nos matan por ser mujeres</i> (en abstracto)» está perfectamente desorientado. Las teorías de género se empeñan en situar las causas de la violencia<b> en las invisibles relaciones de poder emanadas del patriarcado occidental</b>, que define -según esa teoría- distintos roles para hombres y mujeres, elevando a los primeros a situaciones de dominio y relegando a las mujeres a una posición subordinada. Esta contaminación ideológica hace que pasen por alto las raíces biológicas del problema: sí, estas teorías son negacionistas de la ciencia. Es obvio que también influyen otros factores como la personalidad del agresor, que igualmente ignoran. Y también la cultura: el imprescindible libro de Henrich <i>Las personas más raras del mundo</i> nos ha ayudado a entender cómo funciona la evolución cultural. Pero es que precisamente la cultura a la que el feminismo de género se empeña en atribuir todos los males, la occidental, con su democracia, su capitalismo y su individualismo, es la única que ha conseguido desterrar el machismo y lograr la igualdad jurídica ente sexos. Es decir, la ideología de género ignora la biología, omite la personalidad, y condena la cultura que mejor está funcionando: <b>es difícil equivocarse tanto en tantos niveles</b>. Y para los que este comentario ha activado la señal «atención, machista», les sugiero que sigan leyendo. Precisamente lo que pretendo decir es que, especialmente los hombres, tenemos un lado oscuro en nuestra naturaleza que es preciso conocer y mantener a raya. El tribalismo es otro de estos lados oscuros, pero este afecta tanto a hombres y mujeres, como demuestran, precisamente, las feministas de género.</div><div><br /></div><div>Una vez activados los celos pueden desembocar en violencia, especialmente en el caso de los hombres. Puede estar dirigida contra los rivales o contra la pareja, como disuasión ante la infidelidad o el abandono. De nuevo que todo esto sea adaptativo no quiere decir que sea moral: a la inmensa mayoría de los hombres nos resulta repugnante, al menos en nuestra sociedad. Como hemos visto, el desequilibrio entre los respectivos valores de emparejamiento, cuando es la mujer la que tiene un valor más alto, es un desencadenante de celos y un factor de riesgo de violencia. Por eso hay evidencias de que aquellos más bajos en valor de emparejamiento muestran un comportamiento más controlador y agresivo hacia sus parejas. Por esa razón, la violencia busca también reducir la autoestima de la pareja, reduciendo así la percepción de su valor de emparejamiento. Los desequilibrios sobrevenidos -por ejemplo, por la pérdida de trabajo y capacidad de generar recursos- incrementan las posibilidades de violencia.</div><div><br /></div><div>Un hecho especialmente perturbador es que el embarazo aumenta la probabilidad de violencia. Una posible explicación –que evolutivamente tiene sentido, y de hecho se observa en otras especies- es que el agresor sospeche que el hijo no es suyo y pretenda eliminarlo para no detraer recursos en favor del hijo de un rival. Parece sustentar esta hipótesis el hecho de que es frecuente que, en violencia contra embarazadas, los golpes sean dirigidos contra el vientre. Otra explicación es que la paternidad resulte inconveniente al padre, y esté poniendo en marcha sus peculiares procedimientos de aborto. Los hijastros también contribuyen a arrojar luz a la lógica evolutiva de la violencia: la probabilidad de ser abusados o maltratados multiplica la de los hijos naturales, y su mayor causa de muerte no natural es –según Buss- a manos de sus padrastros.</div><div><br /></div><div>Cuando estos desencadenantes están presentes ¿qué hombres abusan y recurren a la violencia? Un porcentaje muy bajo, afortunadamente. Influye decisivamente la personalidad: <b>aquellos que puntúan alto en la Tríada Oscura –psicopatía, narcisismo y maquiavelismo- son mucho más propensos a recurrir a la violencia</b>. En realidad la concurrencia de circunstancias predictivas de celos y violencia y personalidades de la Tríada Oscura desencadena un coctel explosivo ante el que deben saltar las alertas. También influye – aquí sí- la cultura: determinadas «culturas de honor» no occidentales presentan muchas menos objeciones a la violencia contra las mujeres. También hay mujeres que recurren a la violencia, pero su incidencia es mucho menor y ha estado oscurecida porque contradice la narrativa del patriarcado. Y porque al hombre vapuleado le suele dar vergüenza reconocerlo. Pasen un buen día.
</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-50053668936074033992023-10-16T02:03:00.004-07:002023-10-16T07:17:47.327-07:00SUMAR, PERAS Y MANZANAS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicQoOGy1dcVku1xqkZM1xRSOcfScH50XlzxphxVrG4D0jqdRVJS7jLMK3DA0t9L3sUJzFGS69GStYBAAR_Mu5u4624l5W5DCe-ug0GVorm4sH5WxmcEbzL9P-qge2sLKNp9WemM_GGcqtMH8J_sdGKi3or9Vs8vopyFR-I9_zJCmCjVa65DHExLOErAm8q/s1069/Screenshot_20231016_105036_Chrome.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="765" data-original-width="1069" height="229" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicQoOGy1dcVku1xqkZM1xRSOcfScH50XlzxphxVrG4D0jqdRVJS7jLMK3DA0t9L3sUJzFGS69GStYBAAR_Mu5u4624l5W5DCe-ug0GVorm4sH5WxmcEbzL9P-qge2sLKNp9WemM_GGcqtMH8J_sdGKi3or9Vs8vopyFR-I9_zJCmCjVa65DHExLOErAm8q/s320/Screenshot_20231016_105036_Chrome.jpg" width="320" /></a></div><br /><div>La reacción de Sumar/Podemos, participando en manifestaciones que justifican los asesinatos de Hamas, ha sorprendido incluso a los que tenemos claro que habitan un estercolero moral. Conocemos su odio a occidente y su afinidad con todo lo que represente una amenaza para la democracia liberal. Pero reconozcamos que consiguió sorprendernos y escandalizarnos que salieran a culpar a Israel del pogromo. Que hablaran de «<b>autodefensa</b>» de los asesinos mientras contemplábamos aturdidos imágenes de cuerpos destrozados, mujeres descoyuntadas, asesinos decapitando con una azada, e israelitas siendo secuestradas y maltratadas en directo. Pero el gráfico que cierra estas líneas podría aportar una explicación sencilla: tal vez buscan nuevos caladeros de votos, y podrían haber decidido que el mundo musulmán es prometedor.</div><div><br /></div><div>Recordemos que Podemos/Sumar no son más que gestores del resentimiento, entre otra cosas porque no tienen nada constructivo que ofrecer –son incapaces se encontrar la media aritmética de una muestra de dos personas que consumen, respectivamente, un cocido y dos cocidos-. Son seguidores de <b>Laclau</b> que, cuando la caída del Muro permitió ver lo que había detrás, propuso desviar su foco de atención desde el proletariado a otros colectivos más prometedores. En concreto propuso la «creación de un (nuevo) sujeto político» a partir de las «demandas insatisfechas» dentro de la sociedad, y por eso se fijó en el cultivo de las identidades que los postestructuralistas habían sembrado en las universidades americanas. De este modo despertar la conciencia de clase fue sustituido por despertar la conciencia de víctima, lo que no les resultó difícil siempre que les ofrecieran privilegios concretos para compensar las injusticias abstractas padecidas por su identidad. Pero -estarán ustedes pensando- quizás las reivindicaciones de estas identidades no sean compatibles; quizás algunas de las demandas insatisfechas no puedan ser satisfechas sin perjudicar otras. Laclau era consciente de ello y aportó la solución; sustituir la razón, con sus penosas exigencias de coherencia y ajuste a la realidad, por el bullshit, que él llamo «<b>significante vacío</b>». Así nació, por ejemplo, el «núcleo irradiador».</div><div><br /></div><div>Desde entonces, para convencernos de la opresión de las identidades escogidas, los podemitas sumarísticos nos han regañado desde todos los púlpitos a los que han accedido convenciéndonos de que somos un país machista, homófobo, racista y empeñado en dejar la Tierra como Los Monegros –recuerden a Mónica García buscando árboles en la Puerta del Sol con gafas de <i>Predator</i>-. Y reconozcamos que han tenido bastante éxito porque la sociedad es más bien cobardona y cuando los inquisidores avanzan con antorchas se apresuran a admitir sus pecados aunque sean inexistentes. Y también nuestra innata tendencia a ponderar las intervenciones en el foro por sus decibelios y no por la fuerza de sus argumentos.</div><div><br /></div><div>El caso es que los resultados de Podemos/Sumar en las últimas elcciones no han sido para, ejem, lanzar cohetes (Podemos ya sólo puede presentarse integrado en otro partido, ante la justificada antipatía que concitan sus dirigentes), y por eso la búsqueda de nuevos caladeros es imperiosa. Dirán ustedes que <b>las reivindicaciones del mundo musulmán pueden no coincidir exactamente con la de los colectivos feministas o trans. </b>Ciertamente es difícil salvar esta contradicción, incluso con un par de significantes vacíos, pero a ellos les da igual. A ellos les basta con acceder al poder, vivir bien, mangonear en la sociedad y satisfacer sus prejuicios anticoocidentales. Y con el tiempo, cuando les señalen el paisaje del desastre, se escogerán de hombros y dirán: España, ¡chupito!</div><div><br /></div><div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_K_a70UMMCsGFj8ksWoAgZKoYId50_yTRQIiQkc3HqNzghfWFnaaZy-fki-UjdErmQAE4ALKXkCPzFOqTln-0ElglC35pBQw3TXoT93BYBS_7A9oKP-EZ6PZtDxZnfh7Zja4aO_DNRqGAvpqrNHjvVqW2m43ufo3QwUKKl3jQjMlHnXu_xqGSybEuFhsn/s1402/Screenshot_20231016_105218_Chrome.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1402" data-original-width="1080" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_K_a70UMMCsGFj8ksWoAgZKoYId50_yTRQIiQkc3HqNzghfWFnaaZy-fki-UjdErmQAE4ALKXkCPzFOqTln-0ElglC35pBQw3TXoT93BYBS_7A9oKP-EZ6PZtDxZnfh7Zja4aO_DNRqGAvpqrNHjvVqW2m43ufo3QwUKKl3jQjMlHnXu_xqGSybEuFhsn/s320/Screenshot_20231016_105218_Chrome.jpg" width="247" /></a></div><br /><div><br /><div><br /></div></div></div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-41771526880742985382023-10-13T00:58:00.004-07:002023-11-03T01:19:41.519-07:00VIERNES DE SEXO (4)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5Z50tGDklp6paVE3bbNzWZOgyDBUU-QI8pNwgHo6MJ3YHJIQ2BlQlgs9zy-y4dhOvTkyvUvz27OnM4sbyPDZ8Gz1WHFJVKvFwQ9xF79qLe-mzOQWlaAO9gBpOwSb85PzwGD1sAWhJsrr-lLTwax9SZEnRH_tx4vVl6pVrGcNykcgVrW5jkw6teYJES78d/s1500/curvatura%20limbar.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="891" data-original-width="1500" height="190" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh5Z50tGDklp6paVE3bbNzWZOgyDBUU-QI8pNwgHo6MJ3YHJIQ2BlQlgs9zy-y4dhOvTkyvUvz27OnM4sbyPDZ8Gz1WHFJVKvFwQ9xF79qLe-mzOQWlaAO9gBpOwSb85PzwGD1sAWhJsrr-lLTwax9SZEnRH_tx4vVl6pVrGcNykcgVrW5jkw6teYJES78d/s320/curvatura%20limbar.jpg" width="320" /></a></div><div><br /></div>
A la hora de reproducirse, y replicar de esta manera sus genes, nuestros ancestros masculinos afrontaban cuatro retos básicos: 1) detectar hembras fértiles, 2) reunir el encanto suficiente para atraerlas, 3) conservarlas, si se embarcaban en una relación estable y 4) tener cierto grado de certeza de que los hijos eran suyos. Los que superaron todos estos retos transmitieron la receta de su éxito encriptada en sus genes a la siguiente generación, y a lo largo de miles de generaciones -a través del proceso ciego de la evolución- la receta se fue puliendo. Los que estamos aquí somos el eslabón actual de esa larga cadena, y hemos heredado las preferencias, gustos y emociones que componen la receta. Por ejemplo los celos, una parte fea de nuestra naturaleza derivada de los desafíos 3) y 4); ya hablaremos de ellos. En cuanto al desafío 2) los hombres debían pasar el filtro establecido por los gustos de las mujeres, y por eso hay quien dice que los primeros son una raza criada por las segundas. Pero hoy hablamos del desafío 1). <div><br /></div><div>Contemplen la imagen del comienzo y señalen la mujer más atractiva. Si son hombres seguro que ninguno ha elegido la 1, y que la mayoría se habrán quedado con la 3. ¿Por qué tenemos preferencia por cierta <b>curvatura lumbar</b>? Pues no es porque hayamos hecho un complejo estudio estético, o un dibujo de las proporciones como el de Leonardo. Sencillamente ese ángulo torcido de la penúltima vértebra lumbar favorece andar erguida durante el embarazo, reduce las tensiones de las caderas, y facilita tener sucesivos partos. Si hace cientos de miles de años a un homínido le atraía la hembra 1 y a otro la 3, éste último tenía una ligera ventaja sobre el primero para reproducir sus genes; nosotros descendemos de él. Los hombres estarán pensando “no sé qué dice, es obviamente la más mona”, y a las mujeres se les confirmarán sus sospechas de que los hombres seguimos siendo unos primates. Todos lo somos señora, y esa es la cuestión. Por cierto, el número 5 puede inducir a error por el desarrollo de los glúteos, que también es un indicador de aptitud biológica y (por tanto) de preferencias masculinas.</div><div><br /></div><div>A la hora de buscar pareja los hombres valoran la apariencia física más que las mujeres, y la apariencia deseada es fruto de la presión evolutiva ejercida por los distintos desafíos a los que se enfrentaban. En concreto nuestros gustos responden al desafío 1): la hipótesis más aceptada es que <b>la apariencia de una mujer proporciona pistas sobre su fertilidad</b>. A lo largo del tiempo evolutivo, los hombres que se sentían atraídos por las mujeres que mostraban estas señales de fertilidad tenían más ventajas para reproducir sus genes que aquellos que no sabían detectarlas. Hace años la psicóloga <b>Devendra Singh</b> propuso una de esas señales: la <b>relación cintura-cadera</b> (<i>waist to hip ratio</i>, WHR). Si la cintura tiene el mismo diámetro que las caderas la ratio es igual a 1; cuanto menor es la cintura en relación a las caderas, menor es la WHR. Pues bien, en estudio transcultural de la propia Singh demostró que, en todas las sociedades en las que se realizó, los hombres muestran una consistente preferencia por una WHR de 0,7. Una relativamente baja WHR (entre 0,67 y 0,8) indica que la mujer es joven, saludable (y, de paso, que no está ya embarazada). Estudios realizados con los anuncios de prostitución (esperemos que sólo con el anuncio) confirman esta preferencia masculina, que está correlacionada con el precio del servicio.</div><div><br /></div><div>Otro indicativo fiable de atractivo es el <b>índice de masa corporal</b> (<i>body mass index</i>, BMI), medido como la relación entre el peso y la altura. Un estudio de 2009 de Cornelissen encontró incluso que la BMI era más importante que la WHR a la hora de despertar el interés masculino. No nos vamos a pelear por ello, pero de nuevo hay que destacar que <b>no estamos ante cánones de belleza dictados por una sociedad patriarcal</b>: la WHR y el BMI funcionan en todas las sociedades. Si los hombres se sienten atraídos por mujeres más delgadas no es por gordofobia, sino porque es un indicador de salud, juventud y fertilidad. De hecho nadie, que se sepa, ha tenido jamás miedo a los gordos, y somos más bien los flacos los que tradicionalmente hemos suscitado más antipatías. Donde sí se aprecian cambios culturales, e influencia del entorno social, es en esto: el bombardeo continuo de imágenes de hombres y mujeres perfectos ha introducido estándares falseados -muchos de esos seres perfectos, como Mónica Bellucci, ni siquiera existen- y han generado una falsa imagen de abundancia y asequibilidad -aunque existiera no se fijaría en usted-. Esto, sumado a la necesidad de aparecer continuamente en las redes, ha provocado una espiral algo desquiciada, una carrera armamentística de cirugía y Botox que presagia un aumento de las ansiedades y desequilibrios.</div><div><br /></div><div>¿<b>Y qué hay de los pechos</b>, me dirán? ¿Se fijan y dan importancia los hombres a su tamaño y forma? Tal y como usted sospechaba, sí. De hecho junto a al WHR es una de las partes que rutinariamente monitorizan los hombres (disculpen la vulgaridad). Algunos sesudos estudios han confirmado que una cintura estrecha combinada con pechos algo más grandes que la media revela niveles adecuados de la hormona estradiol, relacionados a su vez con una mayor fecundidad. Y en un interesante estudio realizado en Polonia y Papúa (la elección es, en efecto, enigmática) se comprueba que la preferencia por los pechos que apuntan al cielo es también un universal que afecta a todas las culturas, sin duda por ser indicador de fertilidad y juventud. ¿Juventud? Sí. Me temo que, más que en las mujeres, en los hombres existe una notable atracción por la juventud.</div><div><br /></div><div>En anteriores entradas hemos comprobado que las mujeres dan más importancia que los hombres a la riqueza y el estatus; los hombres, por su parte, dan más importancia que las mujeres a la apariencia física. Entonces ¿son las mujeres interesadas y los hombres superficiales? Pues no. O sí. Somos lo que somos. Y como somos seres conscientes podemos corregir algunas de nuestras tendencias, pero otras no. Por ejemplo, podremos ser capaces de entender, detectar y controlar los celos, pero siempre seremos esclavos de nuestros gustos físicos: ningún taller de prevención de la masculinidad tóxica ni de la gordofobia conseguirá que Maruja Torres nos resulte más excitante que Úrsula Corberó.</div><div><br /></div><div>Les dejo este curioso experimento que revela las diferentes prioridades de los hombres en las relaciones a corto y largo plazo. Cuando les presentan esta imagen de una mujer tapada con dos cajitas, y les dan a escoger una para retirar, los hombres escogen la de la cabeza para relaciones estables y la del cuerpo para relaciones esporádicas. No somos nada.<div> <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYJrhFUGN1iHk7NsrLIQ3j9tCJg8smgYBEEmhNIO4s2LQUIWFRKRpz3GATnZbnRk1WtXUBKVksUcf-f5GcM1nVs71Kn-O5IlS_u3XZBzZFoo6l2Q6TVANXJx9I-UsAk6VM1da5msBVOVdLzC8KW3UMGhRynVeIuPetMRK3atu37k1TlErwUf2PF8q6-d8B/s462/boxes.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="462" data-original-width="370" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiYJrhFUGN1iHk7NsrLIQ3j9tCJg8smgYBEEmhNIO4s2LQUIWFRKRpz3GATnZbnRk1WtXUBKVksUcf-f5GcM1nVs71Kn-O5IlS_u3XZBzZFoo6l2Q6TVANXJx9I-UsAk6VM1da5msBVOVdLzC8KW3UMGhRynVeIuPetMRK3atu37k1TlErwUf2PF8q6-d8B/s320/boxes.jpg" width="256" /></a></div><br /><div><br /></div></div></div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-53334415418432268592023-10-10T10:22:00.004-07:002023-10-10T10:29:28.476-07:00UNA BANDERA DE MIERDA<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTScMukXV7iZ4xTivglgGxLOQMxcfjJVBVMEuAZS6AvE0Iline4ZAqorCn0xCGHFcPPkyfWCe7C0-tjLEcMR29ZVHNkG8h_YeRCEIGWj-ILW1jAU76xHUJJBGh1WBSBnn1h1OeDvfb_6Va4n3WG-5QVar3mSQwjwFrwZ2_bCuQy210gIsUnW6su6I0NqlS/s1011/yolanda%20cadiz.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="661" data-original-width="1011" height="209" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgTScMukXV7iZ4xTivglgGxLOQMxcfjJVBVMEuAZS6AvE0Iline4ZAqorCn0xCGHFcPPkyfWCe7C0-tjLEcMR29ZVHNkG8h_YeRCEIGWj-ILW1jAU76xHUJJBGh1WBSBnn1h1OeDvfb_6Va4n3WG-5QVar3mSQwjwFrwZ2_bCuQy210gIsUnW6su6I0NqlS/s320/yolanda%20cadiz.jpg" width="320" /></a></div><br /><div>Las imágenes eran horribles, y los muertos se contaban ya por centenares. Hamas estaba masacrando israelíes y la <b>diputada de Sumar en el Congreso</b> Tesh Sidi puso un tuit: «<i>Hoy y siempre con Palestina. Habrá mucha manipulación mediática pero muchas sabemos que las y los palestinos son asesinados día y noche</i>» («las y los»). Cuerpos de mujeres exhibidos como trofeos; otras, aterrorizadas, siendo secuestradas en presencia de sus parejas; presumiblemente, muchas violadas. Indignada, la <b>Juventud Comunista</b> emitió su tuit: «<i>Apoyamos la legítima lucha del pueblo palestino contra el colonialismo y el apartheid. Palestina tiene derecho a defenderse con todos los medios a su alcance. ¡Del río al mar Palestina vencerá!</i>». Esto mismo opinaba Manu Pineda, d<b>iputado de Izquierda Unida en el Parlamento Europeo</b>: «<i>todos los pueblos ocupados tienen el derecho y el deber de defenderse. No nos van a encontrar en la equidistancia</i>». Y también <b>Enrique Santiago</b>, anterior Secretario de Estado de Pedro Sánchez y actual Secretario General del Partido Comunista de España: «<i>El derecho a defenderse de los pueblos ocupados ilegalmente solo cesa cuando alcanzan su independencia. La comunidad internacional debe obligar a Israel a respetar a Palestina</i>».</div><div><br /></div><div>Ya se conocían historias de familias asesinadas en sus casas, de hermanos acribillados delante de sus hermanos y de sus padres, de niños secuestrados. <b>Podemos </b>emitió su tuit: «<i>La situación de violencia y las muertes en Israel y Palestina son producto de la ocupación y el apartheid. La única forma de frenar el conflicto pasa por acabar con la impunidad de Israel»</i>. <b>Lilith Verstrynge</b>, actual Secretaria de Estado de Sánchez, lo retuiteó y añadió: «<i>Nada de lo </i>(que) <i>ocurre hoy en Israel y Palestina se explicaría sin la impunidad de la que ha disfrutado el estado de Israel en las últimas décadas</i>». Entretanto, mientras seguían descubriéndose los cadáveres, la vicepresidenta <b>Yolanda Díaz</b> se desgañitaba en un atril: «<i>Quiero pedir hoy aquí, desde Cádiz, que Israel cumpla las resoluciones de Naciones Unidas, que Israel cumpla con la legalidad internacional. Nuestra solidaridad con el pueblo palestino, con los hermanos y hermanas palestinas. Exigimos que Israel y la comunidad internacional cumplan con las resoluciones de Naciones Unidas</i>». Mientras tanto el profesor <b>Monedero </b>llamaba nazis a los israelitas que estaban sufriendo un pogromo.</div><div><br /></div><div>Al día siguiente, más calmados, Enrique Santiago se negó a considerar a Hamas un grupo terrorista, y se convocó una manifestación en apoyo a Palestina y condena a Israel. <b>Isa Serra</b>, de Podemos -se las arregló para hablar durante cinco minutos condenando a Israel sin mencionar las atrocidades de Hamas- llamó a Israel «teocracia no democrática». <b>Iñigo Errejón</b> también encontró alguna dificultad semántica para llamar terroristas a los asesinos de Hamas. En general, quedó demostrado que a los mismos a los que los cánticos gamberros de un colegio mayor provocaron desmayos, la visión de las atrocidades les provocaba una indiferencia absoluta. Prefiero ahorrarles los testimonios recogidos en la manifestación de la Puerta del Sol, pero si les diré que, en el momento en que se descubrían en un kibutz los cadáveres de unas decenas de bebés decapitados por los terroristas de Hamas, el periodista <b>Antonio Maestre</b> ponía una foto de Isabel Ayuso en los Altos del Golán.</div><div><br /></div><div>En fin, que todo parece indicar que, si se ordenaran los españoles de menor a mayor grado de miseria moral, <b>los cuadros de Sumar/Podemos/IU, y sus medios afines, se localizarían mayoritariamente en el percentil 90</b>. Y sin embargo ahí están, subiendo a invisibles podios de virtud cada vez que hablan. Limitándose a cubrir su vacío moral con una bandera, la del progresismo, que lleva mucho tiempo manchada de caca. Así que <b>sed miserables si no podéis evitarlo pero, por favor, no volváis a darnos lecciones morales nunca más</b>.
</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-78218377925959338142023-10-05T04:33:00.004-07:002023-10-06T00:33:44.223-07:00VIERNES DE SEXO (3)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimN23rx5uQ0rkqiBZ8k0hbXSDIeqp2LcW2z4LLOHmujQbDL3TKx2sOkPKPZCNwqwD7E50_hOE50td-_tavVQvTfova8aOXWnwInLcNlDQFJRJ_6v3mP6uccZBRa75gGRytEiawkQxKYvSazn7pk9NH4egFAbHX8RKRWA51PlESATuNW8SAkoAAc9usiOc5/s414/15706398833627.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="282" data-original-width="414" height="218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEimN23rx5uQ0rkqiBZ8k0hbXSDIeqp2LcW2z4LLOHmujQbDL3TKx2sOkPKPZCNwqwD7E50_hOE50td-_tavVQvTfova8aOXWnwInLcNlDQFJRJ_6v3mP6uccZBRa75gGRytEiawkQxKYvSazn7pk9NH4egFAbHX8RKRWA51PlESATuNW8SAkoAAc9usiOc5/s320/15706398833627.jpg" width="320" /></a></div><br /><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;"><span style="text-align: left;">«</span><i style="text-align: left;">Ningún plan, por bueno que sea, resiste el primer contacto con el enemigo</i><span style="text-align: left;">». Helmuth von Moltke.</span></div><div><br /></div><div>«<i>Todos tienen un plan hasta que llega la primera hostia</i>». Mike Tyson.</div><div><br /></div><div>Ahora imaginen que una persona atractiva y desconocida del sexo opuesto se les acerca en la cafetería y les dice que lleva tiempo observándolo/a, que -por improbable que pueda parecer- lo encuentra muy atractivo/a, y que si le apetecería acompañarlo/a su casa para mantener relaciones sexuales sin más compromisos. ¿Qué dirían? En un famoso estudio de <b>Clarke y Hatzfield</b> de 1989 el 100% de las mujeres contestó con un rotundo no; el 75% de los hombres, con un tímido sí. Posteriores experimentos han ido recogiendo distintos porcentajes de mujeres que optaban por el sí, pero siempre se ha mantenido una notable diferencia con las preferencias de los hombres. Obviamente el atractivo importa para ambos sexos: en otro estudio (Schützwohl, 2009) el rango de hombres que consideraron la posibilidad de mantener relaciones sexuales con una desconocida iba del 65% -si era normalilla- hasta el 82% -si era muy atractiva-, mientras que en las mujeres variaba del 5% (desconocido feúcho) al 24% (desconocido muy atractivo): como ven, los hombres suelen ser mucho más democráticas en estas cuestiones, y las mujeres apuntan más bien a la aristocracia. Pero no sólo importa el atractivo: otro experimento (Greitemeyer, 2005) mostró que las mujeres estaban más dispuestas a mantener relaciones sexuales con desconocidos de alto estatus socio económico y atractivo <b>si existía algún tipo de conexión emocional o romántica</b>, y no exclusivamente sexual. En todo caso estas diferencias no sólo son muy grandes, sino universales: se repiten en todas las culturas estudiadas.</div><div><br /></div><div>En realidad ¿por qué no es el 100% de los hombres el que responde afirmativamente a una súbita oportunidad sexual? Su facilidad para producir espermatozoides, y no tener que criar el embrión en su interior ni alimentar posteriormente al hijo, podría indicar que su mejor estrategia reproductiva sería la variedad y el corto plazo: multiplicar la cópula con distintas compañeras y desdeñar las relaciones estables. Me dirán: oiga, pero es que la gente que sale los viernes no está pensando en estrategias a corto o largo plazo, sino en follar. Y aquellos que acaban formando parejas estables lo hacen, normalmente, movidos por sentimientos de afecto y amor. Les contestaré: sí, sí, pero todo eso ocurre en la superficie. Las «estrategias», que son invisibles e inconscientes, se han desarrollado en la sala de máquinas de la evolución. Y esos simpáticos primates que salen de caza los viernes han heredado los gustos de los que emplearon las estrategias correctas. Entre ellos, claro, el gusto por el placer y el amor, que son algunas de las zanahorias evolutivas que nos guían en la superficie.</div><div><br /></div><div>La cuestión es que si la estrategia de emparejamiento puntual y sin compromiso representa más ventajas para el hombre que para la mujer en la historia evolutiva, es previsible que se hayan desarrollado diferencias psicológicas entre ambos. Como las reveladas por Clarke y Hatzfield, pero hay más. Experimentos reiterados demuestran que los hombres tienen un <b>mayor deseo de variedad de parejas sexuales</b> que las mujeres. En un masivo estudio de David Schmitt, en el que se preguntaba a hombre y mujeres cuántas parejas sexuales deseaban tener en distintos periodos de tiempo, los hombres contestaron 1,87 para el próximo año y 6 en la siguiente década, y las mujeres 0,78 y 2. Recuerden siempre que hablamos de media aritmética. Obviamente, algunas mujeres tienen mayor deseo de variedad que algunos hombres: visualicen dos campanas de Gauss que se solapan en parte. Y son estudios transculturales: los resultados se repiten tanto en los bosquimanos como entre los daneses, lo que excluye que estas diferencias sean producto de las desigualdades culturales (no es el heteropatriarcado, amics). Fíjense el caso de la muy igualitaria Noruega. A la pregunta «idealmente ¿cuántas parejas sexuales le gustaría tener a lo largo del próximo año» las mujeres noruegas contestaron que 2 y los hombres que 7. (Kennair, 2009) Las diferencias entre sexos biológicos se mantienen independientemente de la orientación sexual: los gays masculinos quieren mucha más variedad que las gays femeninas.</div><div><br /></div><div>También parece haber diferencias entre hombres y mujeres sobre el <b>número de veces que experimentan deseo sexual</b> a lo largo de la semana (hombres 37 veces; mujeres 9). Y en la frecuencia de las <b>fantasías sexuales</b>: si usted es hombre y está tomando un café con una amiga, es más probable que la imagine en pelotas que a la inversa (disculpen la crudeza de las teorías evolucionistas). Y también hay diferencia en la <b>estimación del tiempo óptimo que debe transcurrir desde el primer encuentro hasta la cópula</b>: en los hombres es considerablemente menor. Además, los hombres están acostumbrados –me temo- a <b>rebajar sus estándares para una cópula casual</b>. Y, por supuesto, todos conocen el «<b>sesgo de la hora de cierre</b>» (Buss), según el cual el atractivo de la mujer va aumentando según se acerca la hora de cierre de la discoteca. Aunque les parezca sorprendente, este efecto se da aunque no se haya producido ingesta previa de alcohol. Y también el «<b>remordimiento sexual</b>», que en hombres se produce más frecuentemente ante las oportunidades perdidas y en mujeres ante las consumadas (recuerden el «<a href="https://www.google.com/search?client=ms-android-samsung-gs-rev1&sca_esv=571229774&sxsrf=AM9HkKnoVQGfDxdGCOedWcfPxobx7XQm9g:1696577186415&q=youtube+how+i+met+your+mother+walk+of+shame&tbm=vid&source=lnms&sa=X&ved=2ahUKEwiSyZ7E8uCBAxX2XqQEHT_bDHkQ0pQJegQICBAB&biw=412&bih=722&dpr=2.63#fpstate=ive&vld=cid:931f6d70,vid:eN318az4lnQ,st:0">walk of shame</a>» de <i>Cómo conocí a vuestra madre</i>). Podríamos añadir a las diferencias que los hombres son los clientes mayoritarios de la prostitución, dicho sea sin entrar ni en justificaciones ni en valoraciones morales.</div><div><br /></div><div>Pero además existen diferencias de percepción. Los hombres somos víctimas del <b>sesgo del patoso</b> (© Navarth), que se compone en realidad de dos, uno de sobrestimación y otro de subestimación: en cuanto al primero los hombres tendemos a sobreestimar el interés que despertamos en el sexo opuesto, y en general nuestras posibilidades de éxito; en cuanto al segundo, subestimamos sistemáticamente la incomodidad que modestos avances, como mirar libidinosamente o tocar, producen en el sexo opuesto.
¿Cómo se desarrollaron estos sesgos? Porque el que los padecía tenía ventajas competitivas: el patoso, confiando exageradamente en sus posibilidades, tendía a intentarlo más que el que las evaluaba correctamente, y en alguna ocasión le salía bien. En todo caso conocer el funcionamiento de estos sesgos nos puede permitir aplicar rutinariamente factores de corrección con el fin de no hacer mucho el ridículo. </div><div><br /></div><div>Es decir, hay una serie de claras diferencias psicológicas entre hombres y mujeres, producidas a lo largo de la historia evolutiva por las distintas ventajas obtenidas por ambos en las cópulas casuales: la psicología del hombre parece estar ajustada hacia la variedad. Así que insistamos: ¿por qué no se limitan los hombres a los encuentros esporádicos sin compromiso? La primera respuesta es obvia: porque las mujeres también juegan, y son mucho más selectivas; ya hemos visto que las relaciones estables a largo plazo les ofrecen muchas más ventajas. También a los hombres, como veremos.</div><div><br /></div><div></div>En todo caso es obvio que <b>ambas estrategias de emparejamiento, a largo plazo y a corto plazo, coexisten</b>. Y -dado que la participación de ellas es un requisito imprescindible- deben haber existido también ventajas evolutivas para las mujeres ancestrales que practicaban esta última. ¿Cuáles pueden ser? Pues están siendo estudiadas varias hipótesis: adquisición de recursos, sexo con intención de cambiar de pareja estable, estrategia a corto plazo con vistas a largo plazo, mejora genética…. Ya hay estudios que confirman las dos primeras, y las dos segundas parecen prometedoras. Fijémonos brevemente en esta última, la de la <b>mejora genética</b> –también llamada hipótesis del «<b>hijo sexi</b>»-. Simplemente con lo que hemos visto hasta ahora –y con la experiencia diaria- estarán de acuerdo en que un hombre de alto valor en el mercado de emparejamiento puede estar bastante dispuesto a mantener relaciones sexuales con mujeres de menor valor, siempre que ello no les exija un compromiso posterior. Entonces, si ese recién llegado tiene un valor superior al de su propia pareja estable –y asumiendo que ese mayor valor está correlacionado con unos mejores genes- la mujer podría estar mejorando los genes de su descendencia a base de affaires, y con ello la posibilidad de transmisión futura de los suyos.<div><br /></div><div>Imaginen esta historia: una mujer emparejada establemente –recordemos que los recursos y el estatus pueden haber sido una razón decisiva para ese emparejamiento- se cruza con un hombre muy atractivo –recordemos que la simetría de facciones es indicador de buenos genes- o de imponente apariencia física –la «<b>cualidad de formidable</b>» era un buen indicador de las aptitudes para cazar y proteger de nuestros ancestros- tiene una relación extramatrimonial con él y acaba pasando estos genes más prometedores a sus hijos que los de un marido reducido a la condición de pagafantas -todo este proceso, desde luego, es inconsciente-. Quizás ahora vean con otros ojos los ejemplos de la literatura y el cine. Quizás intuyan, por ejemplo, los ocultos mecanismos que mueven a Cora y llevan al desastre a Nick Papadakis en <i><b>El cartero siempre llama dos veces</b></i>. Pasen un buen día.</div><div><br /></div><div>P.S. Como curiosidad, si fuéramos extraterrestres recién llegados sabríamos que la especie humana no desdeña las relaciones esporádicas a corto plazo por una evidencia algo grosera: el tamaño de las pelotas. Entre los primates este es un indicador fiable: los gorilas, los más austeros de nuestros primos, tienen los huevos más pequeños, y los chimpancés, que son unos guarros, los más grandes. Pero ¿qué tienen que ver los cojones con todo esto? Pues que –el grado de ordinariez va aumentando- unos dídimos grandes son idóneos para la «<b>competición de esperma</b>»: si hay dudas de la promiscuidad de la hembra, una buena estrategia para reproducir los genes propios es emitir un caudal de esperma suficiente para desplazar el de las cópulas previas. Otra evidencia de la «competición de esperma» es esta: cuando el macho humano de una relación estable ha estado alejado de su pareja durante algún tiempo (por ejemplo en un viaje de negocios) aumenta la efusión seminal. Es un mecanismo inconsciente, claro: no es que desconfíe de su pareja. Y no, no, es que el aumento de volumen esté relacionado con el tiempo transcurrido desde la última cópula: se produce aunque se haya producido algún alivio manual previo (a mí que me registren, esto es biología).</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-3387317784552405402023-09-29T04:30:00.008-07:002023-09-29T08:50:28.812-07:00VIERNES DE SEXO (2)<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij3V0uf_GSL7TZNePhuZifpjY4KsEZDOtrxgRBOsuk6sEZx42ZNAu9c4-lETpRFr3hMFGCd_cPMWC9GhzSHQXCE5lN3bGNwHG3b7sLbtpTyiTbL7CvAknti2hB1WqK-PgDWRkq7GKOxBGkDIqsXEnrfsjYKE0LzEyQRa_tMQcv6m3geinX_sCBXBnw76-X/s1000/61kkEWADM-L.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="800" data-original-width="1000" height="256" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEij3V0uf_GSL7TZNePhuZifpjY4KsEZDOtrxgRBOsuk6sEZx42ZNAu9c4-lETpRFr3hMFGCd_cPMWC9GhzSHQXCE5lN3bGNwHG3b7sLbtpTyiTbL7CvAknti2hB1WqK-PgDWRkq7GKOxBGkDIqsXEnrfsjYKE0LzEyQRa_tMQcv6m3geinX_sCBXBnw76-X/s320/61kkEWADM-L.jpg" width="320" /></a></div><br /><div>«<i>No soy yo quien te engendra, son los muertos.</i></div><div><i>Son mi padre, su padre y sus mayores;</i></div><div><i>son los que un largo dédalo de amores</i></div><div><i>trazaron desde Adán y los desiertos</i></div><div><i>de Caín y de Abel, en una aurora</i></div><div><i>tan antigua que ya es mitología,</i></div><div><i>y llegan, sangre y médula, a este día</i></div><div><i>del porvenir, en que te engendro ahora.</i></div><div><i>Siento su multitud. Somos nosotros</i></div><div><i>y, entre nosotros, tú y los venideros</i></div><div><i>hijos que has de engendrar. Los postrimeros</i></div><div><i>y los del rojo Adán. Soy esos otros,</i></div><div><i>también. <b>La eternidad está en las cosas</b></i></div><div><i><b>del tiempo, que son formas presurosas</b></i>».</div><div><div>Jorge Luis Borges. Al hijo.</div><div><div><br /></div><div>Nuestros ancestros afrontaban unos retos existenciales acuciantes: alimentarse, protegerse de las inclemencias del tiempo, escapar de las infecciones, evitar ser devorados por depredadores o liquidados por un semejante… Y aún tenían que encontrar tiempo –y encanto- para aparearse. Aquellos que tenían éxito, los que conseguían sobrevivir y reproducirse, transmitían sus genes a la siguiente generación, y encriptadas en ellos algunas de las recetas de su éxito, tanto en la lucha por la supervivencia –esto es selección natural- como en atraer al sexo opuesto –esto es selección sexual-.</div><div><br /></div><div>A la largo de decenas de miles de generaciones este filtro evolutivo propició que esas recetas se sofisticasen, y así surgieron complejos mecanismos. Piensen, por ejemplo, como se desarrolló gradualmente la emoción del asco como una eficaz manera de prevenir el contacto con las cosas contaminadas o infectadas –luego acabó funcionando también como emoción moral, pero esto es otra historia-. <b>O la emoción de los celos</b>, que cumple una función adaptativa –no necesariamente recomendable ni moralmente buena-, y que no, no es una construcción cultural. O el amor. Ahora bien, la situación de machos y hembras no era simétrica. <b>Y si ambos afrontaban diferentes problemas adaptativos es previsible</b> –de acuerdo con la teoría central de la psicología evolutiva- <b>que actualmente presenten diferencias psicológicas</b>.</div><div><br /></div><div>En los años 80 del siglo pasado <b>Robert Trivers </b>enunció la teoría de la «<b>inversión parental</b>» según la cual <b>el sexo que más esfuerzo invierte en la descendencia es más selectivo al escoger pareja</b>, y los miembros del sexo menos inversor compiten entre sí por el favor de los miembros del primero. No siempre es la hembra la que hace el mayor esfuerzo –este es el caso del <a href="http://navarth.blogspot.com/2023/09/los-hombres-que-sufren.html?m=1">grillo mormón</a>- pero así ocurre en todos los mamíferos. En el caso de los humanos, mientras que al hombre le puede bastar una efusión razonablemente placentera para fertilizar un óvulo, la hembra debe llevarlo en su interior durante 9 meses y alimentarlo, y después amamantar al descendiente y cuidarlo durante un periodo no definido (pero creciente). En todo ese tiempo en que la hembra está ocupada, el hombre ha podido –en teoría- seguir teniendo cópulas para fertilizar otros óvulos. Esto apunta ya a la existencia de dos estrategias de emparejamiento, una de largo plazo y otra de corto plazo. En realidad no es que los hombres actuales sean poco selectivos, pero son más propensos a las relaciones de corta duración y a rebajar la exigencia en éstas.</div><div><br /></div><div>Para las hembras ancestrales hacer una buena elección podía suponer la diferencia entre la vida y la muerte. Aquellas que escogían bien –a parejas con recursos abundantes, disposición a compartirlos, alto estatus en la tribu, habilidades atléticas para cazar y dispensar protección…- tenían más probabilidades de sobrevivir y sacar adelante a su familia A lo largo de generaciones se desarrolló la compleja habilidad de evaluar y ponderar una serie de cualidades relevantes a través de indicadores fiables. Las hembras que no desarrollaron la habilidad de escoger bien, sencillamente no son nuestras antepasadas.</div><div><br /></div><div>Es decir, las mujeres actuales son el eslabón actual de una larguísima cadena en la que la selección ha ido modelando una serie de preferencias, y ya puedo sentir las cejas que se están alzando en estos momentos. Primera objeción: ¿qué narices tienen que ver los problemas de las hembras ancestrales con las de las actuales, que no tienen que depender de los recursos ni –afortunadamente- de las habilidades cinegéticas del hombre? Poco, en efecto, pero nuestras preferencias actuales son una ventana a nuestro pasado evolutivo; por eso nos dan miedo las arañas en vez de los coches, que son mucho más peligrosos. Y los gustos que se desarrollaron ante ciertas necesidades pueden convertirse en inadecuados cuando las circunstancias cambian, pero no desaparecen de repente. Piensen en el gusto por el azúcar, adaptativo en su momento y fuente de sufrimiento en la actualidad.</div><div><br /></div><div>Segunda objeción: se están mezclando preferencias inconscientes y racionales. Todos entienden, por ejemplo, que la preferencia estética es muy real -el 100% de las mujeres encontrarán más atractivo a Paul Newman que Marty Feldman- pero no es algo consciente. Aclaremos, por cierto, de dónde viene. Resulta que, como las facciones simétricas son un indicador de buenos genes, las primeras hembras ancestrales dotadas –vaya usted a saber por qué- de este gusto tenían más probabilidades de transmitir buenos genes a sus descendientes que las estéticamente indiferentes, así que hoy ese gusto es generalizado. Ahora bien, la elección de un hombre con recursos es algo racional, de modo que ahora que la mujer ha accedido al mercado laboral lo habrá relativizado. ¿Es así? Pues no.</div><div><br /></div><div>En un famoso estudio dirigido por <b>Douglas Kenrick</b> en 1990 con estudiantes universitarios resultó que, a la hora de buscar matrimonio, las mujeres situaban el mínimo de recursos aceptable en el percentil 70. Es decir idealmente <b>sólo consideraban aceptables como marido a los situados en el 30% con más recursos</b>. Los hombres, mucho más modestos en este sentido, situaban el mínimo aceptable en el percentil 40, es decir, <b>definían su campo de actuación en el 60% de la población femenina</b>. Desde entonces esta diferencia entre hombres y mujeres sobre la importancia otorgada a los recursos de la pareja –en las relaciones a largo plazo, ojo- se ha repetido de forma consistente en multitud de estudios, en distintos momentos y en todas las culturas, desde los bosquimanos a la muy igualitaria Dinamarca: estas diferencias no provienen del heteropatriarcado, ni del capitalismo consumista. De un enorme estudio de <b>David Buss</b> sobre el valor que daban a ciertas características en una pareja potencial, realizado en 37 culturas de 6 continentes, desde urbanitas a zulús, sociedades monógamas y poligínicas, resultó que, en conjunto, <b>las mujeres valoran los recursos financieros de la pareja el doble que los hombres</b>. Estos resultados se reproducen hoy en los estudios que se extraen de las apps y webs de citas online.</div><div><br /></div><div>Tercera objeción ¿y los hombres? ¿No tienen nada que decir? Claro, las estrategias de hombres y mujeres evolucionan de forma especular, como las de la simpática Pisaura Mirabilis. Ya lo iremos viendo.</div><div><br /></div><div>Igual todo esto les está sonando un poco machista, o incluso facha. Siempre que esto ocurra deben recordar que existen dos posibilidades: una, que el autor de estas líneas lo sea efectivamente; otra, que por alguna razón el mainstream los haga navegar escorados, de modo que ahora desde su cubierta contemplan el horizonte de la realidad como si estuviera torcido. Recomiendo, entonces, seguir leyendo para recuperar la verticalidad y evitar el riesgo de caer al agua de forma poco airosa. Pasen un buen viernes y compren un Aston Martin, no sean rácanos. </div></div></div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-44888732205285315172023-09-28T02:29:00.003-07:002023-09-28T02:29:57.229-07:00SUMA-CERO EN GRAVEDAD CERO<div><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8-qD9XrSVyQhWCMgn7OqOzXppOzQ7i0Z9fL3CFVsvqcAq-_xs3moLPOXtdmlVjcom9ZqA5fdatrSqpZ-nR3_4QHXIxgm1U2YWvYlwSrjbbff1W-6ZEBzGtNW8MYgrNyZHWKMwAmWV7UD07rnvsuqSHfDx7w7SvIzCj1rh17EvBWROnPj_mO07VFKwkTXF/s1084/Screenshot_20230928_104648_Chrome.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1084" data-original-width="1080" height="320" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh8-qD9XrSVyQhWCMgn7OqOzXppOzQ7i0Z9fL3CFVsvqcAq-_xs3moLPOXtdmlVjcom9ZqA5fdatrSqpZ-nR3_4QHXIxgm1U2YWvYlwSrjbbff1W-6ZEBzGtNW8MYgrNyZHWKMwAmWV7UD07rnvsuqSHfDx7w7SvIzCj1rh17EvBWROnPj_mO07VFKwkTXF/s320/Screenshot_20230928_104648_Chrome.jpg" width="319" /></a></div><b><div><b><br /></b></div>Marx había profetizado</b> -y ‘profetizar’ es el verbo exacto- que el capitalismo conduciría inexorablemente a la pauperización de las sociedades: toda la riqueza quedaría concentrada en las manos de unos pocos inmensamente ricos, mientras que la inmensa mayoría quedaría reducida a la indigencia. Dicho de otro modo: unos pocos ricos lo serían a costa del sufrimiento de la práctica totalidad de la población, y así nació inadvertidamente la teoría del <b>«capitalismo suma-cero»</b>, que impregnaría de forma indeleble el marxismo y sus derivados. El caso es que en la segunda década del siglo XX, como los países capitalistas no progresaban y los salarios crecían, Lenin -a la sazón sumo sacerdote marxista- decidió que había que dar una vuelta al asunto. Y así desempolvó las teorías de Hilferding y Hobson sobre el imperialismo para justificar que Marx no se había equivocado: vale, es cierto que la pauperización no se acaba de producir <i>dentro</i> de los países capitalistas, pero es porque los países capitalistas se enriquecen a costa de los países pobres de <i>fuera</i>. La explotación no ha desaparecido, pero en lugar de verla en un ámbito nacional hay que contemplarla desde una perspectiva mundial. Esta redefinición de la falacia del suma-cero capitalista tuvo dos efectos: permitió seguir equivocados durante décadas a los marxistas, y alentó el victimismo de los países previamente colonizados en lugar de fomentar que copiaran las recetas exitosas de la democracia y la economía de mercado. Pero cayó el Muro y fue imposible seguir ocultando lo que había detrás. ¿Qué hacer? ¿Cómo seguir detestando un capitalismo que incluso los comunistas chinos iban a adoptar? Algunos, decepcionados con una realidad que se había mostrado sorprendentemente facha, decidieron relativizarla y deconstruirla: protagonizaron un viaje de ida y vuelta a las universidades americanas, y hoy están de nuevo en plena forma, odiando el capitalismo y la democracia como antaño. </div><div><br /></div><div>Ahora el partido Sumar propone una nueva extensión del suma-cero que lo llevará hasta el espacio exterior. Resulta que, aunque parezca que en esta parte del planeta aún vivimos razonablemente bien (en espacial los urbanitas dirigentes de Sumar) lo estamos haciendo, no ya a costa de nuestra sociedad, no ya a costa de otros países, sino del propio planeta. Y los malvados capitalistas, conscientes de que ellos (y no los urbanitas dirigentes de Sumar) se lo están cargando, ya han preparado planes para abandonarlo a pesar de que no se disponen de destinos muy atractivos de momento. También, al parecer, están comprando glaciares enteros para que nunca les falte el gin-tonic, y fortifican islas protegidas por los Navy Seals a los que no se sabe cómo pagarán si la economía mundial colapsa. Así que ya no se trata del imperialismo de Hilferding y Hobson, sino del ciberpunk; de una síntesis de <i>El colapso</i> y <i>Elysium</i>. <b>El modelo actual es depredador</b>, nos dice el que defendía el modelo chavista, y propone a continuación la misma receta que lleva sin funcionar desde hace más hace un siglo: <b>el control de la economía</b>. Porque, a pesar de que hablan mucho de igualdad, y a pesar de que no se les conoce ningún conocimiento superior al resto del mundo, se creen capacitados para decir a todo el mundo lo que tiene que hacer. Tal vez ellos mismos son conscientes de su incapacidad y, para que no nos hagamos muchas ilusiones, ya nos anuncian lo que nos esperaría en sus manos: el <b>decrecimiento</b>. En fin, que no son benefactores de la sociedad, sino jetas. Yonquis del poder que quieren ejercerlo sin restricciones y a los que hay que aplicar una vez más el aforismo del añorado Churruca: en cada generación hay un selecto grupo de idiotas convencidos de que el fracaso del colectivismo se debió a que no lo dirigieron ellos.</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-89655372846190824592023-09-21T01:37:00.003-07:002023-09-22T01:06:24.779-07:00UNA INTRODUCCIÓN ALTERNATIVA A LA «GUERRA DE SEXOS» <div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrmVhREL6krOpKomQA9qSuS5ebM16JTaCvmeeS0r687lz_msB0IA0oNHscI0quuCDKNj2WLp_QWoUop4SkHWVT6ZXUvmdRGm2QZafyU_tZcJV09b0BDDpYvlPQEwr1aBbRAwfHCYz0L3HJJ_lWo-8Jre8QpGm57WwauFb2UWh8f0aOr1egRGmUr0pWGjO-/s703/41586_2016_BF533440a_Figa_HTML.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="405" data-original-width="703" height="184" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgrmVhREL6krOpKomQA9qSuS5ebM16JTaCvmeeS0r687lz_msB0IA0oNHscI0quuCDKNj2WLp_QWoUop4SkHWVT6ZXUvmdRGm2QZafyU_tZcJV09b0BDDpYvlPQEwr1aBbRAwfHCYz0L3HJJ_lWo-8Jre8QpGm57WwauFb2UWh8f0aOr1egRGmUr0pWGjO-/s320/41586_2016_BF533440a_Figa_HTML.jpg" width="320" /></a></div><br /><div>«<i>El regalo nupcial</i> (restos de artrópodos) <i>de la <b>Pisaura Mirabilis</b> representa un esfuerzo de apareamiento masculino; incita a la hembra a copular, facilita el acoplamiento durante la cópula y, al prolongar la cópula, puede aumentar la cantidad de esperma transferido. (</i>En el experimento) <i>un grupo de machos no ofreció ningún regalo a la hembra, mientras que tres grupos de machos ofrecieron obsequios pequeños, medianos o grandes, respectivamente. <b>Los machos sin obsequio cortejaron a las hembras, y el 40% de estos machos lograron copular, frente al 90% de los machos que ofrecieron un regalo</b>. </i><b>La duración de la cópula se correlacionó positivamente con el tamaño del regalo</b>». <i>El regalo nupcial en la araña Pisaura Mirabilis. Pia Stålhandske</i></div><div><br /></div><div>Fíjense la de cosas que hay en esta historia. Para empezar, no hay una sino dos estrategias optimas: la del macho, conseguir una cópula, y la de la hembra, obtener comida y -ya si eso- una cópula. Entre ambas estrategias hay campo para el conflicto, para la «guerra de sexos» diríamos. Y fruto de esta guerra se ha producido una «escalada armamentística», una evolución conjunta de estrategias y contraestrategias para desactivar aquéllas. Para conseguir cópulas el macho aprendió a hacer regalitos, y la hembra a largarse corriendo con ellos –el pagafantismo se da también en los insectos-; el macho aprendió a presentarlo en complicados envoltorios atados con hilo de seda para proceder a la cópula – de manera un tanto grosera- mientras ella los desenvolvía; también aprendió a presentar envoltorios vacíos, así que la hembra desarrolló la técnica de desembalaje rápido, y aprendió a detectar por el olor los envoltorios vacíos; el macho empezó a regurgitar en ellos pequeños trozos de artrópodos y la hembra… ni idea, pero de momento el macho está en un 90% de éxito.</div><div><br /></div><div>Es obvio que ni el macho ni la hembra se sentaron delante de un tablero, o de un mapa con banderitas, para estudiar sus respectivas estrategias: <b>éstas son producto de la ciega evolución</b>. Imaginen la primera araña que decidió envolver un trozo de comida. Obviamente no seguía un plan meditado; tal vez estaba aburrida, o era más estúpida que la araña media y se enfrascó en una tarea inútil ante las risas de sus congéneres. Pero resultó que lo del envoltorio le proporcionó más copulas que a éstos. Si esta tendencia a envolver era heredable, si de algún modo estaba encriptada en sus genes, sus crías a su vez harían envoltorios y obtendrían más cópulas; transcurridas muchas generaciones el gen o genes favorables al envoltorio pasarían a ser muy frecuentes en el acervo arácnido. Lo mismo es aplicable a las hembras: la primera hembra que se dejó seducir con el obsequio obtuvo un alimento adicional, y con él una pequeña ventaja competitiva en la lucha por la supervivencia con respecto a sus congéneres más orgullosas. Pero ¿cómo se transmiten unas aficiones, tanto a hacer regalos como a recibirlos? –y ya de paso ¿cómo se activa cada una según el sexo-. Ni idea. No sé qué genes o grupos de genes han participado para configurar esa preferencia en machos y hembras, pero la mera presencia de un complejo mecanismo, que ha tenido que surgir gradualmente, delata su heredabilidad.</div><div><br /></div><div>Entonces, la pregunta –algo perturbadora- que habría que formular a continuación es ésta: ¿<b>ocurre algo similar en los humanos</b>? ¿Es posible que los hombres y mujeres que estamos aquí hoy hayamos heredado de nuestros ancestros los gustos y preferencias sexuales que -nuestra presencia lo demuestra- eran exitosos? ¿Puede ser que la evolución haya deparado diferentes psicologías sexuales a hombres y mujeres? ¿Existe en los humanos una «guerra de sexos», con estrategias diferentes que han evolucionado especularmente, cada una como respuesta a la otra? ¿Son mecanismos conscientes? ¿Dónde queda la razón?</div><div><br /></div><div>Y de paso conviene hacer también otro grupo de preguntas: ¿no son, entonces, culturales las diferencias entre hombres y mujeres? ¿<b>Se trata realmente de roles definidos por el heteropatriarcado machista</b>? Contestar a esto último es especialmente importante porque puede ayudar a detectar situaciones potencialmente peligrosas, y a prevenir las agresiones de manera más eficaz que las dictadas por este <i>Zeitgeist</i> inundado por la ideología de género.</div><div><br /></div><div>Lo dejo de momento, y marcho a por un paraguas.</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-76609644722827322022023-09-20T03:23:00.003-07:002023-09-20T03:52:17.144-07:00LA BOLSA DE CHUCHES<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh367YJ08sNaihslmbtgtDV75mIstznS-9tV0ZzQfPjuH8XerTecPrBeoL2dAZO_dQ61GA5jaJhCUm8quILITOPh8oUx59qrogMlg36GYSg9J3Ez1jdCJLgV-D_-qqjELrmrEcdi6ffZ1nbx_IE9CPiUis9CG_LZrYOsTWzXwk9xo7uLRU8XWNM2efQ2hRi/s1600/ChamplainTradingwiththeIndians72dpi_1.jpg.cb9c6589.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1127" data-original-width="1600" height="225" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh367YJ08sNaihslmbtgtDV75mIstznS-9tV0ZzQfPjuH8XerTecPrBeoL2dAZO_dQ61GA5jaJhCUm8quILITOPh8oUx59qrogMlg36GYSg9J3Ez1jdCJLgV-D_-qqjELrmrEcdi6ffZ1nbx_IE9CPiUis9CG_LZrYOsTWzXwk9xo7uLRU8XWNM2efQ2hRi/s320/ChamplainTradingwiththeIndians72dpi_1.jpg.cb9c6589.jpg" width="320" /></a></div><br /><div>La «bolsa de caramelos» es el conjunto de dádivas con las que el político pretende camelar a su electorado. No hace falta que tengan verdadero valor: pueden ser tanto baratijas llamativas como sustancias intoxicantes. Es decir, es igual que los collares de cristales de colores y el whiskey con los que los traficantes del lejano oeste camelaban a los incautos indios a cambio de pieles, siendo usted el indio desplumado y las pieles el poder que proporcionan sus votos a los traficantes políticos. La bolsa de caramelos funciona en todos los niveles y desde la Comisión de Fomento del Congreso –una de las más cotizadas para intoxicar pieles rojas- era frecuente ver a los diputados defendiendo vistosas baratijas para vender en su circunscripción: trenes condenados a ir vacíos, aeropuertos huérfanos de aviones, e incluso puentes que no llevaban a ninguna parte. Ya se habrán dado cuenta de la diferencia entre traficantes y diputados: los regalos de estos últimos, no sólo son costosísimos, sino que los paga el propio indio. Que no se dé cuenta de esto último es un prodigio de parcelación del espacio –al elector le parece estupendo que toda España sufrague sus caprichos sin darse cuenta de que el satisfará su parte alícuota de los de toda España- y del tiempo –el político recoge los votos antes de que el indio se dé cuenta de que se ha arruinado tontamente-. Por eso se conoce también este tipo de dádivas como «elefantes blancos», que son los regalos inútiles y costosísimos que el rey de Siam entregaba a los cortesanos a los que quería fastidiar. La geografía española está llena de elefantes blancos que han servido exclusivamente para garantizar el confort de los políticos.</div><div><br /></div><div>Es obvio que esto no es un fenómeno nuevo: seguramente los votos se han comprado, con dinero o con regalos, desde los comicios centuriados, pero algunas cosas han ido cambiando. En principio eran los propios aspirantes a lo público los que pagaban los sobornos de su bolsillo, pero desde hace tiempo, como he dicho, acaban pagándolos los sobornados. Lo único que hasta ahora se mantenía intacta era una cierta etiqueta, un requerimiento mínimo de disimulo, algo de hipocresía, si quieren. El político que prometía una estación de AVE en un territorio inhóspito no decía que lo hacía para subir en las encuestas, sino para luchar contra la España vaciada o cosas así. Luego resultaba que la infraestructura de alta velocidad contribuía a vaciarla más eficazmente, pero el político ya estaba vendiendo otra cosa, y la etiqueta se mantenía. Incluso un tipo tan marginal como Pedro Sánchez, al aprobar un bono juvenil, no decía explícitamente «quiero vuestros votos a cambio, cabrones», pero la urgencia aritmética derivada de las últimas elecciones ha volatilizado incluso la etiqueta. Me temo que no nos hemos dado cuenta, de tan anestesiados que estamos.</div><div><br /></div><div>Que la investidura de Sánchez la íbamos a pagar todos los españoles lo teníamos claro, pero Sánchez siempre va más allá. Resulta que el precio de los votos nacionalistas incluye, entre otras, dos exigencias lingüísticas: aparentar que el español no es la lengua común de España, y convertir las lenguas regionales en oficiales en Europa. La primera la pagó ayer Francina Armengol, que inauguró su prometedora presidencia del Congreso pisoteando su Reglamento. En cuanto a la segunda, y ante la reticencia de los representantes europeos –que se han apresurado a marear la perdiz-, Sánchez ha prometido rumboso que esta ronda la pagaría España. ¿España? España no ha dicho nada. Los que votaron a Sánchez no tenían ni idea de que pensaba hacerlo porque el PSOE no lo llevaba en el programa ni jamás había manifestado el menor interés en el asunto. En realidad había votado en contra, precisamente, del uso de las lenguas regionales, no ya en el parlamento europeo, sino en el español –sí, sí, eso que ahora aplaude entusiasmado Pachi López-, y quien impide lo menos impide lo más.</div><div><br /></div><div>En resumen el presidente –en funciones, por cierto- no habla aquí en nombre e interés de España, sino en nombre e interés de Sánchez: esto es un pago descarado de la investidura que Sánchez –de manera transparente- impone a los españoles. Nunca de manera tan clara se habían visto los hilos la pantomima, ni se evidenciaba el flujo circular de la jeta. Y, oigan, que los juristas decidan, pero -al menos según la RAE- esto es una malversación.</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-51010123290803972382023-09-19T00:23:00.003-07:002023-09-19T04:01:14.666-07:00LA TRIBU XX<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVQxq6kAiEGV3PyEck6U4GU6cdKTZnhHdnFH4lG_2wjVGE8lHdK6nwze32kUUk3-AlVWbFcnTAs-wk2Ah7FmBh86e9RTCxBwvAka3y4bxlsD36ngQIL20paz1IogVyJNJ1_x4MsT87IER-vobj0VOmUsqN2UijQ7ztToWgYyjbsb1qxg_2QNwA5XtFGYfy/s300/descarga%20(16).jpeg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="168" data-original-width="300" height="168" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgVQxq6kAiEGV3PyEck6U4GU6cdKTZnhHdnFH4lG_2wjVGE8lHdK6nwze32kUUk3-AlVWbFcnTAs-wk2Ah7FmBh86e9RTCxBwvAka3y4bxlsD36ngQIL20paz1IogVyJNJ1_x4MsT87IER-vobj0VOmUsqN2UijQ7ztToWgYyjbsb1qxg_2QNwA5XtFGYfy/s1600/descarga%20(16).jpeg" width="300" /></a></div><br /><div>Pedro Sánchez ha dicho expresamente que quiere conseguir la investidura para avanzar en la «igualdad entre hombres y mujeres», y tácitamente -mediante <i>dog whistle</i>- que los derechos de las mujeres están amenazados por el temible espantajo con el que su departamento de propaganda ha sustituido a los partidos de derecha. Hasta ahora le ha dado buenos resultados: en un estudio postelectoral encargado por el PP, una de las razones por la que los resultados han sido inferiores a sus expectativas ha sido un cierto abandono de su electorado femenino. Pero ¿estamos hablando realmente de igualdad?</div><div><br /></div><div>Punto 1. El escritor <b>Michael Lewis </b>fue invitado a dar una conferencia a los recién licenciados de Princeton. Sois triplemente afortunados por haber nacido en un país próspero, en una época tranquila, y en una familia con recursos suficientes para mandaros a Princeton. Porque el azar, continuó, tiene un peso significativo en nuestras vidas, pero cuando es afortunado tendemos a ignorarlo mientras atribuimos el buen resultado exclusivamente a nuestros méritos, y a continuación les contó un experimento. En esa misma universidad fueron contratadas unas personas, fueron divididas en grupos de tres, y en cada uno de ellos se sorteó quién sería el jefe para recibir las instrucciones de las tareas administrativas que tendrían que realizar. A mitad de mañana ofrecieron un refrigerio en cada grupo: un plato con cuatro galletas. Todos hacían el mismo trabajo, y la jefatura había sido determinada mediante el lanzamiento de un dado, pero ante la cuarta galleta huérfana –la que había quedado después de cada uno hubiera cogido la que le correspondía- los resultados se repetían con regularidad: el jefe la cogía y se la zampaba sin mayores ceremonias, con delectación y gran despliegue de migas. Sin duda cada jefe creía que lo merecía, porque –esto es lo primero que quería señalar- tendemos a convertir los privilegios, incluso tan peculiarmente adquiridos, en derechos naturales.</div><div><br /></div><div>Punto 2. Ya saben que venimos equipados con la tendencia a dividir entre Nosotros y Ellos, paso previo a aplicar diferentes normas y raseros a los que quedan a un lado u otro de la raya imaginaria. Estamos tan predispuestos que nos apresuramos a formar tribus con las más peregrinas de las excusas: sirven criterios racistas, lingüísticos, étnicos, telúricos, futbolísticos, ideológicos y religiosos. También se crean tribus en función del vestuario y los gustos musicales. <b>Y también, sí, según los diferentes cromosomas sexuales</b>. Y recordemos que nuestro tribalismo es una adaptación evolutiva que permite altos niveles de cooperación dentro del grupo, pero que favorece el conflicto entre grupos una vez definidos -no sólo creemos razonable tratar peor al de fuera, sino que disfrutamos con ello-. Por lo tanto, hasta que aprendamos a potenciar la parte buena mientras diluimos su parte mala, existe una receta básica que representa el máximo de estupidez soportable por una sociedad: no fomentes el tribalismo dentro de la tribu social.</div><div><br /></div><div>Pues bien, <b>esta es, en realidad, la estrategia del sanchismo: dividir España en tribus que lo voten</b>. Convertir a su electorado en una tribu incapaz de votar al de fuera. Sánchez apuesta a que, si bien el jefe de la tribu y su sanedrín pueden ser penosos, siempre serán más aceptables que los de fuera para los tribalizados. Y por eso se ha dedicado a fomentar la discordia dentro de la sociedad española fomentando el tribalismo ideológico… y el sexual. Miren, una cosa es el feminismo entendido como la igualdad de derechos y la no discriminación por motivos sexuales -¿quién está en contra?- y otra el tribalismo XX, que es a lo que se dedica el Ministerio de Igualdad. Fíjense, por cierto, que bien encaja el victimismo en el tribalismo: Ellos, malvados, nos maltratan; por eso merecen castigos y Nosotros compensaciones. Por eso cuando Sánchez habla de igualdad está prometiendo –usando otra vez el <i>dog-whistle</i>- privilegios. Así que las mujeres se enfrentan hoy al reto de resistir un doble canto de sirenas: el canto tribal, y el que susurra que los privilegios que les son ofrecidos -sean laborales, legales o morales- son derechos naturales.</div><div><br /></div><div>La igualdad no es desigualdad. Mujeres, no os dejéis tribalizar, y no os comáis la cuarta galleta. </div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-23413211094571406172023-09-07T03:46:00.000-07:002023-09-07T03:46:08.772-07:00LA AMNISTÍA Y 4 REGLAS CÍVICAS<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1FcPDMjMbq-4n53pSQ3oUhfGDBZ5jD2Jd8Kfu1qxbDPe97uWhH-h9Mx4AZPsxh2AzHs3dMqzMK8YdKPTC0V7va3vXWDTbTqcOdUyzYXj4yxLuVCm4UYS5ubgZM7mJqbzzPCMtSbbHAc_qWf6Nc0s8DYnNufJWBGeZFAlb-kkUbk06E2Dxgl_iG9VIONkA/s800/bandera-de-espan%CC%83a.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="501" data-original-width="800" height="200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg1FcPDMjMbq-4n53pSQ3oUhfGDBZ5jD2Jd8Kfu1qxbDPe97uWhH-h9Mx4AZPsxh2AzHs3dMqzMK8YdKPTC0V7va3vXWDTbTqcOdUyzYXj4yxLuVCm4UYS5ubgZM7mJqbzzPCMtSbbHAc_qWf6Nc0s8DYnNufJWBGeZFAlb-kkUbk06E2Dxgl_iG9VIONkA/s320/bandera-de-espan%CC%83a.jpg" width="320" /></a></div><br /><div style="text-align: justify;">La amnistía diría lo siguiente: que los que en 2017 infringieron la ley, y llevaron a España al borde del conflicto, tenían razón, y los que nos manifestamos por las calles de Barcelona –allí estaba ¡Iceta!- estábamos equivocados. Que las reivindicaciones nacionalistas –en España no hay democracia, las leyes son injustas, los tribunales están politizados, Cataluña está oprimida, Franco, Franco- son ciertas. Que las razones de los xenófobos tribalistas son justas, y las de los -en terminología de Ovejero – «ciudadanos mestizos» no lo son. Que -según su propio presidente- España es un país de pandereta, y <b>la razón siempre la tuvo un tío estrafalario en un maletero.</b></div><div><br /></div><div style="text-align: justify;">El arte de la política es complicado, y dominarlo requiere bastante esfuerzo y dedicación; por otra parte es necesario un cierto nivel de civismo para que las democracias se mantengan. Como no se puede exigir al ciudadano que dedique excesivo tiempo al asunto, ni que -para poder opinar- se lea las obras completas de Isaiah Berlin o las chorradas íntegras de Laclau, propongo al menos la comprensión de estas cuatro sencillas reglas:</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">1) <b>Democracia ≠ futbol</b>. Partidos políticos y equipos de futbol se parecen en que son los únicos que viven de sus respectivos espectáculos –no así los aficionados ni los votantes-, pero lo que hacen los segundos empieza y termina en el campo, mientras que los juegos de los primeros pueden arruinar la vida de los aficionados y sus descendientes.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">2) Por lo anterior, <b>ciudadano ≠ hooligan</b>. No debe usted seguir a un partido como si fuera un equipo de futbol, y hay que abandonar inmediatamente a aquellos que juegan mal o sucio. Si usted aplica distintas varas de medir para enjuiciar a unos y otros partidos, o realinea sus convicciones según los movimientos del partido de su preferencia, posiblemente esté en el segundo término de la ecuación (si usted hace melindres y siempre acaba votándolo, sin duda está en el segundo término).</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">3) Aunque usted no pueda verlo <b>la democracia es un edificio real</b>. Todos los que hemos vivido como adultos en democracia padecemos en mayor o menor medida esta ceguera, y tendemos a verla como algo natural e inevitable. Pero si se atropellan los principios, se deforman las normas, se colonizan los contrapoderes, y se sustituyen las paredes por gigantescas ventanas de Overton, la casa se cae, y todos acabamos viviendo en el desierto de Hobbes. Si esto sólo puede verlo con claridad cuando lo perpetra el partido contrario, aplique la regla 2.</div><div style="text-align: justify;"><br /></div><div style="text-align: justify;">4) <b>La política tiene efectos en la realidad</b>, y por tanto <b>en ambas rigen las mismas leyes</b>. Si usted no encomendaría sus negocios (la realidad) a una banda de jetas sin escrúpulos, no debe quedarse tan tranquilo cuando los jetas sin escrúpulos están en el gobierno (política). Y si usted está ahora mismo racionalizando o haciendo algún tipo de ajuste mental retorne a la regla 2.
</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-2625462257536152322023-09-04T02:15:00.001-07:002023-09-04T02:15:15.025-07:00LOS HOMBRES QUE SUFREN<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgORSfd1VVI4VKDJjXjUnZsJbNIXmJOTfP9qRN_IBf4_zD_HToYrq1WEkQXGgxUco2DXl8YQ0dglcxqrYNz1uvfcyokVRaXArvA7FFH9mSxQXiMlV-tg2XVrGGtaaTDIurxQlkrL06-JgxUW6QfqRyjnR5joyTekJ9Myf4v1KQKP-mqIeHxCmXg41ZTHDem/s1024/large.jpg" imageanchor="1" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="768" data-original-width="1024" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgORSfd1VVI4VKDJjXjUnZsJbNIXmJOTfP9qRN_IBf4_zD_HToYrq1WEkQXGgxUco2DXl8YQ0dglcxqrYNz1uvfcyokVRaXArvA7FFH9mSxQXiMlV-tg2XVrGGtaaTDIurxQlkrL06-JgxUW6QfqRyjnR5joyTekJ9Myf4v1KQKP-mqIeHxCmXg41ZTHDem/s320/large.jpg" width="320" /></a></div><br /><div>Las hembras del <b>grillo mormón</b> depositan los huevos en los machos, que los llevan en su interior, los alimentan y los cuidan hasta que nacen los pequeños grillos. Es decir, el grillo mormón macho invierte más tiempo, recursos y esfuerzo en su descendencia que la hembra, y esto tiene dos consecuencias: 1) los machos son más selectivos a la hora de escoger pareja y 2) las hembras –que son más grandes, fuertes y agresivas- compiten entre sí para ser elegidas por el macho. Esta es la fundamental teoría de la «<b>inversión parental</b>» que <b>Robert Trivers</b> formuló en 1972, y funciona exactamente igual –aunque a la inversa- en la especie humana. Sí, amigos, las hembras humanas son más selectivas que los machos y emparejan hacia arriba. Analizando la app de citas <b>OKCupid</b> se comprueba que las mujeres califican al 80% de los hombres como menos atractivos que la media, y este 80% recibe sólo un 30% de respuestas a sus avances: un sesgo evidente. En cambio los hombres afinan mucho más y consideran que sólo un 50% de las mujeres son menos atractivas que la media, y aún este 50% recibe un 40% de respuestas. <b>La regla 80/20 de Pareto se cumple dramáticamente para los hombres</b>: ordenados en función de su atractivo para el otro sexo –y esto incluye, claro, su estatus y disponibilidad de recursos económicos- el 20% de los hombres más atractivos acapara la atención del 80% de las mujeres, y el 80% restante de hombres tiene que conformarse –discúlpenme- con el 20% restante de mujeres. En realidad esto presenta un panorama melancólico para todos excepto el 20% de hombres que están en posición de decidir en régimen de monopolio, algo que no disfrutan ni el 20% de mujeres más atractivas. Esto apunta hacia la poliginia –o, como diría <b>@Spermifex</b>, al fin del omegarcado- una sólida tendencia humana contenida </div><div><br /></div><div>Pero además indica que un número creciente de hombres de menor estatus están quedando excluidos del mercado del emparejamiento. Ya tienen incluso un nombre: <b>incels</b>. La presión evolutiva hacia aquellos que se ven privados de la posibilidad de reproducción es enorme, y los impulsa hacia estrategias desesperadas: una sociedad con una bolsa de célibes involuntarios es, para empezar, más violenta. Y además hay que entender que <b>muchos hombres jóvenes lo están pasando regular</b>, y tal vez eso contribuya a explicar la brecha de suicidios que se abre entre hombres y mujeres a partir de la adolescencia. Sin embargo ellos no encajan en la categoría predefinida de víctimas sino en la de verdugos, machistas opresores de las mujeres a pesar de que no consiguen acercarse a ellas. Su situación no merece la simpatía del neofeminismo -que se burla de ellos por su incapacidad-, ni de los «<b>aliados</b>», -esos que han sustituido en su estrategia la antigua Fanta por el halago de los oídos feministas-, ni de la sociedad en su conjunto. Desde luego creo que este es un problema extrapolítico, y que son ellos los que tienen que sacarse las castañas del fuego aunque cada vez lo tengan más complicado. Pero piensen lo que ocurriría si esta brecha sexual funcionara a la inversa. Imaginen las homilías que nos estaría propinando Pam, y el victimismo que estaría exhibiendo el feminismo de género, todos ellos elevando la sequía sexual a la categoría de opresión patriarcal sistémica y estructural.
</div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-2772395014998012813.post-26084609554942979552023-09-01T06:10:00.004-07:002023-09-01T06:11:52.026-07:00EL MILAGROSO PÉREZ<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy7HOXO7_T8W8a1e4hqBfqtlluiaEF8TGI0t0tRaEqAqYi9Pm8gZGkynouj92HNbO5Dc0kKh4Eu3_j1SvxXXL2XDnIqtFgPBYpjVkoFegMbN9_N1lOrK6WiQp4TY22y1F2gAMcGvIeNm2myEhiJURqk3yuh2wvwMFE0WlaCDcrkHvZGJ5m_P1D6osqYICv/s608/princesa-prometida-blu-ray-billy-crystal.png" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="342" data-original-width="608" height="180" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjy7HOXO7_T8W8a1e4hqBfqtlluiaEF8TGI0t0tRaEqAqYi9Pm8gZGkynouj92HNbO5Dc0kKh4Eu3_j1SvxXXL2XDnIqtFgPBYpjVkoFegMbN9_N1lOrK6WiQp4TY22y1F2gAMcGvIeNm2myEhiJURqk3yuh2wvwMFE0WlaCDcrkHvZGJ5m_P1D6osqYICv/s320/princesa-prometida-blu-ray-billy-crystal.png" width="320" /></a></div><br /><div>CE, art 62: «<i>Corresponde al Rey</i> (…) <i>ejercer el derecho de gracia con arreglo a la ley, <b>que no podrá autorizar indultos generales</b></i>». Pero si piensan que cualquiera que lea esto sólo puede llegar a una conclusión (que la Constitución no permite los indultos generales) es que no conocen a <b>Pérez-Royo</b>. Según él no es que la Constitución <i>prohíba</i> los indultos generales, sino que <i>no los autoriza</i>, distinción que recuerda bastante a la que Max el Milagroso hacía entre «muerto en su mayoría» y «totalmente muerto». En todo caso, antes de que el lector decida si encuentra algún sentido, Pérez Royo ya ha pasado a otra cosa y está defendiendo que «lo que la Constitución prohíbe no son los indultos generales, sino que las Cortes Generales mediante ley puedan transferir al rey, que, en realidad, no es al rey sino al Gobierno, la potestad de dictar indultos generales». Pero ¿no es el Gobierno, a través del Consejo de Ministros, quien concede los indultos? Pues sí, el propio Pérez Royo lo ha reconocido unas líneas antes. Pero a continuación desarrolla una teoría según la cual la Constitución ha dispuesto –de forma cabalística- que las Cortes tengan la prerrogativa de conceder indultos generales, y que el art 61 se limita a prohibir -aquí de repente ya no es autorizar sino prohibir- que las Cortes la puedan transferir al Gobierno (al que, de paso, Pérez-Royo libera de tan penosa carga). Y esto es todo lo que puedo decirles.</div><div><br /></div><div>El artículo <a href="https://www.eldiario.es/contracorriente/prohibicion-indultos-generales_132_10478882.html">aquí</a> </div>navarthhttp://www.blogger.com/profile/03365251551084996406noreply@blogger.com4